La 38ª RAE 2024 se consolidó como un evento clave para destacar el agua como un recurso sagrado y vital, explorando su impacto cultural y ambiental a través de conferencias, exposiciones y actividades culturales.
Era una mañana fría en las alturas de los Andes, donde el agua brota de la tierra como un susurro ancestral. En Charazani, un pintoresco pueblo de La Paz conocido por sus aguas termales, una anciana aymara se detiene junto a un arroyo. Su mirada se pierde en el flujo cristalino, evocando las historias de sus ancestros que le enseñaron a ver el agua no solo como un recurso, sino como un ser viviente que nutre, cura y conecta a las personas con su entorno. Para ella, y para muchas comunidades indígenas, el agua es un vínculo sagrado que une el pasado, presente y futuro, un símbolo de la continuidad y vida.
Este sentimiento de reverencia por el agua resonó con fuerza en la 38ª Reunión Anual de Etnología (RAE), del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), que se consolidó como un evento de referencia en el ámbito académico y cultural de Bolivia. Este año el encuentro se desarrolló entre el 19 y 23 de agosto y se posicionó como el epicentro de la reflexión sobre el agua, atrayendo a investigadores, académicos y artistas tanto de Bolivia como del extranjero.
Elvira Espejo, artista plástica boliviana, tejedora, narradora de la tradición oral, documentalista, poeta y directora del Musef, subrayó que el evento marcó el inicio de un desafío para los jóvenes en el análisis y la comprensión de cómo las comunidades se relacionan con el agua.
Reflexionó que, mientras en castellano el agua se considera un sustantivo masculino, en aymara y quechua se emplean términos como mama yaku (madre agua), mama phara (madre lluvia) y mama qucha (madre río). Estos términos evocan una visión distinta del agua, vinculándola con lo femenino como dadora y generadora de vida, y resaltan su profunda interconexión con el entorno.
Espejo explicó que, en muchas ocasiones, el agua se considera simplemente un recurso en términos formales y verticales, destinado a servir las necesidades. Sin embargo, desde la perspectiva de las comunidades indígenas, el agua es un ser que habita todos los espacios y que, por lo tanto, debe ser cuidado. “Esto nos convoca a una reflexión epistémica para desarrollar un mayor respeto hacia el ser del agua, que es vital para la vida de todos los seres”, destacó Espejo en una entrevista con Telesur.
Eventos que inspiran reflexión
En lo que respecta a las conferencias sobre el tema, el colombiano Cristo Facundo Pérez abordó el futuro energético y la gestión del agua en Potosí, explorando los desafíos que la región enfrenta en medio de la transición energética global. Su presentación subrayó la urgencia de abordar la contaminación hídrica histórica, a la vez que ofreció soluciones para la sostenibilidad futura.
Por otro lado, Alexander Herrera Wassilowsky, profesor e investigador en arqueología de los Andes, brindó una mirada profunda sobre el papel del agua en la configuración de la identidad cultural andina a lo largo de la historia. Su análisis del territorio y el agua ofreció nuevas perspectivas para enfrentar la actual crisis hídrica.
La participación del antropólogo y músico boliviano Bernardo Rozo L. también dejó huella. Su enfoque sobre el agua como una entidad relacional invitó a los asistentes a reconsiderar su interacción con este recurso vital, ampliando el diálogo más allá de las nociones tradicionales.
Las ponencias se centraron en la relación entre las comunidades y el agua, abordando temáticas desde la cosmovisión ancestral hasta prácticas contemporáneas. Destacaron las presentaciones sobre los flujos del agua en los Andes bolivianos, la curación medicinal en Charazani mediante aguas termales, y la importancia de elementos como el agua y el fuego en las prácticas mágicas Tsimane.
Los ponentes exploraron nociones de contaminación y pureza, así como los significados culturales del agua en diferentes regiones de Bolivia y América Latina. La exploración de la toponimia, la fauna lacustre y los rituales asociados al agua como profundización en su simbolismo dentro de comunidades como Llojllata Grande y Jesús de Machaca.
Las ponencias concluyeron con un enfoque sobre la representación del agua en la cerámica de la Isla Pariti y en la ciudad de La Paz, con un análisis de la dualidad de los ríos y su impacto en la vida urbana. La inauguración oficial del evento cerró con la presentación del catálogo Mama yakux kawsan, donde se resalta la vitalidad del agua en las diferentes culturas.
Así también se sumó la Feria de Experiencias: Bosques Guardianes del Agua, organizada por Conservación Internacional Bolivia en colaboración con el Musef. Durante el evento, las comunidades rurales de Alto Beni, Guanay, Teoponte y Zongo compartieron sus experiencias en la conservación de bosques y fuentes de agua a través de la agroecología y el turismo comunitario.
La feria ofreció productos como miel de abejas nativas y cacao premiado internacionalmente, además de generar un espacio de reflexión sobre sostenibilidad y defensa del medioambiente.
Un encuentro entre arte y conciencia
El trabajo investigativo y académico desarrollado a lo largo de la 38ª Reunión Anual de Etnología tuvo su culmen en la presentación de un catálogo mayor de 500 páginas, que se consolidó como uno de los grandes hitos del evento. Esta publicación no solo recopila más de 20 artículos producidos por destacados investigadores y expertos de diversas disciplinas, sino que también incluye una detallada catalogación de 100 piezas culturales provenientes de diferentes épocas y regiones de Bolivia.
Entre las piezas se encuentran objetos ceremoniales, esculturas y artefactos cotidianos que trazan un panorama integral del patrimonio material e inmaterial del país, destacando la diversidad histórica y cultural que aporta a la identidad boliviana. El catálogo es un testimonio del profundo compromiso del Musef con la preservación y promoción del patrimonio cultural boliviano, un esfuerzo colaborativo entre académicos y las mismas comunidades indígenas, quienes son las verdaderas guardianas de este conocimiento ancestral.
Otro de los puntos culminantes de la RAE 2024 fue la exhibición museográfica Agua y Vida, que capturó la relación vital entre las comunidades andinas y el agua. Las tres salas de la muestra presentaron esculturas, cerámicas, murales y otros objetos culturales que reflejan la cosmovisión ancestral sobre la abundancia, la vida y el agua. La exposición fue un viaje visual y emocional que conectó a los visitantes con los paisajes hídricos bolivianos y las tradiciones espirituales que rodean el uso del agua.
La RAE también contó con una sección audiovisual, donde se proyectaron documentales como Urus, del agua vengo, de Sara Aliaga Ticona, y Warmis, guardianas del agua, de Paola Gabriela Quispe Quispe y Andrés Zegada Moscoso, los cuales hablan de la crisis hídrica desde las voces de las comunidades afectadas. Estas proyecciones destacaron la lucha constante de los pueblos indígenas para preservar sus recursos y legados frente a los desafíos medioambientales.
El evento también ofreció un vibrante programa cultural, con conciertos y teatro que complementaron las sesiones académicas. La Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos y la puesta en escena de Ojos sin agua, por Altoteatro, fueron algunos de los momentos más celebrados. Estas intervenciones artísticas no solo deleitaron a los asistentes, sino que también generaron conciencia sobre la urgencia de preservar el agua y la energía en la región.
Vislumbrar la complejidad de la crisis hídrica
Las más de 100 ponencias presentadas durante la RAE 2024 revelaron la complejidad de la crisis hídrica, exponiendo cómo esta no solo representa una escasez de agua, sino que también deriva en una crisis alimentaria debido a la desaparición de especies acuáticas como los peces, fundamentales para la subsistencia de muchas comunidades.
Este año la RAE continuó ampliando su enfoque y promovió la inclusión de los pueblos indígenas de las tierras bajas, resaltando sus desafíos y respuestas frente a la crisis ambiental. Además se cuestionaron profundamente las metodologías de investigación tradicionales, heredadas del colonialismo, que han marginado las voces de las comunidades locales.
La RAE 2024 demostró ser un espacio de diálogo y transformación, donde los paradigmas están cambiando para reconocer a las comunidades indígenas no solo como sujetos de estudio, sino como protagonistas centrales en la protección y transmisión del conocimiento. Este enfoque hace que la reunión no solo sea un espacio académico, sino un verdadero foro inclusivo para todos.
La 38ª Reunión Anual de Etnología concluyó exitosamente, consolidándose como un espacio donde el agua fue reconocida no solo como un recurso, sino como un ser vivo que demanda respeto y cuidado. Este enfoque, alineado con las cosmovisiones ancestrales, resaltó la necesidad de priorizar la preservación y conservación de los espacios naturales en lugar de su explotación desmedida.
La celebración de los 62 años del Musef fue un momento clave para reafirmar su compromiso con la investigación, el patrimonio y el diálogo intercultural. El evento cerró dejando una huella duradera en sus asistentes, quienes se marcharon con nuevas reflexiones sobre la gestión sostenible de los recursos hídricos y energéticos, inspirados por la sabiduría de las comunidades originarias.
Así, la RAE 2024 se posicionó firmemente como el epicentro de la discusión cultural en Bolivia, demostrando cómo un museo puede ser un motor activo para el cambio y la reflexión crítica en el país.
Ahora El Pueblo/Crónicas/Meztly Pacassi Zanga