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De izquierda a derecha, René Santos, Javier Saravia, Ramiro Paliza (+), Gonzalo Molina, Carlos Mamani, Gunnar Mendoza (+), René Arze (+), David V. Quisberth (+), Juan Jáuregui y Fernando Cajías durante la presentación del libro Participación popular en la Independencia, el 24 de septiembre de 1987.

René Arze (1947-2024), forjador de nuevas generaciones de historiadores profesionales

Su formación y las contribuciones al rescate de documentos históricos fueron fundamentales en la preservación de archivos de Bolivia. Mientras que su trabajo y compromiso consolidaron su figura como un referente boliviano a escala internacional, dejando una profunda marca en el campo académico y en la memoria histórica del país.

René Danilo Arze Aguirre, apodado con cariño como el ‘Rubio Arze’, falleció en la ciudad de La Paz el 10 de noviembre de 2024. Cultivé una amistad de larga data desde nuestra época estudiantil, cuando, junto con Juan Jáuregui, editamos el boletín Historia. Este es un homenaje a su trayectoria como historiador y archivista.

La doble vertiente de su formación universitaria

Siendo estudiante, integró un grupo selecto de universitarios que rescató los archivos coloniales que heredó la Corte Superior de Distrito Judicial de La Paz, y que determinó su destrucción “por tratarse de documentos viejos y obsoletos, inservibles para la administración de justicia de La Paz”. Alberto Crespo organizó, con el fin de salvar la documentación, una hueste estudiantil, correspondiendo ese alto honor a René Arze, Mary Money, Roberto Choque, Florencia Ballivián y Valentín Vega, con los que se fundó el Archivo de La Paz (1971). El sagaz maestro demostró la valía de la documentación colonial, dirigiendo a sus pupilos en una investigación sobre La vida cotidiana en La Paz durante la Guerra de la Independencia 1800-1825, publicada por la editorial Universitaria de la UMSA en 1975. Alberto Crespo, autografió ejemplares con fruición para los magistrados del foro paceño.

René Arze estudió Historia hasta obtener su licenciatura, siendo el segundo en titularse en esa carrera en la Universidad Mayor de San Andrés. Paralelamente, hizo estudios especializados en Archivos Administrativos en el Centro Interamericano de Desarrollo de Archivos, en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina (1974), y en el VI Curso de Organización y Administración de Archivos Históricos, en la Escuela Nacional de Documentalistas, que tenía como sede la Biblioteca Nacional de España (1978), donde tuvo maestros de la talla de Aurelio Tanodi y Vicenta Cortés, respectivamente.

Su trayectoria académica y funcionaria

Su amplia experiencia en la docencia universitaria la desarrolló en las carreras de Historia, Turismo y Bibliotecología de la Facultad de Humanidades de la UMSA; Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuestra Señora de La Paz; Academia Diplomática y Facultad de Derecho de la UMSFX de Chuquisaca. Fue director de la carrera de Historia (1983-1988), donde también ejerció la Subdirección del Archivo de La Paz (1976-1980). Fue el último historiador que fungió como director de la Biblioteca Central de la UMSA (1990-1992), de la que injustamente fue removido de sus funciones luego de una protesta que reclamó ese alto puesto para los bibliotecólogos.

Fue discípulo de Gunnar Mendoza, trabajó con él en la subdirección del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (1988-1989), institución de la que luego fue director (1994-1998). Conoció al ilustre archivista cuando investigaba sobre su tesis, impactado positivamente por la labor silenciosa pero monumental que desarrollaba al interior del ABNB. Allí, junto a Luis Ríos Quiroga, propuso un reconocimiento a Gunnar Mendoza, en forma de un “homenaje-trabajo”. Para ese propósito, pero sin aclararlo, le pidió su ya extensa bio-bibliografía. A su retorno a La Paz reunió a un grupo de intelectuales jóvenes, con cuyo concurso se escribió Estudios en homenaje a Gunnar Mendoza (1978), volumen impreso en multicopiadora, pues se solventó con cuotas de los propios autores. Invitó a Josep Barnadas para escribir un prólogo. Con la obra ya impresa viajó a Sucre y, junto con Luis Ríos Quiroga, una mañana en un ambiente normal y rutinario, sin acto público alguno, pidió hablar con Gunnar Mendoza. Cuando éste les recibió, le entregaron ejemplares del homenaje. La sorpresa fue total. El maestro quedó pasmado y retribuyó con el trabajo Los cien años del periodismo impreso en Bolivia, 1823-1922, con dedicatoria a los autores (Presencia Literaria. La Paz, 2 de septiembre de 1979).

Viajó mucho fuera del país como profesor invitado, dictando cursos y conferencias en universidades e instituciones en España, como en la Universidad de Alcalá de Henares; en Francia, en la Escuela de Altos Estudios Nacionales de París; y en la Biblioteca del Congreso y los Archivos Nacionales de Estados Unidos. También participó en eventos en Caracas, Bogotá, Lima, Asunción y Quito, abordando temas sobre la historia de Bolivia, historia andina, metodología e historia oral, archivística y bibliografía. Fue ponente en las cuatro Reuniones Nacionales de Consulta sobre Archivos Bolivianos (Cochabamba, 1979, 1982, 1983, 1985), así como en múltiples eventos sobre historia y archivística en diversas ciudades de Bolivia, como Cochabamba, La Paz, Potosí, Santa Cruz, Sucre y Trinidad.

Su noble actuación durante la dictadura de Luis García Meza

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René Arze (izq.) junto a Walter Guevara Arze (der.) en el acto de donación de la colección documental del expresidente, el 8 de marzo de 1996.

En 1980, a raíz del golpe de Estado, Luis García Meza, el interventor del CEUB, conminó a René Arze a asumir la dirección de la carrera de Historia, en el marco de la Ley del Servicio Civil Obligatorio, que había institucionalizado el dictador Hugo Banzer Suárez (1971-1978). René Arze tuvo la honestidad y valentía de rechazar esa “invitación”, por lo que se vio forzado a viajar al exterior, para lo cual decidió usar una beca de doctorado que había obtenido en Italia. Salió hacia ese destino llevando consigo a su familia, pero la falta de recursos le obligó a detenerse en México. De allí fue a Venezuela, donde impartió clases particulares de Archivo. Ante la situación tan azarosa, plena de incertidumbre, regresó a Bolivia por Santa Cruz de la Sierra, ciudad donde, gracias a la archivera cruceña Adelaida Suárez (a quien recuerda, siempre, con cariño), logró firmar un contrato con la Cooperativa Rural de Electricidad, para organizar su pequeño Archivo y Biblioteca, y para organizar el Archivo Administrativo de la Corporación de Desarrollo de Santa Cruz, conformado por toneladas de papel en completo desorden, apilados en inmensos depósitos. Pese a ello, recordó que en ese tiempo vivió “a pan y agua”, hasta que, en 1981, Gunnar Mendoza le apoyó para postular a una beca de la Fundación Interamericana para investigar la Guerra del Chaco (1932-1935), que felizmente ganó.

Un hallazgo archivístico

En ese ínterin, alguien le comentó que la Prefectura de Chuquisaca custodiaba documentos de esa época. En su búsqueda encontró todo menos papeles. Sin embargo, en 1982, cuando visitó los almacenes de esa entidad, en medio de turriles, llantas viejas y todo tipo de objetos en desuso (que los administradores de la empresa llaman con desparpajo “activos fijos”), descubrió con asombro un archivo escondido con miles de papeles amarrados con yute. Cuando los desató encontró telegramas y correspondencia que cubrían un arco temporal desde 1846 hasta 1970, incluyendo documentos de la Guerra del Pacífico (1879-1880). De inmediato comunicó el hallazgo a la doctora María Carmen Rúa de Tirado, directora del Centro Bibliográfico, Documental e Histórico de Chuquisaca, con la que gestionó la transferencia de los documentos de ese depósito. Felizmente encontró eco en el prefecto y comandante del departamento de Chuquisaca, Don Julio Loayza Valda, quien, luego de verificar la importancia singular del archivo, autorizó su transferencia.

René Arze, luego de somera selección, personalmente trasladó lo más valioso: “He tenido el honor de llevar conmigo, jadeando, los libros más valiosos”. Dos camionetas fueron necesarias para trasladar el archivo que llenó la mitad de un cuarto del edificio del Centro Bibliográfico Histórico, dependiente de la universidad. Luego, ya en calma, consultó esas fuentes, con las que documentó su obra Guerra y conflictos sociales, el caso rural boliviano durante la campaña del Chaco, que se basa fundamentalmente en testimonios de historia oral recogidos de la boca de excombatientes de la aquella guerra, que vivían en la ciudad de Sucre.

Sus aportes intelectuales: entre la historiografía y la archivística

Su producción intelectual se desdobla en dos áreas: Historia y Archivística. Una de sus primeras publicaciones fue el índice de los Documentos sobre la historia de Bolivia existentes en el Archivo General de la Nación Argentina (1975). Compitió conocimientos con historiadores de la talla de Ramiro Condarco en el concurso internacional convocado por la Organización de Estados Americanos (OEA), con motivo del sesquicentenario de la Independencia de Bolivia, y obtuvo el primer premio con su investigación pionera sobre la Participación popular en la Guerra de la Independencia (1975), que fuera su tesis de licenciatura, cuya publicación fue dedicada a su maestro Gunnar Mendoza, quien prologó la segunda edición (1987).

Elaboró una compilación sobre Fuentes para la historia de la Iglesia en Bolivia (Una Guía Preliminar) (1985), única en su género y de notable utilidad e importancia. Su obra historiográfica es resultado del análisis y compulsa de fuentes primarias de archivo. Una simbiosis perfecta entre el historiador y el archivista.

Destacó también como compilador y editor de obras históricas, sobre todo las de Gabriel René Moreno y de Humberto Vázquez Machicado, realizada ésta conjuntamente con Alberto M. Vázquez y Fernando Vázquez Z., y también desarrolló trabajos sobre la obra del naturalista Alcide d’Orbigny.

Entre sus trabajos intelectuales más importantes está la que hizo para la Biblioteca boliviana y la Biblioteca peruana, de Gabriel René Moreno, sobre todo el tomo referido a las notas inéditas del ilustre polígrafo, pues el resto es edición facsimilar. “No se hubieran entendido las notas inéditas sin consultar y cotejar la Biblioteca Boliviana y la Biblioteca Peruana”, enorme desafío que enfrentó con ayuda de Fernando Vázquez. De motu propio decidió elaborar un índice analítico de las 6.000 páginas de aquellos repertorios, con un método casi surrealista, “trabajando 8 páginas, en 10 horas diarias, durante seis años” de labor benedictina, pues, dada su conocida tendencia perfeccionista, leyó “hasta 3 veces las 6 mil páginas”, revisando cada detalle, cada referencia.

Parte fundamental de su producción intelectual historiográfica y archivística está dispersa en publicaciones especializadas nacionales y extranjeras, algunas de ellas de escasa circulación en el país, lo que motivó, inclusive, un plagio, como aconteció con La destrucción de documentos en América Latina, el caso de Bolivia, publicado originalmente en el Anuario Interamericano de Archivos, que apareció luego bajo autoría institucional en la revista Archivo, patrimonio documental para la historia cruceña (No. 3, 1989), que editaba Aníbal Gómez, director del Archivo Histórico Departamental de Santa Cruz.

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El destacado historiador, quien fue docente en la UMSA y director del ABNB, falleció en La Paz el 10 de noviembre de 2024.

Su archivo particular

Heredó parte del archivo personal de José Antonio Arze. Los estudios inéditos están en poder de José Roberto Arze. La parte que le correspondía está conformada por algunos papeles del Partido de la Izquierda Revolucionaria, recortes de prensa, correspondencia familiar, las ponencias y correspondencia del primer congreso de Sociología de 1952 (de la que J.A. Arze fue presidente y H. Vázquez Machicado secretario) y del Tercer Congreso Indigenista de 1954, organizado con el auspicio de la UMSA. Tiene también una valija con documentos de su padre y los de su propia actuación.

Cuando tuvo que hacerse cargo de la subdirección y luego de la dirección del ABNB, viajó a Sucre trasladando sus archivos en dos tortuosos viajes de ida y vuelta.

Durante el golpe de Luis García Meza, debiendo salir al exilio por seguridad, entregó al Archivo de La Paz 1.000 documentos. Finalmente donó a ese repositorio los que corresponden al Primer Congreso de Sociología. Cuando la muerte lo sorprendió, continuaba catalogando el archivo que se encontraba en su poder.

Sus logros más importantes en la función pública

Una valoración de su labor docente muestra que fue un forjador de nuevas generaciones de historiadores profesionales. En tanto, en su gestión en la dirección del ABNB, nos muestra varios logros: fue artífice de la incorporación del archivo del expresidente Wálter Guevara Arze al patrimonio documental de la nación. La adquisición, por la vía de la donación, del archivo de Wálter Guevara Arze fue una hazaña, una proeza archivística. En efecto, no fue tarea sencilla, pues el expresidente recibió tentadoras propuestas para ceder su archivo a una universidad extranjera, con costo.

René Arze pidió al expresidente que ese archivo permaneciera en Bolivia y se lo entregara al ABNB. Luego de discutir el tema, Guevara Arze aceptó, pero como es lógico, pidió que el BCB pagara su costo. Según su testimonio, René Arze fue enfático: “El BCB no pagará ni un centavo por el archivo”, reconociendo que este archivo tiene un altísimo valor histórico no solamente porque contiene los documentos de la gestión presidencial de Guevara Arze (1979), sino por los papeles del Movimiento Nacionalista Revolucionario, del Partido Revolucionario Auténtico y documentos de los ministerios de Gobierno y Relaciones Exteriores, y cuando fue embajador en Venezuela y la OEA.

Finalmente, merced a la relación consanguínea entre René Arze y Guevara Arze, llegaron a un acuerdo para la transferencia, previa clasificación y organización, tarea encomendada a Gonzalo Molina y Fernando Chuquimia. El archivo estaba empaquetado en 136 cajas de archivo. A la conclusión del trabajo de descripción, el archivo se selló con lacre y se entregó (el 7 de marzo de 1996), bajo la supervisión de Valentín Abecia, presidente de la Fundación Cultural del BCB, al director del ABNB. El propietario pidió que los papeles de Óscar Únzaga de la Vega (líder de la Falange Socialista Boliviana) se abran en 2000. El anciano político se despidió de su archivo recomendando a René: “En mis papeles está el testimonio de mi vida, cuídalos…”. La conclusión —si quisiéramos sacar una— es que este fondo no hubiera permanecido en Bolivia y menos aún se hubiera entregado al ABNB si no estaba René Arze como director de esa institución.

Otro logro fue la institucionalización del Programa de Digitalización, con el que se ha accesibilizado valiosas obras primigenias que custodia el ABNB.

A él le corresponde el mérito de haber iniciado la edición del Anuario de Estudios Bolivianos, Archivísticos y Bibliográficos, que publica el ABNB desde 1994, aunque Josep M. Barnadas reclamó la paternidad mencionando que “programó y dejó prácticamente listo el primer volumen”.

Afiliaciones académicas y reconocimiento social a su labor

Tuvo un brillante desempeño en las más importantes corporaciones académicas de Bolivia e Iberoamérica. Se incorporó como miembro de número de la Academia Boliviana de Historia, con su discurso “Consideraciones en torno a las fuentes escritas y orales para los estudios históricos de Bolivia” y fue honrado como miembro correspondiente de las academias de Historia de España, Argentina, Perú, Venezuela y Puerto Rico, como lo fue también de la Asociación Peruana de Archivistas; la Sociedad Boliviana de Historia; y la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre.

A pesar de su notable trayectoria y logros, su obra historiográfica y archivística no fue reconocida en toda su magnitud. No obstante, en 1998 fue distinguido por el Gobierno de Francia con la orden Caballero de las Artes y las Letras; posteriormente, la carrera de Historia, el Archivo de La Paz y la Decanatura de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación reconocieron su obra y nominaron una sala con su nombre y, en ocasión del 40 aniversario del Archivo de La Paz (2011), fue distinguido con una plaqueta recordatoria.

Fue incorporado al Diccionario Biográfico de Archivistas de Bolivia (2012 y 2016), que recogió su testimonio vivencial, a la par de su extenso currículum vitae, en el que se publicó un inventario exhaustivo de su bibliografía, organizada por el archivista Gonzalo Molina en cuatro cuerpos: I. Historia y Biografía (5 ítems), II. Ediciones, Compilaciones (7), III. Artículos sobre Gunnar Mendoza Loza (13), IV. Publicaciones Archivísticas (y fuentes) (76).

R. I. P.  (Requiescat in pace)

Luego de su estadía en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, optó por renunciar a su alto cargo por razones personales, vinculadas a las condiciones impuestas para supervisar la construcción del edificio para el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, retornando a La Paz, donde hizo esporádicos trabajos de investigación como consultor particular, acogiéndose luego a su jubilación. Su salud se deterioró a raíz de la diabetes que minó su fortaleza.

Paz en su última morada.

* Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.

AEP/Luis Oporto Ordóñez


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