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Boquerón o la guerra de la estupidez

Las palabras sobran, por eso en esta oportunidad recordaremos una de las películas más emblemáticas de la filmografía boliviana, de sus avatares y sus victorias, que deben quedar grabados en la memoria de todo boliviano.

Hace ocho años y tres meses que se estrenó esta épica película, el 13 de agosto de 2015. Asimismo, se estrenó en Paraguay el 29 de septiembre de 2015. El estreno fue con pompa y boato en el mismo fortín Boquerón ante 1.300 espectadores. Esta fecha se debe a que en la misma se celebró la capitulación del ejército boliviano y también fue el inicio de la arremetida contra el ejército boliviano por parte del ejército paraguayo.

El rodaje se realizó por etapas. Desde 2012 hasta 2015, por varios factores: presupuesto, apoyo logístico y recursos técnicos. Una verdadera epopeya tras bambalinas. Y con el guion y dirección de Tonchy Antezana.

Esta contienda bélica es una de las más documentadas de la historia de Bolivia, ya sea en historia: Masamaclay, de Roberto Querejazu Calvo; en novelas: Prisionero de guerra, de Augusto Guzmán; Laguna H3, de Adolfo Costa Du Rels; y en un conjunto de cuentos, como Sangre de mestizos, de Augusto Céspedes, por mencionar algunos. Y, por supuesto, ahora llevado al cine no solo por un director. Sin embargo, el cineasta orureño emprendió la faraónica labor de hacerlo.

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Este es un pasaje de la historia de Bolivia que ha quedado retratado como una infamia abominable. Y pese a los esfuerzos por recrear el horror de estas batallas intestinas, jamás se podrá conocer la magnitud total de esta ignominia que acabó con la vida de toda una generación de hombres valientes tanto de Bolivia como de Paraguay. Las palabras sobran, por eso en esta oportunidad recordaremos una de las películas más emblemáticas de la filmografía boliviana, de sus avatares y sus victorias, que deben quedar grabadas en la memoria de todo boliviano.

ESTA BALA LLEVA TU NOMBRE

La cinta empieza mostrando las balas que llevan los nombres de los soldados que van a ir a morir, como dice Darío, uno de los personajes. La historia de la batalla de Boquerón empieza en retrospectiva con la muerte de Luis Alberto Araníbar (Sergio Grajeda), uno de los sobrevivientes de la guerra.

No es la típica historia de la defensa del fortín Boquerón. Esta historia está contextualizada con cuatro historias de vida. Cuatro jóvenes representan el arquetipo de joven de las distintas regiones del país con la clase social incluida: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Sucre.

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Tomás (Elmer Mamani) es el soldado oriundo del lago Titicaca. Es de extracción campesina y poco más que un esclavo, ya que el capataz lo sometía. Luis Alberto es de clase media. No tiene padre. Darío (Alejandro Loayza) es el poeta, es de clase burguesa. Darío se llama en realidad José María, pero este falsifica su certificado de nacimiento con el de su hermano mayor para poder ir a la guerra. Es la verdadera historia inaudita, heroica e incongruente que intensifica el filme. Un poeta a lo José Martí¹ que ofrece el pecho para ser acribillado por las balas enemigas. La incoherencia del héroe trágico que sabe que no va a poder ganar, pero que sabe que es su deber enfrentar a la muerte y a lo que venga, como dice el mismo Darío cuando un suboficial le pregunta: “¿Qué hace un poeta en una guerra? Qué mejor lugar para un poeta”. Un poeta como el que aparece en la novela de Vargas Llosa: La ciudad y los perros².

Es la historia de todos los soldados bolivianos y del mundo que van a guerras estúpidas. Guerras que saben que no van a poder ganar porque no están preparados logísticamente. Solo tienen su valor que es el signo de su dignidad, pero el valor sin la inteligencia no es valor, es estupidez. Saber que va a morir como el héroe épico Roldán³, con soberbia en una guerra de niños. Niños viejos, como dice Luis Alberto, cito: “pareces viejo”. Les han quitado su juventud y su vida, soldaditos de papel que no tienen cascos ni botas.

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Sin embargo, el humor negro se halla presente en esta película vital. Ironías macabras. La primera de ellas es la orden de dejar a estos guerreros solos y abandonados para que mueran y sean humillados por unos paraguayos que están mejor preparados. Su única hada madrina es una prostituta que hacía las veces de ser amado divinizado y deificado. Una ramera culta que le dice a Luis Alberto, cito: “Solo tengo música clásica para escuchar”. Asimismo, el temor de un soldadito a estar con una mujer en la intimidad. Un soldado que se orina ante una mujer porque solo es un niño. Una batalla descabellada sostenida por 619 soldados contra 12 mil paraguayos.

LA AMISTAD DE DOS CONTENDIENTES

La amistad de dos contendientes, el capitán Manchego y el soldado paraguayo, hace pensar cómo en muchas guerras son los cabecillas los que deberían estar ahí. Conflictos bélicos como la Primera Guerra Mundial, magníficamente contada en la novela Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque. O la novela Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, en la que los soldados no quieren matar al enemigo.

LA TRINCHERA, AMIGA DE LA TERTULIA

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Este es un largometraje de diálogos. Más que escaramuzas, este guion tiene diálogos, así se llega a conocer a los actores de la contienda. El espectador hace carne del problema en lo que los conoce. Son largas escenas de diálogos. Por ejemplo, el encuentro de la casquivana con Luis Alberto. Las dilatadas tertulias del poeta y Luis Alberto en la trinchera donde los distintos soldados hacían amistad, compartían cigarros, coca y sufrían el agobio de la sed. El espectador que no esté acostumbrado a estas conversaciones dilatadas se aburrirá. Por lo que este proyecto cinematográfico busca descubrir al soldado desconocido.

LA SED COMO UN HADA MADRINA

Pero sobre todo el gran personaje es la presencia de la sed. La gran enemiga era la sed. Una batalla que rememora la cruenta gresca de las Termopilas. Es descabellado pensar que tan pocos soldados hayan podido contener a tantos opositores sin que llegue su hada madrina a socorrerlos. El valor de Manuel Cañoto (Hugo Rosso) reflejado en esta escena en la que corre al frente por una caramañola. Mantiene en vilo el arrebato de Manuel. Descubrir que los personajes se están muriendo de sed casi provoca pedir que nadie en la sala de los cines beba. Tuscales, pajonales son los enemigos más crueles. Así como el calor, la sequedad y la aridez.

LA PELÍCULA

Se puede decir que los personajes principales se tornan ambiguos. A tal punto que no los pueden reconocer si no es por sus nombres. ¿Es por culpa de la guerra? ¿O les faltó caracterización tipológica en el largometraje?

¿Los diálogos no han sido extendidos demasiado? Hay tomas que son más fotográficas que planos secuencia. Le da dramatismo, pero también hace larga la trama. Otra pregunta: ¿Las actrices mujeres actúan bien? ¿Y por buena actuación entendemos que lloran? Y aquí viene la otra pregunta. ¿Es necesario el llanto en una escena? ¿O es que buscamos un referente norteamericano o mexicano que lleva más de un siglo haciendo cine? Telenovelas mexicanas melodramáticas en las que las actrices se arrancan los cabellos y lloran a moco tendido como si una bomba lacrimógena les hubiera caído en la cara o hubiera sido expuesta a pelar 100 cebollas. Al margen de ello, está que este proyecto es un verdadero largometraje que exigió en edición el recorte de varias tomas.

LAS TOMAS

Las tomas panorámicas son increíbles. El lago Titicaca se ve esplendoroso, limpio como si fueran tiempos del incario. Los anocheceres del Chaco con sus ejércitos de insectos, los amaneceres, los crepúsculos, los aviones volando sobre ese bosque infernal y los grises que nos remontan al pasado.

LA EMPERATRIZ DE LA PROYECCIÓN

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Digan lo que digan, la emperatriz de esta propuesta épica es la música. El coro como una tragedia griega está presente en toda la cinta como un personaje de élite. Coros en la despedida del tren (en guaraní) y en las batallas, un violín a la muerte del poeta y la simbología a lo David Fincher en El extraño caso de Benjamin Button, pues en la despedida de los soldados bolivianos en la estación se ve cómo el reloj se halla detenido para siempre. Tal vez debería ir hacia atrás con el deseo de evitar la muerte de tantos bolivianos.

Ah, y me olvidaba, la presencia del actor chuquisaqueño Carlos Gutiérrez Andrade, un servidor. Este fue testigo de las largas jornadas de preparación de un set. El improvisado quirófano de los médicos transportando adobes. Fue una suerte obtener el papel de soldado que le impide al poeta entrar a las filas bélicas. El actor no había bajado de peso y no se había dejado la barba. El actor chuquisaqueño estaba delgado y con una barba de cuatro días y el bigote por una apuesta. El traje de militar no le hacía al actor y cuando el director le dijo que se pruebe el atuendo miliciano, este le hizo.

Pese a ello, como había que recortar el filme, su escena se redujo a segundos, por lo que le dieron un segundo papel de herido en la sala improvisada donde un soldado se vuelve loco. El orgullo de actuar no solo está en el acto en sí, sino en el de reivindicar la memoria de su abuelo, excombatiente de la Guerra del Chaco, Néstor Andrade de Llano.

La batalla más larga ha sido detrás de las cámaras, buscando y yendo a locaciones lejanas, trasladando gente sin el presupuesto necesario o si iba a ser valorada la película. ¿Largas jornadas para armar un set o maquillar o “Falta estito” o “Cómo solucionamos esto?” y la vestimenta y la alimentación y los alojamientos y los grados militares, etc.

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Usted, querido lector (espectador), tiene la palabra. Acuda a la trinchera del cine, pero eso sí, llévese una caramañola llena de agua ya sea para intentar invitar a los personajes o para tomárselo usted. Forme parte de esta epopeya boliviana.

Estos héroes son el arquetipo de hombre sobrenatural y excepcional que nos dio un testimonio de valor y bizarría para el mundo. Esta contienda de Boquerón quedará como ejemplo de valentía para el mundo. Nuestro deber es no olvidarlos y enaltecer el patriotismo buscando la paz y abominando la guerra para que nunca más suceda un Boquerón que nos quite la fuerza vigorosa de la juventud diáfana.

1. José Martí, poeta y revolucionario cubano que murió atravesado por una bala.

2. Mario Vargas Llosa. La ciudad y los perros. Novela del escritor peruano en la que uno de los personajes principales es un escritor.

3. El cantar de Roldán. Poema épico francés basado en el líder militar Franco Roldán.

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