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(Foto: RRSS)

As Beatas: historias solapadas en las colecciones del MNA

Es poco lo que se puede decir sobre la obra de María Teresa Berrios, pero, y sin duda, estás huellas nos motivan a adentrarnos más en la investigación sobre las mujeres creadoras de nuestro país, ejercicio que actualmente el Museo Nacional de Arte lleva adelante.

La Paz, 01 de octubre de 2023 (AEP).- El Museo Nacional de Arte (MNA) está en proceso de montaje de la bienal permanente. Exposición que será inaugurada este mes de octubre y que tiene por título Creadoras, mujeres artistas en Bolivia. La muestra visualiza el pensamiento, las influencias y el contexto socio-histórico de las mujeres creadoras en la historia de nuestro país enfatizando en sus aportes a la historia del arte. 

A continuación se relata en tono anecdótico el encuentro con un actor relevante en la historia del arte, las artistas mujeres, quienes, a excepción de pocas artistas, han sido solapadas de la historia oficial. Haciendo énfasis de este olvido malintencionado, el siguiente relato se vuelca en su visibilización.

As Beatas (1969), de María Teresa Berrios

As Beatas (1969) de María Teresa Berrios forma parte de la colección del MNA; por varias razones está seleccionada para ser parte del proceso curatorial de la muestra. Previo a su montaje, la obra fue atendida en el taller de restauración del MNA. El lienzo, con una dimensión de 170 cm x 160 cm, forma parte del eje que mostrará a las mujeres en el arte del siglo XX. Mi interés por escribir algo sobre la obra devino mientras se volcaba el lienzo; sin embargo, de inicio, mi interpretación comienza por su lado visible.

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La obra muestra a un conjunto de beatas. Justo en el medio del lienzo está representada una mujer joven, de cabello castaño con el rostro semicubierto, no se distinguen sus rodillas en los reclinatorios como se distinguen las rodillas de las mujeres arrodilladas que están a su alrededor. La beata de la izquierda porta un velo de encaje y un vestido fino con gorguera; resalta por su esquelética figura que termina en delicados dedos, con anillos, tomando una Biblia. La beata de la diestra lleva tapado y vestido negro con mangas largas de encaje, también con Biblia en mano, su mirada está enfilada directamente al medio de la escena. La beata joven no hace contacto visual ni con las beatas ni con el Nazareno, que ocupa el lugar del espectador. Es una representación difusa. Tiene la cabeza baja, mira fijamente al piso con la cabeza inclinada hacia su hombro izquierdo, no lleva velo (símbolo de identificación de las beatas). El cabello le cubre la cara, un aparente mechón ensortijado se desliza por su pecho; las leves ondulaciones que marcan su tórax conlleva a considerarla como bastante joven. Detrás de ella, una monja monástica en aparente levitación porta un capuchón, más propia de una orden masculina mendicante. La obra llama la atención por la simbiosis ocurrida entre la monja de añejos votos y la perpleja joven mujer. Ocurriendo una suerte de transición, pues el cuerpo de la monástica se entreteje en la recién conversa. Hábilmente la artista crea un lienzo que pudiera considerarse arte naif, pero la transmutación en desarrollo de las beatas abre diversas hipótesis. En la parte superior hay un collage a manera de ventana roja, una suerte de alegoría de fuegos infernales que gobiernan fuera de la escena.

Al volcarse el lienzo eclosionó un mundo de detalles de la obra y su contexto. En la parte derecha persiste un sticker con la inscripción “Bienal de São Paulo”, con sello y firma del Fiscal de Impuesto Aduanero, el 10 de septiembre de 1969. Características del cuadro: título: Las Beatas, técnica: mixta, precio: $us 500, propietario: María Teresa Berrios, dirección: avenida Villazón 1900, La Paz-Bolivia. También se observan rúbricas del Centro de Catalogación de Patrimonio Artístico y Ministerio de Cultura, Información y Turismo, Departamento de Patrimonio Artístico (La Paz-Bolivia), este último de producción más reciente. La obra entró en calidad de transferencia en 1996 al MNA. Por los detalles se evidencia que la obra forma parte de la delegación boliviana en dicha bienal.

Berrios, Bolivia en la X Bienal de São Paulo

En la sección de artes plásticas del catálogo de la X Bienal se expone el documento curatorial de la presencia boliviana bajo el control del Ministerio de la Educación y Bellas Artes, no se inscribe el nombre de ninguna autoridad, pues en 1969 Bolivia tuvo tres presidentes: René Barrientos Ortuño, que muere en un accidente de helicóptero en Arque  (Cochabamba) el 27 de abril, asumiendo el vicepresidente, Luis Adolfo Siles Salinas, quien sería derrocado por un golpe de Estado encabezado por Alfredo Ovando Candia, el 26 de septiembre de 1969. Se podría intuir que la participación boliviana fue gestionada durante el gobierno de Siles Salinas.

La comisaría para la presencia boliviana estaba bajo responsabilidad de Norah Beltrán, artista que radicó por varios años en Brasil e hizo su vida ahí. En un párrafo la comisaría sintetiza los rumbos que tomaba la pintura en el país, refiriendo la preponderancia de las corrientes indigenistas enmarcadas en su pasado histórico, “las tradiciones artísticas desde la época del antiguo Tiahuanacu, han dado como herencia al artista especialmente plástico, una mentalidad integrada en la América indígena”, causa de su desvinculación con la vanguardia pictórica mundial. No obstante, la “fuerza de la herencia”, refiere, es dadora de un lenguaje de gran envergadura, lenguaje usufructuado por algunos artistas (María Luisa Pacheco y Alfredo Da Silva). Continuando este sendero la delegación boliviana está compuesta por jóvenes artistas, de vocación “independiente”. La delegación está formada por Gíldaro Antezana, con 4 obras en pintura, óleo y técnica mixta; Magda Arguedas, con 3 obras en óleo; Herminio Forno, con 4 obras en piroxilina; Ricardo Pérez Alcalá, con 2 obras en óleo; Hugo Rojas Lara, con 4 obras en serigrafía; Mario Velasco, con 4 obras en técnica mixta, y María Teresa Berrios, con 4 obras en técnica mixta. Tres de las expuestas por la artista en la bienal forman parte de la colección del MNA, nos referimos a Grandes Esponsais (1969), Amor de Perdição, (1969) y As Beatas (1969).

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En la última edición de Pintura en Bolivia en el siglo XX de Pedro Querejazu, señala a una “generación intermedia” 1965-1975; dicha clasificación le permite agrupar en base a regiones y temas específicos a algunos artistas de esta segunda mitad del siglo XX que quedan medio sueltos. En la lista están varios de los mencionados más arriba, pero no está María Teresa Berrios, y no existen referencias a su obra. De esta generación se dice: “Está constituido por artistas, en general, más jóvenes que el promedio de aquellos de la del 52. Su producción, que se inició hacia 1965, se caracterizó por la disolución de las polémicas políticas, ideológicas y estéticas de la década y media precedentes, y porque desarrollaron técnicas nuevas o trabajaron los temas comunes de tendencia nacional desde nuevas aproximaciones. Este grupo se concentró en el individuo y en los grupos humanos de las crecientes urbes” (2019: 282)

El contexto de la X Bienal de São Paulo

En comunicación con Samuel Titan, curador de Madalena Schawrtz Las Metamorfosis, transformistas y travestis en São Paulo (Brasil), años setenta, exposición que se presentó meses atrás en el MNA, ahondamos en preguntas respecto a la importancia de la Bienal de São Paulo. La bienal surgió como un proyecto de la oligarquía económica apoyada por la élite política que apostó por convertir a São Paulo en un epicentro del arte moderno conectada a su potencial industrial y financiero. Desde sus orígenes se movió con cierta autonomía hasta el día de hoy la ciudad transforma sus ritmos de vida una vez ocurre su inauguración. 

El potente mercado de arte paulista debe su existencia a la presencia de migrantes europeos, sobre todo italianos. Eso se refleja en que la colección de pintura metafísica italiana más importante del mundo de las primeras décadas del siglo XX está resguardada en esa ciudad. En este grupo de migrantes resalta la familia ítalo-brasileña Matarazzo, fundamental en la creación del Museo de Arte Moderno de São Paulo e impulsora de la bienal. Después de la Bienal de Venecia la de Sao Paulo es la segunda en importancia del mundo, cumpliendo un poco más de medio siglo, su impacto puede verse en un importante número vernissage en los espacios de cultura y arte así como en movimientos dinámicos en el mercado del arte: coleccionistas, galeristas y artistas.

Aunque la historia del arte en nuestro país ha levantado una rígida pared separando las corrientes abstractas de las del muralismo social, señalando que estas últimas impulsan un arte comprometido y que los abstractos se desligan de las polémicas ideológicas y militancias políticas, a razón de irradiar un lenguaje mundial. El contexto brasileño no ahondó en esa controversia, pues artistas de izquierda hicieron trinchera en las vanguardias modernistas, entre ellos Mário Xavier de Andrade Pedrosa o José Ribamar Ferreira (Ferreira Gullar), conocidos por su militancia en el trotskismo.

La X Bienal de São Paulo de 1969 estuvo abierta entre septiembre y diciembre, a manera de memoria del encuentro de artes visuales cuenta con un catálogo de 490 páginas, accesible gracias a la Fundação Bienal de São Paulo. La X Bienal estaba dirigida a las artes plásticas, joyas, teatro, arquitectura, libros, ciencias y humanismo. A efecto de la estructura del catálogo se constata en sus primeras páginas que se hace un reconocimiento a las entidades de comercio e industria paulista que patrocinan la bienal, además de las instituciones federales y municipales. La X Bienal contó con la participación de 55 países de todo el mundo (2 de África, 19 de América, 19 de Europa, 13 de Asia y 2 de Oceanía), la versión de ese año ajusta los principios de la exposición de artes visuales a las del gobierno de facto, enfatizando los vínculos de arte, ciencia y tecnología, referencia clara al lema de la bandera del vecino país. La bienal cierra con el discurso de que están en exposición las diversas manifestaciones del espíritu humano, reuniendo a hombres y mujeres de las distintas ideologías, razas y credos, con el único requisito de su cooperación a través del trabajo. El catálogo cuenta con imágenes de obras de todos los países, menos de Bolivia, seguramente porque las disputas por la silla de gobierno imposibilitaron la captura de imágenes y su envío de manera anticipada. 

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La versión de 1969 rinde homenaje a “Sua Excelencia o Senhor Marechal Arthur da Costa e Silva (Presidente do República)”, quien murió el 17 de diciembre de ese mismo año, entrando en su reemplazo una Junta Militar encabezada por el Gral. Emilio Garrastazu Médici. Desde 1964 la sociedad brasileña fue presa de un régimen militar. Para 1969 los poderes estaban desmedidamente concentrados en el ejecutivo a efecto de la promulgación del Acto Institucional Nº 5, conocida como la AI-5,  que suspendía  garantías constitucionales y el Congreso de ese país. Con militares a la cabeza, el más recordado del régimen es el general Medici, a quien se le atribuye la narrativa del “milagro económico brasilero”, bajo el lema de “orden y progreso”. En este marco la delegación boliviana hizo presencia en la máxima exposición de artes visuales de nuestro continente.

A manera de cierre

Lo posterior de un lienzo es también un palimpsesto, ahí quedan ocultas múltiples historias y habitan entre los hilos del algodón, de lino o cáñamo la memoria de muchas creadoras de arte. Es poco lo que se puede decir sobre la obra de María Teresa Berrios, pero, y sin duda, estás huellas nos motivan a adentrarnos más a la investigación sobre las mujeres creadoras de nuestro país, ejercicio que actualmente el MNA lleva adelante. De la autora se dice que nació en La Paz en 1945 y que estudió artes en la Real Academia de San Fernando de Madrid y en la Academia Artium de Eduardo Peña (España).

* Pedagogo a.i. MNA


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