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Mahmoud Elalwani

Netanyahu y su guerra contra Irán

Cuando el Gobierno del Estado de Israel tomó la decisión de bombardear el 1 de abril de 2024 la sede diplomática iraní en Damasco, la capital de Siria, destruyendo totalmente la sede y asesinando a todo el personal que se encontraba allí, incluido el comandante de la Fuerza AlQuds, el general Mohammad Reza Zahedi, lo que Netanyahu pretendía con dicho ataque era involucrar a Estados Unidos y occidente en una guerra contra Irán para desviar la opinión pública del genocidio en Gaza, obligar al Senado norteamericano a liberar la ayuda militar a su ejército, recuperar la alianza europea y el G7 y, lo más importante, poner fin a las protestas y manifestaciones en Tel Aviv pidiendo su dimisión para unificar el frente interior tras su división por la guerra en Gaza.

La agresiva operación en Damasco pretendía involucrar a Irán, bloquear el camino al movimiento de condena global por la guerra de Gaza, detener el proceso de la Corte Internacional de Justicia, así como la declaración del Consejo de Seguridad y desviar la atención por el crimen contra los trabajadores humanitarios de la Cocina Central Mundial.

Los objetivos de la entidad Estado fascista de Netanyahu no son desconocidos para Estados Unidos y occidente, que no están interesados en una confrontación militar con Irán.

La respuesta iraní del 13 de abril se produjo desde el territorio iraní hacia Israel en una operación que bombardeó la Base Aérea de Naftim, en el Nagev (la base principal de los cazas F-35), causando gran destrucción, así como también otras áreas de Israel, utilizando más de 300 drones y misiles de crucero. Como resultado, resultó herida una niña. Los servicios de emergencia israelíes también declararon que atendieron a 31 personas que mostraban síntomas de ansiedad o lesiones como resultado de la búsqueda de refugio. Según las noticias, la mayoría de los drones y misiles iraníes fueron neutralizados por los antiaéreos de las bases militares norteamericanas y británicas que están en la región.

El Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hussein Amir Abdollahian, confirmó que las operaciones militares llevadas a cabo por las fuerzas de su país fueron limitadas, indicando que esta respuesta se enmarca en el marco de una autodefensa legítima, firme y natural. El ataque fue muy preciso en su respuesta militar, tratándose de una “reprimenda y advertencia” ya que las fuerzas iraníes no atacaron objetivos económicos ni civiles.

Un alto funcionario de la administración estadounidense dijo a CNN que el presidente estadounidense, Joe Biden, habló con Netanyahu durante una llamada telefónica tras el ataque para “reafirmar el firme compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel” y afirmó que “los enemigos no pueden amenazar la seguridad de Israel de ninguna manera”.

Estados Unidos y los países occidentales han participado de forma directa en la defensa continuada de Israel, que es incapaz de protegerse por sí misma. Israel ya no es un país de estabilidad e inversión y por tanto muchos buscarán refugio seguro y estable fuera de allí. Netanyahu quería ampliar la guerra, pretendía crear una confrontación para arrastrar a Estados Unidos y a Occidente a una guerra regional con el fin de proteger su futuro personal y político.

Sorprende que después de 193 días de guerra genocida en Gaza causando la muerte de más de 34.000 palestinos, entre ellos 14.000 niños y dejando casi 77.000 heridos, y después de diez sesiones del Consejo de Seguridad, no se ha podido condenar a Israel ni se ha podido poner fin a la guerra genocida. Sin embargo, dos semanas después del bombardeo a la sede diplomática iraní en Damasco, la repuesta iraní que duró solo cinco horas y que provocó un herido, ha conseguido movilizar una condena unánime de Occidente.

El ataque israelí a la embajada iraní no obtuvo una condena ni fue suficiente para que el Consejo de Seguridad actuara, por el contrario, la respuesta iraní provocó que el G7 se reuniera de urgencia y condenara dicha repuesta, que los presidentes de los países occidentales hayan condenado a Irán de forma unánime y que, a petición de Israel, el Consejo de Seguridad se haya reunido. Durante la sesión del Consejo de Seguridad del domingo 14 de abril, el embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, dijo que el mundo no puede quedarse de brazos cruzados ahora y solicitó al Consejo de Seguridad que imponga “todas las sanciones posibles a Irán antes de que sea demasiado tarde”. El representante adjunto de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, planteó ante el Consejo de Seguridad la necesidad de condenar de forma inequívoca el ataque con drones y misiles lanzado por Irán sobre Israel y dijo: “En los próximos días, Estados Unidos explorará medidas adicionales para que Irán rinda cuentas ante Naciones Unidas.

¿En qué mundo hipócrita vivimos que en lugar de aplicar la fuerza de la ley se aplica la ley de la fuerza? En los actuales momentos de colapso moral parece que no hay lugar para los principios; no es posible lograr ganancias estratégicas a expensas de los otros. La falta de equilibrio y la globalización brutal intentan apoderarse del mundo. El poder sin moral es un poder ciego, un peligro para todos. Un enfoque egoísta y arrogante que no respeta a los demás no puede tener éxito. Hoy más que nunca urge la política y la diplomacia.

Todos quieren reducir la escalada, pero todos saben que la única manera de reducirla es deteniendo la guerra israelí en la Franja de Gaza y todas las medidas que empujan a la región hacia el abismo de una guerra regional. Hoy la atención de la comunidad internacional está puesta en el enfrentamiento israelí-iraní, Gaza no ha sido mencionada hoy en ninguno de los boletines de noticias internacionales. Todos somos conscientes de la importancia que tiene la seguridad de la región para la seguridad internacional, pero debemos afrontar estos desafíos y mitigar sus efectos sobre nosotros tanto como sea posible. El mundo debe trabajar para proteger a la región de nuevas tensiones y conflictos causados por la continua agresión israelí a la Franja de Gaza, por la continuación de la ocupación israelí de Palestina y por la frustración de Israel al no conseguir salir de la crisis y alcanzar una solución al conflicto sobre una base de los dos Estados, que le ponga fin y garantice completamente los derechos del pueblo palestino en construir su Estado independiente, libre y soberano en las fronteras del 4 de junio de 1967 con su capital Jerusalén Oriental, tal como dicta el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.


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