En 1922 llegan personeros de la Standard Oil, toman en arriendo el terreno —que trocaban con combustible— colindante al río y se instala el campamento con la primera camada de pertrechos que trajeran los adelantados de la petrolera norteamericana.
Héctor Sánchez Caballero.- Desde aquel septiembre de 1926 fueron varios meses de trabajos forzados en todo el campamento de la Standard Oil, con pesados turnos de 12 horas diarias, fines de semana sin descanso, con mala alimentación, especialmente a los obreros bolivianos que además moraban con sus familias en rústicas chozas y sin asistencia médica regular.
Corría el año 1920 en la cordillera de los chiriguanos. Muy cerca de esas frescas y húmedas alturas, donde 110 años atrás (1810), forzando una amplia panorámica histórica, se desencadena lo que hoy se conoce como El Primer Grito Libertario en suelo Cruceño, encabezado por reconocidos personajes: coronel Antonio Suárez, el cura José Andrés Salvatierra, José Manuel Vaca (Cañoto), el jefe guaraní Barinday, entre otros. El escenario de aquella insurrección triunfal fue dentro y fuera de una empalizada enquistada en San Miguel de Membirai (Choreti, municipio de Camiri) donde moraban soldados de la corona española.
Volviendo a los años 20, Siglo XX, indicar que a las tierras de la señora Carmen Gonzales de Vannucci, viuda que cargaba siete hijos en aquel entonces y dueña de un extenso territorio heredado de su esposo el italiano David Vannucci Foxzy, lugar donde, de a poco, se fue conociendo sobre el inicio de posibles actividades petroleras, noticias filtradas por un viento calmo que las traía del Sur, hizo que empezaran a llegar gentes de varios lugares en el intento de ser empleados por una empresa petrolera que ya se encontraba en camino.
En 1922 llegan personeros de la Standard Oil, toman en arriendo el terreno —que trocaban con combustible— colindante al río y se instala el campamento con la primera camada de pertrechos que trajeran los adelantados de la petrolera norteamericana. Al llegar la gente de la Standard, armaron las primeras carpas del campamento de exploración, casi en las laderas de la serranía Sararenda, lugar denominado Peña Blanca. Entraron en tratativas con la propietaria consiguiendo un terreno que fue el puesto ganadero ‘Isipoti’. En la ribera del río instalaron una bomba de impulsión para la provisión de agua al campamento, hecho que dio paso para que la gente identificara a este lugar como ‘La Bomba’.
En 1923, desde la República Argentina continúa el ingreso de técnicos y cuadrillas de trabajadores de la compañía, una vez que se percataron de las altas probabilidades de la existencia de petróleo en el área de estudio. El año 1924, la Standard inicia sus trabajos en la serranía de El Candado, descubriendo petróleo en Bermejo. Los exploradores que incansablemente rastreaban el oro negro, llegan a orillas del río Parapetí, en el cantón Choreti donde se instaló el campamento, muy cerca de los cerros, pues el clima era más fresco, debido a la naturaleza que abrazaba a la serranía y había abundancia de carnes y vegetales; estaban en las faldas de la milenaria serranía Sararenda. Después de reconocer el terreno y registrar los datos en sus mapas, colocaron mojones, dando por terminada la primera fase.
Continuando con el plan de exploración, la expedición del Dr. Bassler retornó a Orán, para reiniciar sus trabajos en otra dirección. Nuevamente fueron abriéndose paso a través de picadas en medio de la brava vegetación; ubicaron el campamento a orillas del río Bermejo, en la frontera con Argentina. Poco a poco y en forma dificultosa fueron recorriendo la serranía hacia el Norte. La zona era totalmente inhóspita con temperaturas de hasta 37 ºC a la sombra. Los grupos salían todos los días, lloviera o no, a levantar croquis y a cavar pozos. Buscando información se había cubierto una distancia de 400 kilómetros en circunferencia en todo el Sudeste; cada zona figuraba en los mapas levantados con los informes tomados en el terreno.
Una vez finalizado el trabajo de campo, el Dr. Bassler, estampando su rúbrica sobre el grueso legajo de informes técnicos, planos y datos económicos, anunció la terminación de esta etapa exploratoria. Seguidamente, al despedirse de su gente les dijo: “Podemos irnos ahora a casa, satisfechos de un esfuerzo titánico. Os agradezco vuestra amistad y cooperación ¡No olvidaré jamás estos años pasados en una tierra milagrosa donde una riqueza fabulosa espera que los hombres la exploten!” [1].
El 20 de septiembre de 1926 llega al lugar la comisión de extranjeros conformada por el superintendente Sr. Chudiz, el jefe del campamento Sr. Pedersen y técnicos responsables de poner en marcha el proyecto de exploración del primer pozo en la serranía que fuera explorada con detenimiento una y otra vez: Sararenda. Necesitaban al menos dos meses para seleccionar el personal que sería de la partida desde el momento cero de este especial emprendimiento; sin embargo, por la premura del tiempo aceleraron las actividades y se conformaron rápidamente los equipos para cubrir los dos turnos en el área de perforación, cada turno —una vez armada la torre— debía permanecer 12 horas en boca de pozo atendiendo las diferentes actividades definidas en el cronograma convertido a lo largo del tiempo en la rutina del trabajo diario de campo.
De la misma manera, todos los equipos de trabajadores que comprendía el sistema de personal fueron elegidos cuidadosamente tomando en cuenta las capacidades demostradas por cada convocado en las pruebas de admisión. Ese mismo día se organizan los turnos de perforación y los demás trabajos inherentes para su pronta ejecución.
Isipoti
Al darse por concluida la parte legal entre la petrolera y el Gobierno boliviano, personeros de la Standard Oil Company of Bolivia llegan, a lo que hoy es Camiri que en aquellos tiempos se llamaba Isipoti. El gerente de la petrolera T. Moors que vino a Bolivia a elegir entre Charagua, Incahuasi o Sararenda, ordena al jefe de caminos, Ernesto H. King, encaminar sus pasos hacia el cañón de Itanez en la serranía Sararenda, al lugar donde el geólogo Joe Tom puso su marca para comenzar la perforación del primer pozo petrolífero.
El 26 de septiembre, ‘el pito’ —se denominaba así a la sirena que funcionaba por la salida de vapor generado en los calderos y la presión disipada en forma de silbo agudo— sonó retumbando por todos los cañones de la cadena montañosa anunciando el comienzo de la perforación del pozo CAM X1 con la apertura de un agujero de 24 pulgadas de diámetro fijado certeramente produciendo en la atmósfera una cadena de alegres ecos presagiando tiempos mejores. Mientras tanto, los constructores de caminos y en una montaña próxima a Peña Blanca excavaban lo que vendría a ser el polvorín para guardar toneladas de pólvora a ser utilizada en perforación. Los carros tirados a mula tampoco paraban trasladando día y noche material tubular para el pozo exploratorio, desde Formosa (Argentina) hasta Peña Blanca (Bolivia).
Formación del Sindicato Petrolero
Desde aquel septiembre de 1926 fueron varios meses de trabajos forzados en todo el campamento de la Standard Oil, con pesados turnos de 12 horas diarias y con fines de semana sin descanso; con mala alimentación, especialmente a los obreros bolivianos que además moraban con sus familias en rústicas chozas y sin asistencia médica regular. Debido a estas malas condiciones de trabajo, se organiza el Sindicato Petrolero de Obreros de la Standard Oil Bolivia, en marzo de 1927. Los dirigentes nombrados en asamblea fueron: Francisco Paneguine, Casimiro Pereira, Cristina Rivarola, José Medina y Manuel Vaca.
Inmediatamente se confecciona un pliego petitorio, escrito a mano y rúbricas al pie del papel, para ser presentado a las autoridades de la empresa, entre ellos al administrador del campamento Mr. N. G. Pedersen. También se les hace conocer a las autoridades del lugar, al subprefecto de Lagunillas señor Pedro Velasco y al jefe de Policía Modesto Salinas V. Por las dificultades que había para comunicarse con la central de la empresa que se encontraba en Buenos Aires, aceptan esperar el tiempo prudencial de un mes para que consideren la solicitud del pliego presentado y solucionen los graves problemas de los trabajadores.
El 15 de mayo entran en huelga los obreros del pozo CAM X1, situación inédita que obliga a los representantes de la empresa, recurrir a las autoridades del lugar, quienes llegan en busca de soluciones. El sindicalista de origen argentino, Paneguine, expone a la vista de las autoridades las chozas donde viven, les explica que reciben mala alimentación; solicitan ocho horas de trabajo, atención médica permanente y un mejor salario ya que los gringos ganan el triple que ellos y hacen el mismo esfuerzo. El administrador de la Standard Oil explica que ha enviado a Buenos Aires el pliego petitorio, pero que no recibieron respuesta hasta ese momento. Las autoridades locales ordenan al administrador mejoras en la alimentación, dotación de ropa y camas; y apoyan el aumento de salarios de los obreros. Aceptadas las determinaciones impuestas por las autoridades de Lagunillas, se normaliza el trabajo.
A mediados de agosto, arriba al campamento, la comisión inspectora de los trabajos en perforación y en lo administrativo de la Standard Oil, que al terminar sus labores y conocer en detalle los orígenes de la protesta que desembocó en huelga de los trabajadores bolivianos en la serranía Sararenda, la primera conocida en la historia de nuestro país que fuera aplicada por un sindicato en el rubro petrolero. La comisión oficial de la petrolera deja —entre otras instructivas— ordenado el cambio del trabajador Francisco Paneguini, a los campamentos en la Argentina. Con esa medida y tácita actitud represiva quedó prácticamente desorganizado el primer Sindicato de Petroleros de Bolivia, sin que se manifieste oposición alguna de los sindicalizados, dado que en esta región el sindicalismo aún estaba en pañales y los trabajadores no contaban con el respaldo de las autoridades del gobierno central, tampoco existían normas laborales claras que los protegieran.
Mientras tanto, la expectativa crecía en hombres experimentados que llegaron de lejos; ellos vivían la espera a plenitud, cada pedazo de aquellos momentos lo expresaban con nerviosismo y sus rostros se ablandaron mostrándose más sorrisos, contagiando su entusiasmo a los lugareños que estaban a punto de vivir la única experiencia más grande de sus vidas. El momento esperado finalmente llega el 23 de septiembre, fecha en que la empresa y los lugareños habían esperado durante un año con ansiedad, con los nervios tensos y con esperanzas de un inicio prometedor. Aflora el petróleo y la noticia lentamente se expande al mundo; en La Paz y en Buenos Aires es comentada con aderezos en los lugares donde entienden la importancia del acontecimiento; sin embargo, eran pocos los que podían sospechar que esta riqueza se encontraba en un lugar que contenía las reservas más grandes de petróleo descubiertas en Bolivia.
(*)
[1]YPFB: 1936-2004. 68 años de aporte al país.