El Bicentenario de nuestro país y la conmemoración de los doscientos años de la Confederación Perú-Boliviana ofrecen la oportunidad de rendir un merecido homenaje al escultor más prolífico del siglo XX en Bolivia, cuyas obras, aún en espera de ser plenamente reconocidas, aguardan ser descubiertas por la población boliviana actual.
En la ciudad de La Paz, en el barrio de Obrajes, avenida Roma, se encuentra imperceptible el taller de quien fuera el célebre escultor Víctor Hugo Barrenechea. Este artista fue uno de los talentos más grandes de la escultura boliviana y latinoamericana y en su taller todavía se encuentran moldes de esculturas que aún esperan su vaciamiento, además de maquetas y proyectos que en su momento persiguieron el objetivo de emplazar obras de arte en nuestras ciudades, tanto de próceres como de símbolos que representen nuestra identidad nacional, tal como sucedió en vida del escultor.
Víctor Hugo Barrenechea Villegas nació en la ciudad de Sucre el 1 de mayo de 1929 y falleció el 14 de marzo de 2016 en la ciudad de La Paz. Es hijo de Clotilde Villegas y el escultor potosino Nicanor Barrenechea Paredes. Por esto, el niño Víctor Hugo Barrenechea creció vinculado a la escultura, siendo su primer maestro su padre, quien fue uno de los primeros escultores bolivianos, autor de la escultura de Alonso de Ibáñez en Potosí y de trabajos en el Castillo de la Glorieta y la Catedral Metropolitana de Sucre.
Esta inclinación artística llevó a Víctor Hugo a ingresar en la histórica Academia de Bellas Artes Zacarías Benavides, fundada en 1939 por iniciativa de Zacarías Benavides, bajo la tutela del Ateneo de Bellas Artes de Sucre. En la Academia, Barrenechea se formó junto a quienes serían importantes artistas como Gil Imaná, Lorgio Vaca, Wálter Solón Romero, Josefina Reynolds, Enrique Valda y Roberto Prudencio, entre otros, siendo sus profesores Juan Rimsa, Jorge Urioste Arana, Luis Bayá, Josefina Reynolds, Nanet Zamora, Néstor Villanueva, Enrique Valda del Castillo, Víctor Chvatal, Wálter Samden, Alejandro Ortega y Luis Wallpher Bermeo.
Este último, pintor ecuatoriano que se destacó por sus temas clásicos, figurativos, costumbristas y de realismo social indoamericano, fue el maestro que lo ayudó a perfeccionar las habilidades de escultor, dotes que llevaron a un joven Barrenechea a recibir un cargo ad-honorem en la Academia de Bellas Artes sucrense, antes de su salida hacia otras ciudades del país.
Talento desbordante
Es así que el talento desbordante de Barrenechea, caracterizado por una gran habilidad de retratar finamente las facciones de sus modelos, no podía quedarse únicamente en la capital boliviana. Necesitaba darse a conocer en todo nuestro territorio. Hacia 1948, en el aniversario de La Paz, Barrenechea se presentó en la Exposición Feria Internacional del Cuarto Centenario de la Fundación de La Paz, donde se organizó una muestra con diferentes pabellones internacionales, productos industriales y eventos culturales, e incluso la entrega de las Actas del Cabildo de La Paz de 1548 por el embajador británico al alcalde de La Paz. Allí, en el segundo piso del pabellón de la feria, se anunciaba una exposición de arte de la que Barrenechea fue parte, representando a Chuquisaca y recibiendo una muy buena acogida.
De esta manera, muy tempranamente, el reconocimiento a su obra llevó a Barrenechea a recibir una invitación del presidente Enrique Hertzog a cursar una beca en Italia hacia fines de los años 40, la cual por problemas políticos registrados en el país no pudo ser aprovechada. Sin embargo, un inquieto Barrenechea viaja a Cochabamba, donde trabajó perfeccionando su técnica por más de un año en la Escuela de Cerámica y Escultura.
Es a partir de 1952 cuando la labor artística de este maestro se consolida como una de las más destacadas de la escultura boliviana y se materializa en diversas obras monumentales, principalmente monumentos al minero en todos los campamentos mineros del país, particularmente en Potosí y Oruro, siendo su escultura en la mina Siglo XX, en Catavi, el primer monumento al minero, al que debe sumarse la mención del grupo alegórico de seis figuras de mineros emplazados en Oruro, en el Socavón, donde se incluye por primera vez una estatua a una mujer minera o ‘palliri’. Ambas icónicas, esculturas ampliamente reconocidas por la población en general.
Posteriormente, Barrenechea procede a crear y modelar diversas estatuas y monumentos tanto de próceres como de personajes nacionales y extranjeros. Las estatuas del Dr. José Baldivieso, en la ciudad de Tarija, y del Gral. Eliodoro Camacho, en Inquisivi, impulsan una carrera próspera para este novel escultor, quien lograría adjudicarse algunas de las esculturas más importantes en el país por su tamaño y significación.
Esculturas monumentales
Ya hacia fines de la década de 1970, el talento de Barrenechea supera sus propios límites en una de sus esculturas mejor logradas, además de ser una de sus predilectas. Es el monumento a Juana Azurduy de Padilla en el aeropuerto de Sucre, que tiene casi tres toneladas de peso de las cuales más de dos toneladas se encuentran flotantes. A esta proeza escultórica pueden sumarse otras esculturas, todas ellas de mucha importancia, como el monumento a los defensores de la Columna Porvenir en la Guerra del Acre, ubicado en Cobija, que contiene cinco personajes que representan a Nicolás Suárez, soldados, indígenas y pueblo que defendieron la patria; en La Paz el monumento a Vicenta Juariste Eguino, que consta también de un friso en relieve hecho por primera vez en Bolivia, el cual representa a las mujeres heroínas de la Colonia, Simona Manzaneda, Bartolina Sisa y Simona Sinosain, o la estatua de tres metros de alto de Andrés de Santa Cruz, emplazada en la localidad de Huarina. Además, como si fuera poco, Barrenechea cuenta en su obra con esculturas monumentales ecuestres en el interior del país, algunas de más de cinco metros, como es el monumento a Moto Méndez en Tarija, monumento a Simón Bolívar, en Potosí, y Esteban Arze, en Cochabamba, entre otras.
La vida artística de este escultor fue prolífica. Todos los departamentos de Bolivia tienen diferentes calles, avenidas y plazas con las estatuas y bustos creados por el talento de Barrenechea. Y es que este artista no fue solamente “talento”. El escultor realizaba estudios para sus obras, sea con la intención de efectuar una proeza técnica, como es el caso del monumento a Juana Azurduy, en Sucre, o para motivar su capacidad de generar escenas, como hizo para la realización de la escultura Columna el Porvenir, en Pando, para lo que viajó a Sucre a hablar con Gunnar Mendoza y Benedicto Durán, además de revisar documentos históricos del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) en busca de información que enriquezca la escultura.
Más allá de las fronteras
Y es que Víctor Hugo Barrenechea se destacó a tal nivel que en el exterior del país también existen numerosas obras suyas, repartidas entre Venezuela, Ecuador, Argentina, Alemania, España, y Estados Unidos, por mencionar algunos de los países que albergan la obra del destacado escultor sucrense. Entre estas, se destacan los monumentos ecuestres de Simón Bolívar, erigidos en sus correspondientes pedestales en las ciudades de Quebec, en Canadá; San Francisco, California; Maturín y Cumaná, Venezuela y los bustos de Jhonn F. Kennedy, ubicado en Washington, Estados Unidos, y el busto del Mariscal Andrés de Santa Cruz, ubicado en el Panteón de los Héroes en Caracas, Venezuela.
La virtud de la obra de Víctor Hugo Barrenechea Villegas ha merecido un amplio reconocimiento durante las últimas décadas de su vida, contando entre sus archivos con numerosas medallas, diplomas, trofeos, etc., los cuales se exponen en el Museo de la Revolución en la Plaza Villarroel de la ciudad de La Paz, donde además se albergan algunos modelos de sus esculturas. A estos reconocimientos se suma el nombramiento de la avenida con el nombre de Víctor Hugo Barrenechea Villegas por Resolución Autonómica del Concejo Municipal de Sucre N°334/21, de 11 de octubre de 2021, en justo homenaje póstumo a su trayectoria artística.
Hoy por hoy, su estudio, el que otrora fuera la fábrica de ideas donde el escultor realizaba los moldes de tan importantes esculturas, reúne los proyectos de Barrenechea que no fueron materializados por una u otra circunstancia. Belisario Salinas, una escultura ecuestre del Mariscal Andrés de Santa Cruz, un Quijote tamaño natural y algunas figuras religiosas, además de distintas escenas costumbristas representadas en magníficas maquetas, esperan su realización.
Y son numerosas las oportunidades de rescatar este patrimonio artístico nacional, no solo para su conservación, sino para su perpetuidad en la cultura nacional. La celebración del Bicentenario de nuestro país y, posteriormente, la conmemoración de los doscientos años de la Confederación Perú-Boliviana, brindan oportunidades de realizar el reconocimiento justo para quien fue durante el siglo XX el escultor más difundido en los espacios públicos de nuestro país, realizando estas obras que se encuentran en espera de ser conocidas por la población de la Bolivia actual.
Ahora El Pueblo/Crónicas/Miguel Pecho Salvador