Dos chinas acompañan al caporal de la Morenada Central, exhibiendo sicalípticos movimientos y trajes de luces que hicieron más atractiva la gran fiesta vernácula del Ande Boliviano (La Patria, 13 de febrero de 1972).
La Paz, 11 de febrero de 2024 (AEP).- El Carnaval de Oruro es una de las fiestas rituales más importantes de nuestro país y del mundo. En 2001 se convirtió en la primera manifestación cultural de Bolivia proclamada como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Expresa nuestra cultura popular más profunda en una complejidad de lenguajes que van desde lo religioso, lo político y lo socio-económico, hasta la identidad cultural, el arte y su componente lúdico. Como manifiesta Fernando Cajías, además de ser un acto de fe y una obra de arte, es una muestra y refugio de identidad de las culturas que tienen en ella su mayor escenario para reconocerse a sí mismas y mostrarse a los demás.
Esta grandiosa fiesta guarda en su memoria infinidad de vivencias de hombres y mujeres que aportaron a su historia. Una de estas personas es Carlos Espinoza (81), que con amor fue llenando su baúl de archivos durante más de 60 años. En el acervo que fue construyendo se encuentran decenas de colecciones fotográficas, recortes de periódicos, trajes bordados, reconocimientos y testimonios que evidencian su entrega al Carnaval de Oruro. Su presencia derramó arte por distintas fraternidades como Los negritos del Pagador, la Morenada Zona Norte, la Morenada Ferrari Ghezzy, entre otras. Sin embargo, su entrega mayor fue a la Morenada Central de Oruro, que este año cumplirá 100 años desde su fundación, el 29 de noviembre de 1924.
Soy de la Central
En la actualidad, la Fraternidad Morenada Central de Oruro se encuentra plenamente consolidada como una de las fraternidades más representativas e imponentes del carnaval, con proyección nacional e internacional. Llegar a este sitial no fue fácil: tuvieron que suceder muchos eventos y articularse diversos actores, uno de ellos Carlos Espinoza. Él, como patrimonio vivo, es el creador de la ‘figura’ de la morenada, la china morena. Cuando irrumpió con ‘Ofelia’, como era conocida para ese entonces, dio vida a este personaje mítico, seductor y de enorme belleza, que engalana la danza de la morenada en las fiestas populares más importantes del país, especialmente en el Carnaval de Oruro.
Carlos Gilberto Espinoza nació en la ciudad de Oruro el 31 de agosto de 1942. Lleno de emoción, nos comparte su vida de folklorista en la Morenada Central: “El primer momento que me acerqué y entregué mi corazón a la Morenada Central de Oruro fue en los años 70. Fue muy emocionante, tuve una acogida muy grande por los fraternos, especialmente por su directorio. Cómo no recordar a don Ricardo Escobar, Atanacio Quispe y Ramón Escobar, personas amables y generosas, el carisma que les caracterizaba marcaba la diferencia. Para entonces solo era la morenada central, no se había provocado aún la ruptura entre ellos, esa es otra historia. Entonces el directorio se encargaba de toda la organización de la fiesta, los dirigentes atendían a los bailarines, les recibían bien, haciéndolos sentir muy bien, como en familia”.
Nace la figura de la Morenada Central
Carlos concretó su primera transgresión al revolucionar el traje original de las chinas morenas, incluyendo elementos que reflejaban una nueva estética, influenciada por la presencia de las vedettes de los años 60 y 70.
“El primer traje con el que participé en la Morenada Central era de color mostaza, muy sencillo, sin ningún bordado, con telas que estaban de moda en esa época. Recuerdo, con lujo de detalles, que era un cuellito sencillo, cuello garza, que para entonces se usaba, con un collar largo que las damas usaban ese tiempo. Tenía la pollera bajo la rodilla, la botita corta sobre la pantorrilla. Luego, mi máscara me la hizo don Panfilo, inspirado en una careta de ángel, no quería que sea la careta como de la negra Antonieta, sino delicada como el ángel. El color fue un verde con dorado y utilicé un sombrero de paceña. Esa vez no incluí las plumas, era un traje muy sencillo y elegante”.
Después de haber bailado dos años, continuó innovando el baile, tanto la vestimenta como la coreografía, usando telas de colores fuertes en el traje, acortando cada vez más el largo de la pollera y subiendo notoriamente el largo de las botas. Su conocimiento en costura le permitía estar conectado a los colores de moda y hacer que los diseños sean más femeninos que los que se usaban en los años 50 y hasta finales de los 60, cuando la china morena era interpretada por varones vestidos de mujeres. “Antes, las chinas morenas eran interpretadas por varones, señores que tenían la vestimenta muy diferente, tenían la pollera bastante larga, como de las señoras paceñas, y las botas cortitas. Eso hacía que su vestimenta se vea muy diferente”.
Debemos recordar que esos años la ausencia de las mujeres en las fiestas populares, especialmente con este personaje, era evidente. Esto respondía al conservadurismo de la sociedad en su conjunto, que no permitía que las mujeres participen en las fiestas, cuidando las “buenas costumbres y la moral”, en “riesgo” por la narrativa que traía consigo la figura de la china morena. Esta era vista como el pecado de la carne, por sus movimientos de picardía sexual o sicalípticos, su erotismo, sensualidad y libidinosidad. Las mujeres serían mal vistas bailando como chinas morenas, entonces los varones asumieron este personaje. Noticias del periódico orureño La Patria reflejan el carácter de la china morena en los 60:
La Morenada. Sonrisa diabólica y satírica contorsión, contribuyen a la variedad de las figuras del baile de la Morenada. Estos importantes detalles son encomendados a “chinas” como las del gráfico, que no tienen empacho alguno en insinuar sicalípticas intenciones (La Patria, 24 de febrero de 1963).
Atrevidas contorsiones de una “china” de la Morenada, admiran a los espectadores. Estas figuras complementan con sicalípticos movimientos y en contradicción con el pesado andar de los morenos, esta auténtica danza nacional (La Patria, 9 de febrero de 1964).
A partir de los años 70, cuando Carlos Espinoza ya era parte del Carnaval de Oruro, el discurso de la prensa comenzó a vincular a la china morena con otros personajes de la morenada y a identificar a quien encarnaba a esta llamativa figura:
Dos chinas acompañan al caporal de la Morenada Central, exhibiendo sicalípticos movimientos y trajes de luces que hicieron más atractiva la gran fiesta vernácula del Ande Boliviano (La Patria, 13 de febrero de 1972).
No podía faltar la figura de Carlitos para garantizar el éxito del Carnaval y la morenada central en los actos de la fiesta vernácula (La Patria, 12 de febrero de 1975).
Los mismos dirigentes de la Morenada Central manifestaban: “Sin duda que a mediados de los años 70 fueron los más gloriosos y dorados de la historia de la Danza de la Morenada, la participación de personajes como la de Carlos Espinoza (la ‘Ofelia’), habían gestado y promovido la participación de la figura, hecho que ha marcado valiosa historia”.
Esta nueva estética irrumpía como innovación provocativa de la época, con discursos para entonces reprimidos, como el erotismo, la sensualidad y el placer. La china morena es un personaje altamente sexualizado, que provoca admiración y seduce a los espectadores: es un cuerpo abiertamente homosexual que se popularizó y posicionó en el Carnaval de Oruro y otras fiestas.
El rico archivo fotográfico de Carlos Espinoza evidencia estos aportes a la Morenada Central. “Una vez que yo dejé de bailar de figura, don Ricardo me eligió para formar parte del directorio, como director de danza, donde colaboré bastante. Los pasos y la coreografía fueron inspiraciones personales, yo estaba a cargo de la enseñanza a las figuras. Fueron muchos años que participé en la Morenada Central, confeccionaba trajes para las figuras ya mujeres en ese entonces, los diseños eran únicos. Hice trajes para Marcela Gastelu, hija del gerente del Banco de Crédito, para las hermanas Ivette y Cristina Soux, damitas que trabajaban en instituciones bancarias, reconocidas en la sociedad orureña. Ellas fueron las mujeres pioneras en bailar en la Morenada Central de Oruro”.
La historia de la Morenada Central cuenta que la participación de jovencitas desde 1976 a la fecha engalana y da atractivo a esta singular danza, así como la peculiar vestimenta, seductora y sensual, permite el aprecio de miles de espectadores que ansían tomarse unas fotografías de recuerdo del Carnaval de Oruro. Muchas señoritas fueron predilectas del carnaval y otras inclusive llegaron con galardones de belleza nacional e internacional.
Carlos Espinoza es uno de los personajes más importantes del Carnaval de Oruro. Gracias a su presencia surgieron otras ‘chinas’ travestis en las fiestas del Gran Poder y el Carnaval de Oruro, como Barbarella (Peter Alaiza), Titina, Diego Marangani, Candy, Juana, Rommy, Lucha y otras que se apropian del personaje. Después de la prohibición del ingreso de homosexuales en 1974, Carlos Espinoza promovió una nueva incorporación, la de las mujeres. Como él mismo explica, tenía varias amigas a quienes animó a bailar de ‘figuras’ de la morenada.
Por su transgresora contribución, Carlos Espinoza es reconocido como uno de los artistas folklóricos más importantes de Oruro. No solamente bailó en el Carnaval de Oruro, sino también en la fastuosa Entrada del Gran Poder de La Paz, en fiestas de municipios como Huanuni, Quillacollo, Copacabana y en pueblos rurales de Bolivia. Además, ha vestido a centenar de jovencitas con trajes de ‘figuras de la morenada’, quienes hasta el día de hoy llevan el sello inicial de este gran artista.
Este acervo documental en el mundo
El legado documental de Carlos Espinoza está resguardado en el Archivo Q’iwa de la Comunidad Diversidad, que custodia su legado y lo presenta en distintos espacios nacionales e internacionales. Entre el 9 de febrero y el 13 de junio de 2021, se exhibió en salas del Instituto Moreira Salles (IMS) en São Paulo, Brasil, una muestra de 10 fotografías inéditas de la china morena. Esta exposición compartió espacio con la muestra Madalena Schwartz: Las metamorfosis, que visibilizó la historia de la presencia de travestis en América Latina durante la década de 1970, en épocas de represión y dictaduras militares.
El Instituto Moreira Salles de Brasil preserva una de las colecciones fotográficas más importantes de la región y la exposición fue un homenaje a Madalena Schwartz, quien se dedicó a fotografiar a personajes paulistas, en especial artistas transformistas, andróginos y travestis, en clubes nocturnos y en el carnaval.
Luego de esta instalación, la muestra fotográfica La china morena: memoria histórica travesti llegó al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), donde estuvo hasta el 14 de marzo de 2022. Un año más tarde, el 18 de marzo de 2023, la serie de imágenes se presentó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el marco de un simposio sobre justicia indígena y migrante.
Del 14 de abril al 11 de junio de 2023, el Archivo Q’iwa estuvo en el Centro Cultural Auto Italia en Londres, con la exposición denominada El beso de Barbarella. Esta curaduría incluyó 42 imágenes que fueron trasladadas con el mayor de los cuidados hasta la ciudad del Támesis.
Todo este trabajo de difusión del Archivo Q’iwa inició el año 2009, como un deseo personal y político, que más tarde se tradujo en el libro La china morena. Memoria histórica travestí, publicado en 2012. En esta investigación recojo esta intensa búsqueda, destacando el aporte importante de Carlos Espinoza. Actualmente esto desemboca en la preparación de un museo vivo de la Diversidad Sexual de Bolivia, con todo el acervo cultural con el que se cuenta y que se sigue produciendo.
El caminar de Carlos Espinoza y su amor por la Morenada Central articulan su lucha personal como folklorista, coreógrafo, creador de trajes de la figura de la morenada. En el centenario de esta fraternidad, celebramos a una de sus figuras con el mismo espíritu de lucha, en este texto bañado de amor.