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William Gómez García

Trump el megalómano presidencial

La situación política mundial ha llegado al extremo de sucumbir ante el síndrome de la megalomanía, como parte de esa enfermedad que sufren los que tienen el poder. Es evidente que la grave crisis que vive los Estados Unidos, en aquello que han dado por llamar “Nuevo orden mundial”, ha arrastrado a importantes países del hemisferio occidental, los cuales rechazan cualquier situación que no les sea favorable.

Ante la convocatoria, en el mes de noviembre, de elecciones en los Estados Unidos, luce fuera de todo contexto lo dicho por el expresidente y candidato del Partido Republicano, Donald Trump, de que estallará un baño de sangre en su país, si pierde las elecciones frente al actual mandatario Joe Biden. Esto revela que el pueblo estadounidense está en manos de un Trump exacerbado por la ira. Con una elocuente megalomanía, el anaranjado se hace ver como el insustituible líder mesiánico: con él todo, sin él nada.

Por ello dijimos en un artículo anterior que Estados Unidos está a las puertas de su caída como imperio. El mismo Joe Biden ha acusado a Donald Trump de sacrificar la democracia en su país por el poder, generando una guerra total. Mientras que el anaranjado ha señalado que Biden es una amenaza para la democracia. Tanto republicanos como demócratas cerrarán ese capítulo, donde la doctrina Monroe y su lema “América para los americanos” será parte de una historia que no debió suceder.

El discurso incendiario de Donald Trump y de otros dirigentes republicanos, cuyo núcleo argumentativo va dirigido a los inmigrantes, con insultos llamándolos delincuentes y cuestionando si son seres humanos o no. Incluso ha llegado a llamarlos animales y ser responsables de los altos índices de criminalidad que vive Estados Unidos. Trump, expresó que de ganar la presidencia restaurará la prohibición a viajeros extranjeros que no estén de acuerdo con la política estadounidense y la de Israel. Es decir, Estados Unidos se convertiría en un estado sionista. Trump abrirá campos de concentración para la reclusión de migrantes, mientras se gestiona su expulsión del país.

En fin, Donald Trump está enmarcado en el populismo y la demagogia. Su estado psicopatológico está poniendo en riesgo el sistema político de su país, debilitando sus instituciones, en vista que constantemente está retando a la propia Corte Suprema de Justicia, vanagloriándose de que los jueces que ocupan esos cargos fueron designados por él en una especie chantaje. De ser electo presidente en noviembre, Donald Trump encaminará su gestión a la intervención general de los países que no comparten su política. Entre  bloqueos, sanciones, despojos de fuentes de riquezas, tomando en cuenta que si su vicepresidente es Marcos Rubio, América Latina vivirá una persecución si no se adhiere a sus decisiones.

Vemos que Venezuela será víctima de esas reacciones trumpianas que forman parte de la ira, la rabia, el odio, el enojo, el resentimiento y el miedo. Mientras que el nepotismo será otro de los proyectos que implementará cuando anuncie que su hija Ivanka Trump será su sucesora como candidata presidencial para 2028.


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