El museo fue abierto por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), en 2002, con el fin de difundir a sus visitantes la historia de la migración japonesa a América y la vida de los inmigrantes y sus descendientes, conocidos como nikkei.
Décadas atrás, Yokohama —hoy la segunda ciudad más poblada de Japón, en Asia Oriental— fue uno de los principales puertos de donde partían los barcos con emigrantes japoneses rumbo a América del Sur y del Norte.
Ubicada en la prefectura de Kanagawa, Yokohama es una ciudad portuaria cosmopolita símbolo de la apertura de Japón al mundo y un destacado centro cultural, turístico y económico.
Por esas importantes características, además de otros sitios emblemáticos, esa ciudad acoge al Museo de la Migración Japonesa al Extranjero, en el segundo piso de un moderno edificio de color ladrillo con vistas al estratégico puerto.
El museo fue abierto por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), en 2002, con el fin de difundir a sus visitantes la historia de la migración japonesa a América y la vida de los inmigrantes y sus descendientes, conocidos como nikkei.
El término nikkei proviene del japonés y es utilizado para referirse a los descendientes de inmigrantes japoneses que se quedaron a radicar en distintas partes del mundo, como por ejemplo Bolivia, hace más de 125 años.
“Vienen visitantes que nos dicen ‘pero hay japoneses en Asia, Europa’; sin embargo, este museo se centra solo en el continente americano”, enfatiza Álvaro Ito, del Departamento de Eventos de la Exposición.
A finales de agosto e inicios de septiembre, la Agencia Boliviana de Información (ABI), junto con periodistas de medios de comunicación de Ecuador y Colombia, visitó este museo y otros sitios emblemáticos de distintas ciudades de Japón gracias al “Programa de invitaciones para periodistas extranjeros”, ofrecido por el Ministerio de Asuntos Exteriores del país asiático.
Punto de partida
Ito es el guía de la comisión de periodistas extranjeros durante la vista al Museo de la Migración Japonesa al Extranjero, de Yokohama. Tras guardar las pertenencias en los casilleros y con las cámaras fotográficas en mano, inició el recorrido.
Ito es “nikkei” peruano de cuarta generación. Habla los idiomas español y japonés. Estudió periodismo en la universidad de Lima y tras cursar una Maestría en Cooperación Internacional en Japón, llegó a trabajar a ese importante museo.
Al ingresar a la exposición, el punto de partida es desde una colorida carroza decorada con verduras artificiales, que parecieran apetitosamente reales. Se trata de la réplica con la que los japoneses que emigraron a Portland, Oregón, Estados Unidos, participaron en el Festival de las Rosas en 1921.
“La carroza representa que los japoneses trabajaron duro en la tierra, en la agricultura. Ellos lo que cosecharon, lo juntaron para presentar esta obra en el Festival de las Rosas e incluso fueron reconocidos”, resalta Ito, quien invitó a tomarse una fotografía junto a esta colorida exposición que destaca la mano de obra japonesa.
(Réplica con la que participaron los japoneses migrantes en el Festival de las Rosas en 1921. Foto: ABI)
Tras esa breve introducción, el recorrido continúa. Ito hizo una parada en el muro en el que se encuentra un gigante mapa mundial de las migraciones para explicar a detalle este tema.
Yokohama fue el puerto de salida de la mayoría de los emigrantes japoneses hacia América y otros destinos, desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Miles de japoneses partieron desde ahí hacia Hawái, Estados Unidos, Perú, Brasil, México, Bolivia, Argentina y otros países.
Kanagawa, Hiroshima, Yamaguchi, Fukuoka, Kumamoto y Okinawa fueron las prefecturas principales desde donde más japoneses emigraron a esos países y otros de América del Sur y del Norte.
“Muchos okinawenses fueron a Perú, Bolivia, Argentina (…). No solamente familiares, sino también toda una aldea, incluso una manzana de un pueblo podía emigrar”, mencionó Ito al llegar a la exposición sobre las embarcaciones que partieron con japoneses.
Los japoneses que emigraron a América se dedicaron a diferentes oficios. En Perú, por ejemplo, trabajaron en la agricultura, sobre todo en plantaciones de algodón y caña. Al trasladarse a otras ciudades de ese país, muchos luego abrieron sus propios emprendimientos como los comercios.
En el caso de Bolivia, este país suramericano también acogió, y hasta ahora lo hace, a emigrantes japoneses en las colonias Okinawa y San Juan de Yapacaní, del departamento de Santa Cruz. En estas regiones cruceñas se dedican hasta la actualidad a la agricultura y ganadería.
Según documentación del museo, desde Japón hasta países del continente americano, los viajes de los migrantes japoneses tomaban alrededor de dos meses en barco, como la embarcación Kasato-Maru que transportó al primer grupo de inmigrantes japoneses a Brasil, en 1908.
El periódico impreso que publicó en Sao Paulo sobre esa llegada de migrantes se preserva.
“Hacer realidad el sueño de obtener un dekasegi (trabajar fuera de casa) en el extranjero durante la Era Meiji, era una tarea ardua y difícil. Primero, se debía solicitar un pasaporte y un permiso para obtener un dekasegi en el extranjero (…). A menos que un agente de una empresa de emigración pudiera ayudar al solicitante, no era fácil planificar un dekasegi en el extranjero en aquellos años”, se lee uno de los afiches informativos del museo.
La historia revela que la migración japonesa hacia América y otras regiones no fue casual, respondió a una combinación de factores internos en Japón y oportunidades en el extranjero.
Algunos de los factores internos en Japón fueron la crisis económica en la Era Meiji (1868 – 1912) y el crecimiento demográfico; por otro lado, algunos de los factores en el extranjero, fueron la demanda de mano de obra.
“Lo que hizo también que los japoneses quieran migrar, es que regresaban (a Japón) con bastante dinero y otro estilo de vida. Entonces eso hacía que muchos jóvenes apunten a trabajar y vivir en el exterior”, precisó Ito.
Todos estos datos detallados con cuadros cronológicos, documentos impresos y fotografías inéditas, se pueden encontrar en las exposiciones permanentes, entre ellas la titulada “Historia de las migraciones japonesas al exterior”.
Las exposiciones permanentes implican, además de mapas y fotos de familiares de los primeros emigrantes, cartas, pasajes de barco, el primer pasaporte de Japón (que no tenía la fotografía de la persona, pero sí describía sus rasgos).
A ello se suman los objetos personales de los emigrantes japoneses, entre ellos maletas, utensilios, ropa y recuerdos que llevaron consigo al partir. Muchos de estos fueron donados y son preservados en vitrinas de vidrio.
Sobre las comunidades nikkei, en el museo también hay mapas, fotografías y maquetas de las actividades a las que éstos se dedicaban en los países de América donde llegaron a radicar.
De acuerdo con Ito, actualmente hay aproximadamente 5 millones de nikkei en el mundo, la mayoría de ellos se registra en Brasil, principalmente, seguido de Estados Unidos, Japón y Perú.
Así el recorrido por el museo, cuyo ingreso no tiene costo, toma casi una hora. En el lugar es posible tomar algunas fotografías, pues se cuida bastante las reliquias; sin embargo, al pie de cada objeto o vitrina se indica si está o no autorizado captarlo con el lente de la cámara.
(Exposición de los objetos personales que los migrantes llevaron consigo. Foto: ABI)
Renovación
Antes de su apertura, el Museo de la Migración Japonesa al Exterior de Yokohama realizó actividades de investigación durante unos tres años. Se recopiló información de las instituciones homólogas en otros países y de las organizaciones nikkei.
En 2022, el museo renovó una parte de sus instalaciones permanentes. Para mejorar la accesibilidad de las exhibiciones, incorporó audioguías, baldosas podotáctiles (sirven de piso para personas con discapacidad visual) y explicaciones en Braille. Asimismo, se introdujo objetos para ser tocados libremente por los visitantes.
El museo superó las más de 700.000 visitas y espera recibir a muchos más visitantes para difundir de manera amplia, especialmente entre las generaciones más jóvenes, la historia de la emigración japonesa al extranjero, así como la de los emigrantes y sus descendientes.
“En un mundo cada vez más comprometido con los valores de la multiculturalidad, las figuras de los migrantes pioneros y sus descendientes resultan inspiradoras. La voluntad de convivir en armonía, la búsqueda de la prosperidad conjunta, el respeto por la cultura del otro, son experiencias comunes de los inmigrantes que nos sirven para comprender mejor el mundo al que nos enfrentamos”, reflexiona el museo en un material informativo.
ABI