El esplendoroso lago Titicaca, en la región andina, es el legado más visible del antiguo mar interior. Este milenario lago, compartido por Bolivia y Perú, es el cuerpo de agua navegable más alto del mundo y se considera un remanente de lo que alguna vez fue un vasto mar interior.
La Paz, 26 de noviembre de 2023 (AEP). – En las vastas tierras del altiplano boliviano, entre imponentes montañas y valles, yace un legado geológico que evoca un pasado misterioso y majestuoso. A través de los vestigios del antiguo mar interior, Bolivia revela los secretos de un pasado remoto que se extiende millones de años atrás. Esta es la historia del mar interior que una vez ocupó el corazón de los Andes en tierras bolivianas.
El esplendoroso lago Titicaca, a una altitud media de 3812 msnm, es el legado más visible del antiguo mar interior. Este milenario lago, compartido por Bolivia y Perú, es el cuerpo de agua navegable más alto del mundo y se considera un remanente de lo que alguna vez fue un vasto mar interior.
Hace millones de años, el lago milenario se expandía hacia áreas ahora ocupadas por los lagos Desaguadero, Uru Uru y el extinto Poopó, así como los salares de Coipasa y Uyuni, entre otros. Éstos, en el pasado, estuvieron unidos por un colosal cuerpo de agua, el gran mar interior. Según datos científicos, éste, a lo largo del tiempo, tuvo al menos cinco nombres hasta llegar a denominarse lago Titicaca.
Cambios geológicos y huella cultural
Los cambios geológicos, movimientos tectónicos y fluctuaciones climáticas a lo largo de millones de años han transformado la geografía del altiplano boliviano, dando lugar a que, en la antigüedad, gran parte de la meseta de Collao estuviera bajo el agua.
Con base en estudios paleontológicos, el antropólogo y jefe de la Unidad Extensión en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), Milton Eyzaguirre, afirmó que este basto mar interior boliviano se originó en Pleistoceno, en los años 10.000 a.C., después de la última glaciación.
Se extendió hasta la zona de los salares de Potosí, incluso cubriendo con agua lo que hoy en día es el departamento de Oruro. Por eso al secarse, después del Pleistoceno, cuando vino la última edad del hielo, dejó sus remanentes de sal en esas regiones, al ser un mar salado.
“Los remanentes de sal están más o menos en aproximadamente 17 salares que hay en toda la zona altiplánica, Jesús de Machaca, salar de Coipasa y todo eso”, destacó a Crónicas de Ahora El Pueblo.
La afirmación de Eyzaguirre es sustentada por la publicación de Alain Lavenu, en el libro El lago Titicaca, Síntesis del conocimiento limnológico actual, de 1991, donde detalla que las extensiones lacustres máximas ocurridas en esta zona corresponden al final de una glaciación o de un estado glaciar y se deben al deshielo de los glaciares. “Desde principios del Cuaternario, el altiplano ha sido ocupado por lagos que no han tenido siempre la extensión de los lagos actuales. El estudio de los sedimentos lacustres antiguos permite reconstituir la historia de esta cuenca” (Moon, 1939; Newell, 1949; Ahlfeld Ybranlsa, 1960).
Es así que, en el pasado, hace aproximadamente dos millones de años, existió el lago Mataro, que alcanzó una altura de 3950 msnm; posteriormente le sucedió el cuerpo de agua Cabana, que llegó a 3900 msnm; luego el gran Ballivián, que alcanzó 3860 msnm y es el primero de los grandes lagos que fue estudiado por paleoclimatólogos, que estiman existió hace 500.000 años. Posteriormente, hace 191.000 años, le sucedió Minchín y luego Tauca, el último de los grandes lagos del altiplano, que precedió al Titicaca.
“Entonces esos son los remanentes de ese gran mar interior y, claro, justifica porque uno dice: ¿por qué hay sal a esa altura? Entonces, en algún momento, seguramente estaba la Cordillera de los Andes por debajo del mar y cuando comenzó a subirse se subió con agua, con remanentes de océano”, explicó el antropólogo y jefe de la Unidad Extensión del Musef.
Importancia ecológica y biodiversidad
Este antiguo océano interior ha dejado su marca no solo en la topografía, sino también en la historia y cultura de las civilizaciones antiguas, como Tiwanaku, que florecieron en esta región.
Hoy en día, el legado del mar interior se manifiesta en la riqueza ecológica y biodiversidad de la región. Estos cuerpos de agua y sus alrededores son hábitats importantes para diversas especies de aves, mamíferos y flora, siendo un ecosistema crucial en el altiplano.
El vestigio de este importante cuerpo de agua, el lago Titicaca, es testigo silencioso de una rica historia y un legado cultural que perdura en el tiempo, que resuena con significado y simbolismo, conectando el pasado con el presente y recordándonos la profundidad de la herencia de las civilizaciones andinas que han dejado su huella en esta región impresionante y sagrada.
En la opinión de Ezaguirre, este basto recurso hídrico potenció las habilidades agrícolas de las culturas andinas, “que pudieron transformar las variedades de papa en 1.500 y adaptarlas a diferentes condiciones climáticas”.
Legado del mar interior en el alma de Bolivia
El antiguo mar interior en el corazón de los Andes bolivianos representa una historia fascinante y misteriosa que perdura hasta nuestros días. A través de los cuerpos de agua como el lago milenario y sus alrededores.
Bolivia no solo muestra las huellas del pasado geológico, sino también la influencia perdurable de esta historia en la vida actual, la cultura y la riqueza natural del país. El mar interior es un testimonio impresionante de la conexión entre el pasado, el presente y la belleza atemporal de la región andina del sublime territorio boliviano.
Atractivo turístico y cultural
La herencia del mar interior, asociados no solo son recursos vitales para la biodiversidad, sino también destinos turísticos y culturales destacados. La riqueza de la historia antigua, las tradiciones locales y los paisajes naturales atraen a visitantes de todo el mundo.
Lo que queda de este basto gran mar interno, el lago Titicaca y otros remanentes del líquido elemento, son mucho más que cuerpos de agua, es un crisol de cultura, historia y paisajes impresionantes. Su legado, su belleza natural y la hospitalidad de sus habitantes hacen de estos lugares un destino verdaderamente inolvidable para los viajeros en busca de una experiencia auténtica y enriquecedora en los Andes.
Sumergirse en las aguas y culturas del gran mar interior, ahora lago Titicaca, es una invitación a un viaje lleno de descubrimientos y conexión con la esencia misma de esta región mágica de América del Sur.
Desafíos ambientales
Sin embargo, la joya natural y cultural de los Andes enfrenta un problema creciente que amenaza su ecosistema único y su importancia para las comunidades locales. La contaminación, resultado de diversas actividades humanas, plantea desafíos ambientales urgentes que requieren atención y acción inmediata.
A diferencia de la antigüedad, en estos tiempos, las ciudades y comunidades alrededor del lago, en su afán por el desarrollo, han generado un aumento en la generación de desechos sólidos y aguas residuales. La falta de sistemas de gestión de residuos adecuados y de plantas de tratamiento de aguas residuales ha llevado a la acumulación de basura y la descarga directa de aguas contaminadas al lago.
La contaminación tiene un impacto directo en la biodiversidad del lago, afectando a especies de peces nativos y otros organismos acuáticos. La disminución de la calidad del líquido vital y la pérdida de hábitats naturales comprometen la pesca, una actividad vital para las comunidades locales.
La preservación del milenario cuerpo de agua es fundamental no solo para la salud de su ecosistema, sino también para el bienestar de las poblaciones que dependen de él. La lucha contra la contaminación exige un compromiso colectivo y medidas concretas para restaurar y proteger este invaluable e histórico recurso natural, garantizando su existencia para las generaciones venideras.
