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Imagen satelital de la asombrosa Puerta al Inframundo. Crédito: Xataka

La Puerta al Inframundo existe y crece a un ritmo sorprendente

Una colaboración internacional entre expertos de Alemania y Rusia ha revelado que el misterioso cráter, conocido popularmente como la Puerta al Inframundo, se está expandiendo a un ritmo alarmante debido al derretimiento del permafrost.

La Paz, 19 de mayo de 2024 (AEP). – En la remota región de Yakutia, uno de los lugares más extremos y helados del planeta, surge un fenómeno natural desconcertante: la Puerta al Inframundo. Esta estructura en constante crecimiento desafía la comprensión de los expertos, ya que su origen sigue siendo un misterio. A diferencia de las construcciones humanas impresionantes que abundan en la Tierra, esta maravilla natural continúa expandiéndose, dejando perplejos a quienes intentan entender su enigma.

Ubicado en la República Sajá, en los remotos parajes orientales de Rusia, este impresionante fenómeno natural de un kilómetro de largo fue descubierto por primera vez en imágenes satelitales de 1991, tras el colapso de una ladera en las tierras altas de Yana, al norte de Yakutia. Este evento catastrófico expuso capas de permafrost que han permanecido congeladas por hasta 650 mil años, siendo el permafrost más antiguo de Siberia y el segundo más antiguo del mundo, según informa Live Science.

Una colaboración internacional entre expertos de Alemania y Rusia ha revelado que el misterioso cráter, conocido popularmente como la Puerta al Inframundo, se está expandiendo a un ritmo alarmante de hasta un millón de metros cúbicos anuales debido al derretimiento del permafrost.

Impacto del cambio climático en el cráter de Batagaika

El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) explica que los sumideros generalmente ocurren cuando la roca subterránea, compuesta por caliza, carbonato u otras sales solubles, se disuelve en agua.

Este cráter, o más técnicamente una depresión termokárstica, es un claro indicativo del impacto del cambio climático, ya que el aumento de las temperaturas está derritiendo el “cemento helado” que mantenía unida la tierra, debilitando su estructura. Además, a medida que más tierra congelada queda expuesta al calor, el tamaño del cráter se incrementa de manera significativa.

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Puerta al Inframundo, ubicada en Rusia. Crédito: Vanguardia.

En concreto, investigadores de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú y del Instituto Melnikov de Permafrost, en colaboración con colegas alemanes, utilizaron modelización geológica en 3D y determinaron que la pared del acantilado está retrocediendo unos 12 metros por año, mientras que la sección colapsada de la ladera, ahora 55 metros por debajo del borde, también se derrite rápidamente.

Según el estudio, publicado en Geomorphology, desde 2014 el cráter ha crecido 200 metros, llegando a una anchura de 990 metros. Aunque los científicos ya sabían que estaba en expansión, esta es la primera vez que han podido cuantificar el volumen de hielo que se está fundiendo.

¿Por qué debería preocuparnos este fenómeno?

Aunque Batagaika está lejos de cualquier gran ciudad rusa, su rápida expansión es un indicador crítico del calentamiento del permafrost subyacente, según reporta Interesting Engineering.

El permafrost, que son suelos permanentemente congelados durante más de dos años, cubre vastas regiones del hemisferio norte. Su deshielo no solo provoca sumideros, sino que también reduce la vegetación que protege del calor solar, acelerando el calentamiento del suelo.

Además, al descongelarse, la materia orgánica atrapada en el permafrost se descompone, liberando dióxido de carbono a la atmósfera y exacerbando el calentamiento global. De hecho, el deshielo de Batagaika libera unas 5.000 toneladas de carbono a la atmósfera cada año. Desde la década de 1970 hasta 2023, se estima que este solo cráter ha liberado 169.500 toneladas de carbono orgánico, según detallan los investigadores en su artículo.

Más alarmante aún, el sumidero podría liberar antiguos microbios peligrosos a nuestra atmósfera, ante los cuales no estamos preparados. Este descubrimiento subraya la urgencia de entender y mitigar los efectos del cambio climático en nuestro frágil ecosistema global.


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