Las noticias sobre lo que ocurre en Jujuy son muy escasas, mientras que las informaciones son poco claras de parte de los medios no alternativos. Reviso un video en el cual, si no supiera su procedencia, en una primera mirada creería que se trata del altiplano boliviano: el paisaje, las personas, las wiphalas y la música son iguales. Pero una periodista argentina da a conocer que está en el corte de Purmamarka, donde las comunidades resisten al ser avasalladas en sus derechos.
¿Cuáles son las demandas de los movilizados? La derogación de la reforma inconstitucional del gobernador de la provincia, Gerardo Morales, ya que, como denuncia una comunaria, “gracias a la reforma que aprobó, entre gallos y medianoche, se van a poder llevar toda nuestra riqueza sin consultar a las comunidades originarias de nuestra provincia”. Otro poblador afirma que “quiere explotar toda la riqueza de nuestro suelo, rico en mineral”.
El sábado 19 de junio las comunidades se encontraban en un bloqueo de caminos y recibieron una feroz represión; se dispararon balines a los ojos y al menos dos hombres jóvenes perdieron la vista.
Aquí quiero detenerme en el modo de represión que, según un nuevo informe global de Amnistía Internacional —publicado en marzo de este año—, repara en que “el uso indebido de balas de goma y otras armas menos letales por la Policía contra personas que protestan pacíficamente es cada vez más habitual y da lugar a más lesiones y muertes”.
En el estallido social de 2021 en Colombia las fuerzas de seguridad utilizaron Venom, un lanzador de granadas de 30 tubos —desarrollado originalmente para el Cuerpo de Marines de Estados Unidos—, a fin de arrojar descargas de gas lacrimógeno contra los manifestantes.
Por otra parte, Michael Crowley, adjunto de investigación de la Fundación de Investigación Omega, afirmó que los balines recubiertos de goma y la munición con múltiples proyectiles “han dado lugar a pérdidas de visión y otras lesiones graves y muertes en todo el mundo”.
Según una evaluación del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (INDH), las acciones policiales durante las protestas que comenzaron en octubre de 2019 dieron lugar a más de 440 lesiones oculares, con más de 30 casos de pérdida de ojo o ruptura ocular. De estas personas ya cuatro se han suicidado a causa de haber perdido la visión; el último caso fue la semana pasada, cuando un joven se arrojó a las líneas del Metro de Santiago.
En Colombia, Perú, Ecuador, Jujuy, los disparos a uno de los ojos son recurrentes, y hasta en España el uso de proyectiles de goma ha causado al menos una muerte por traumatismo craneal y lesiones graves a 24 personas, incluidos 11 casos de lesiones oculares graves, como ilustra el mentado informe de Amnistía Internacional.
¿Qué idea infame se oculta tras esta práctica —ahora recurrente— de disparar a un ojo y dejar a la víctima inhabilitada de su visión de por vida?
¿Es acaso la manera más bruta de las fuerzas represivas de decir: “Tu mirada crítica de la realidad debe ser truncada”?
Sabemos que las mentes enfermas que hay detrás de las torturas y las represiones no son visualizadas y la Policía es utilizada para llevar a cabo sus afanes perversos de represión. Pero no necesitamos mirar para ver la injusticia, la angurria por el poder y el dinero, la maldad en todas sus formas y la paciente sabiduría de los pueblos.