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Tulio Ribeiro

Menos reservas de divisas y más desarrollo socioeconómico para la población

En términos financieros podemos aproximarnos a que las reservas de divisas son vitales para el bienestar económico de una nación. Sin reservas de divisas adecuadas, en un mundo capitalista y globalizado, es posible que un país no pueda pagar importaciones críticas, como el petróleo crudo, o pagar su deuda externa. Las reservas inadecuadas también pueden limitar las respuestas disponibles de un banco central en caso de una recesión económica.

Otra funcionalidad es que las reservas de divisas también se pueden utilizar para controlar los tipos de cambio, lo que a su vez afecta el comercio mundial. Si una moneda, fija o flotante, comienza a desviarse de su tasa deseada frente a una moneda extranjera, el banco central puede comprar y vender reservas según sea necesario para restaurar la tasa de cambio objetivo.

Cabe señalar que las monedas extranjeras no son la única forma de activo disponible para el Gobierno. El Fondo Monetario Internacional (FMI) define las reservas de divisas como activos externos que la autoridad monetaria de un país puede utilizar para satisfacer las necesidades de financiación de la balanza de pagos, afectar los tipos de cambio en los mercados de divisas y otros fines relacionados. Estos activos pueden incluir oro, derechos especiales de giro (DEG) y posiciones de reserva del FMI. Sin embargo, la moneda extranjera es el activo más abundante en la mayoría de las reservas de divisas, y la mayoría de las naciones mantienen la gran mayoría de sus reservas en dólares estadounidenses, seguidas por el euro y el yen japonés. Por lo tanto, las reservas de divisas son activos denominados en moneda extranjera en poder del Gobierno o banco central de un país. Esto puede incluir divisas, bonos, letras del Tesoro y otros valores gubernamentales.

La cuestión que se plantea, y que resulta ser un problema que penaliza a la economía real por un posible desarrollo que podría traer ganancias a la población, es que la última década ha sido testigo de un aumento sustancial de las reservas de divisas (en adelante reservas) de los bancos centrales. El nivel de las reservas mundiales alcanzó un máximo de $us 10.200 millones a finales de 2011, lo que representa alrededor del 15% del PIB mundial. Este aumento está impulsado principalmente por los bancos centrales de los países en desarrollo. En definitiva, el exceso de reservas de divisas para alimentar el sistema financiero puede, en la práctica, generar hambre a los individuos que viven de producir.

Se debe analizar el costo de mantener reservas y sus beneficios y daños potenciales. Por un lado, una conjetura popular presenta las reservas como una garantía implícita contra el endeudamiento. Según el argumento, un alto nivel de reservas reduce la prima de riesgo asociada a las vulnerabilidades financieras de los mercados emergentes y, en primer lugar, la disponibilidad de recursos para los países en desarrollo aún necesitados en el logro de condiciones dignas para su población.

En esta línea de razonamiento, acumular reservas es costoso por dos razones. En primer lugar, estos fondos podrían canalizarse alternativamente hacia inversiones menos líquidas, pero más productivas. En segundo lugar, bajo el supuesto de que la mayoría de los mercados emergentes son grandes prestatarios en los mercados internacionales, el diferencial positivo entre las tasas activas y el rendimiento de las reservas es un factor desalentador para la acumulación de reservas. La remuneración sobre las reservas es baja con relación a la posibilidad de rentabilidad productiva.

Para información, aquí están las 10 naciones más grandes en términos de reservas, que muestran un valor en miles de millones de dólares (junio de 2022): China $us 3.480, Japón $us 1.376, Suiza $us 1.033, Rusia $us 630, India $us 599, Taiwán $us 548 (al 31 de diciembre de 2021), Hong Kong $us 504, Arabia Saudita $us 451, Corea del Sur $us 449, Singapur $us 365. Todavía se puede unir China y Hong Kong en un análisis político. Las reservas de divisas extranjeras de EEUU, que son principalmente euros y yenes, se valoraron en $us 242 mil millones en el segundo trimestre de 2022. Pero EEUU es el emisor del dólar, que sigue siendo la moneda más utilizada.

Por lo tanto, es plausible que las naciones puedan utilizar parte de sus reservas para defender su economía, pero también generar desarrollo interno para su población en proyectos que puedan estructurar mejor su cadena productiva y la distribución del ingreso. Por lo tanto, debe señalarse que esta estructura de costo-beneficio ampliamente aceptada para las reservas es inadecuada una vez que tomamos en cuenta las restricciones crediticias endógenas. Los países en desarrollo están limitados financieramente en los mercados de préstamos internacionales, a pesar de sus altas necesidades de endeudamiento. Una solución para superar estas limitaciones es ofrecer garantías contra los préstamos. Las reservas, que consisten en instrumentos altamente líquidos con bajos rendimientos, desempeñan el papel de una garantía implícita como se discutió anteriormente. Sin embargo, mantener un exceso de reservas deja menos recursos para inversiones más productivas. Esto ralentiza la tasa de crecimiento del capital y puede, a su vez, intensificar la gravedad de las imperfecciones del mercado de manera intertemporal.

La idea es que los países se desarrollen de manera soberana. Proporcionan como garantía su estructura económica existente y patrimonio, parte del cual está constituido por reservas, para financiar el desfase entre la inversión y la cantidad prestada. Beneficiando así a su economía real, y que no sufran restricciones de endeudamiento, ya que el coste de mantener reservas es mayor en una economía constreñida que en una sin restricciones, como consecuencia del efecto apalancamiento. En definitiva, menos reservas financieras virtuales y más uso en proyectos de desarrollo socioeconómico viables que beneficien a los verdaderos propietarios, la población en general.


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