La publicidad, al ser una herramienta de mercadeo, busca divulgar un producto, una marca o un servicio para alcanzar a un público objetivo. En cambio, la propaganda se aleja de la publicidad debido a que su intención primaria contiene objetivos políticos provocados a través del convencimiento de un tipo de ideología.
Los orígenes del término propaganda están relacionados justamente con la institución número uno en vender ideas y comprar consciencias, la Iglesia Católica. Fue en 1622 que se creó la congregación para la evangelización de los pueblos denominada Propaganda Fide; desde ese entonces, su misión especializó la forma en la que debía transmitirse una ideología para la consecución de sus intereses. Hay que recordar que en aquel siglo para los reyes y nobles era importante contar con la bendición del Papa, debido a ello, aceptaban su participación en temas de orden estatal y promovían, a la vez, la santidad de esta congregación, inclusive instituían dentro del gasto público algunos porcentajes para el funcionamiento de centros educativos o claustros religiosos a cambio de ciertos privilegios otorgados desde la Santa Sede. La propaganda había alcanzado su objetivo.
La Iglesia Católica siempre ha estado del lado de los gobernantes que no cuestionen los asuntos de la fe, más aún de aquellos que promocionen su reconocimiento como religión única y verdadera. A cambio, guardaban silencio ante la comisión de violaciones de derechos humanos en gobiernos dictatoriales; de hecho, existen muchas imágenes que muestran a curas bendiciendo las armas de fuego que serían utilizadas para la represión del pueblo. Hace poco, en el gobierno de Añez se pudieron captar este tipo de acciones por parte de la Iglesia Católica, pero no es de extrañarse, fue esta misma iglesia la que propició el golpe de Estado de 2019.
La Iglesia Católica guarda silencio sobre los casos de pederastia cometidos en nuestro país. No existen fueros especiales para el juzgamiento de delitos comunes por parte de los miembros de este clero; sin embargo, cuando manifiestan que recibieron denuncias y no las hicieron conocer a las autoridades jurisdiccionales, sea por la razón que fuera, pueden ser juzgados como cómplices pese a que el autor haya fallecido. El cinismo no tiene límites, la Compañía de Jesús estaría ofreciendo una serie de profesionales para que las víctimas puedan ir a declarar su verdad ante sus propios agresores; es más, se indignan porque a la fecha nadie haya asistido.
Hasta antes de 2006, la Iglesia Católica a través de su propaganda logró insertar su ideología en todos los estamentos de Bolivia; llegó a tal punto que la palabra de un cura debía ser cumplida a la par de la autoridad del Estado. Ahora es diferente y por esa misma razón debería intervenirse aquellos colegios administrados por la Iglesia; revisarse la documentación de aquellos clérigos extranjeros que ingresaron al país y, sobre todo, cuestionar la suficiencia técnica y legal para ejercer docencia en Bolivia.