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Barbazul, la aristocracia de la delincuencia

En esta oportunidad vamos a destripar (casi como un ajusticiamiento) esta película de una criatura de horror victoriana que dejará al espectador con los pelos de punta y sin poder parpadear ni un segundo, ya que las imágenes darán pie a sentimientos encontrados.

La Paz, 26 de noviembre de 2023 (AEP). – No en vano dice la canción de Charles Fox y Norman Gimbel, Killing me softly  with hit song. El personaje de este filme mata suavemente según el famoso cuento de Barba Azul, el asesino misógino. Otra cinta que no se encuentra en el estante boliviano. En esta oportunidad vamos a destripar (casi como un ajusticiamiento) esta película de un asesino sediento de sangre y sus víctimas, que son interpretadas por una pléyade de actrices bizarras que jamás espectador en Bolivia haya visto.

La directora Amy Hesketh nos regala una criatura de horror victoriana que dejará al espectador con los pelos de punta y sin poder parpadear ni un segundo, ya que las imágenes darán pie a sentimientos encontrados. Unos estarán deslumbrados por el erotismo, pero un segundo después, aterrados con la maldad, las muecas agónicas y la conducta desalmada del personaje de luenga barba y macabra mirada.

EL MATADERO

Barbazul, un hombre dedicado a la moda, seduce a mujeres a través de su aspecto de casanova ayudado del arte. Se casa con ellas para luego matarlas. Pese a ser frío como un témpano de hielo, las conquista con su modus operandi recurrente. Todas las víctimas son conducidas a una hacienda y allá viven horrores antes de morir. Como si fuera este un matadero, las féminas llegan allá en calidad de reses listas para ser sacrificadas.

El acceso a esa casa de campo o hacienda nos transporta a otra cinta: El Resplandor (The Shining), un lugar entre las montañas, inaccesible y lejano; un lugar desolado donde puede ocurrir de todo. El laberinto del camino retorcido es el anuncio de un viaje sin retorno. Un descenso a los infiernos.

La primera víctima, Soledad (Mila Joya), es la que hace un descubrimiento macabro en una habitación. Él, Barbazul le entrega unas llaves y mientras se va de viaje, ella descubre la verdad de una serie de horrores.

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LA CRÍTICA

La acción va lenta, pero in crescendo. Sin embargo, esta vez, el personaje masculino se queda muy opaco. Me hubiera gustado más que trabaje una tipología o caracterización más exacerbada. Sin embargo, no podemos parangonar las actrices que muestran una naturalidad ante el espectador como si estuvieran solas en su habitación. Es fruto de una espontaneidad sin precedentes en el ámbito cinematográfico boliviano. Con carácter, naturalidad y espíritu histriónico.

La historia no revela nunca los móviles de los asesinatos y todo se da con una naturalidad inverosímil que parece que el asesino va a quedar impune a no ser porque el karma nunca duerme y aparece como un ángel vengador al final.

A ratos, el espectador puede estar asistiendo a una obra de teatro, sin efectos especiales, pero parece que lo que prima aquí es la alegoría de la maldad y la condición del ser humano que a veces es perverso y que es movido por fuerzas oscuras y diabólicas al conjuro de sus instintos.

LA PELÍCULA

In media res la acción se presenta como un flash back. Precisamente desde donde se revela la afición sanguinaria de Barbazul por asesinar, ahorcando. Esta vez Jac Ávila (Barbazul) interpreta a un desalmado criminal que tiene por modus operandi matar mujeres jóvenes, pero primero las enamora para luego casarse con ellas. Es el mejor guion de Pachamama Films, ya que comunica más con las imágenes que con las palabras. Entonces, un desfile de mujeres voluptuosas, pero frágiles aparecerá en la pantalla como luciérnagas que brillan y se apagan.

El espectador no dará crédito a la cantidad de féminas que desfilan por ese palio nupcial donde la incertidumbre será no saber de qué van a morir ellas, pero tener la certidumbre de que van a perder la vida.

Soledad (Mila Joya), luego de descubrir un diario secreto, lee el destino fatídico de sus antecesoras como si espectara un filme. Lee y recrea, pero no se atreve a hacer nada. Y es testigo en retrospectiva de todo lo que le ha pasado antes a las anteriores esposas.

La atmósfera del lugar, distante de la civilización, sin electricidad y apenas con la luz de las velas, le otorga un ambiente anacrónico de desolación.

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Acciones recurrentes

Las actrices siempre interpretan a felinas humanizadas.

- Casi todas leen.

- Todas gustan del arte.

EL ASESINO DE LA BUFANDA

Así como en la cinta El lado oscuro del corazón, el actor se deshace de su mujer, con quien momentos antes apareaba, y la deja caer por un abismo. La cama se convierte en un nicho o sepultura. Un catafalco de amor y sangre. Darío Grandinetti arroja a las mujeres que no vuelan por ese hoyo. En este caso, el asesino se deshace de ellas como si fueran basura.

TÚ PUEDES ELEGIR EL COLOR DE TU FÉRETRO

Es curioso, pero cada desafortunada tiene un color distinto de sábanas. Soledad posee sábanas de color blanco; Verónica Paintoux (Annabelle), negras; Ágata, la chica del arte, rojo; y Jane (Amy Hesketh), abigarrado. No por nada los franceses dicen que la cópula es una pequeña muerte. En esta ocasión asistimos a una muerte anunciada. A una sentencia de ejecución. Al patíbulo de la parca. Y el contraste del verdugo aristocrático de negro.

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Wálter, el mayordomo

Un personaje sombrío. Se diría que es el Renfield de Drácula, que aspira a ser el jefe algún día. Por eso usa una corbata, como los croatas que inspiraron el uso de la misma, pero que al final fue confeccionada por un francés. Por eso Barbazul usa bufanda a guisa de corbata. Siempre está presente en las cenas incomodando a las féminas y listo con su botella de vino. También se lo ve con una toalla larga como si fuera un atuendo egipcio, un esclavo egipcio siempre al acecho y con mirada de zopilote.

Y el único momento de humor lo marca el mayordomo al decir en un momento de esos “dos”, al responder a la pregunta: ¿Cuántos terrones de azúcar te gustan? Y una broma macabra es la que le dice el asesino a Maga: “Disfruta el tiempo que te queda”.

Barbazul, un asesino de élite

Este no es el común sicario que acecha en las sombras con un cuchillo, pero tampoco es un Ted Bondy carismático. Se acerca más a un Hannibal Lecter que gusta de buena comida, un buen vino y una exquisita compañía. Eran el preludio a la muerte, por eso los últimos asesinatos se los realiza ante una mesa. Una agonía dantesca ya que los comensales siguen ingiriendo sus alimentos mientras la víctima pierde la vida lentamente. Son escenas que duran varios minutos y en las que se muestra gráficamente de principio a fin la faena de matar. Esa es la escena más brutal y la de Jane que agoniza más de un minuto.

LA FOTOGRAFÍA Y LA MÚSICA

Una fotografía que intensificaba el color de la piel de cada una de las esposas y que en los momentos de las cenas nocturnas recrea una luz de lámparas, como presenciando la época victoriana con mesas y muebles de caoba.

Por lo mismo, una de las mejores escenas es la ejecución de Annabella, ya que su piel marfil de día se torna púrpura a la luz de las velas con el contraste del negro de su mortaja. A la par, Barbazul aparece con ropa negra como un verdugo medieval.

Lo que aterra más es la música que suena en ese momento de pasión como una marcha fúnebre, pero la misma está presente en toda la cinta como un canto lúgubre que oprime y enloquece. Solo dos letanías abaten al público espectador en este largometraje. Sin embargo, una música de jazz le da un toque de contraste. Rompe con lo monocorde de la acción y nos transporta a un Nuevo Orleans de Bolivia. Una música que también sirve de fondo mortuorio. Aunque casi no se nota que fuera La Paz de postal. Muy lejana, la deidad nevada, saluda a los personajes de soslayo.

LA NECROFILIA

Esa es una parafilia que la directora Amy Hesketh no había abordado hasta ahora, bueno, al menos en las películas que yo había visto. Un aspecto que es muy común en los asesinos seriales.

Este es otro giro que la directora aborda como una tesis que propone la inconformidad masculina o la de un Pygmalion que no se conforma con una pareja estable. Su naturaleza le hace desear más y más. Para aquellos bizarros espectadores que gustan ver un filme comiendo palomitas de maíz, les recomiendo no hacerlo, no vaya a estar Barbazul respirando encima de su hombro y los asfixie con su bufanda letal hasta dejarlos pálidos como la parca.

Citando a Franz Kafka, este dice: “Hay un pájaro buscando su jaula”. Casi como si este aforismo del checo nos gritara: elige bien a tus amigos o esposo. No busques tu verdugo. Pero si buscas una película que te deje sin aliento, esta es la indicada.

1. El lado oscuro del corazón. Película argentina de 1992 protagonizada por Darío Grandinetti.


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