Esta poética forma de teatro individual, nacida en Brasil y llegada a Bolivia hace poco más de una década, invita al espectador a mirar a través de una caja mágica donde cobran vida títeres diminutos, sombras y objetos animados.
NO TODOS LOS TÍTERES SON IGUALES
El mundo del títere es amplio y diverso. Las técnicas de manipulación son las que definen sus distintas formas. Los más conocidos son los títeres de guante o guiñol, que se manipulan desde abajo, como si se calzara un guante. Pero hay muchos más: marionetas de hilo o varilla, títeres de mano prestada, de boca, de mesa, e incluso títeres que se mueven directamente con los dedos.
Como en todo arte, los títeres también evolucionan. Algunas técnicas tienen siglos de antigüedad, otras han nacido de las búsquedas expresivas de nuevas generaciones. Entre estas innovaciones destaca el teatro Lambe Lambe, también conocido como títeres en miniatura.
¿QUÉ ES EL TEATRO LAMBE LAMBE?
Este formato consiste en una caja escénica dentro de la que se representa una obra breve —con títeres diminutos, sombras u objetos— para una sola persona a la vez, que observa a través de un visor. La experiencia es breve, íntima y profundamente poética.
Nacido en Brasil a fines del siglo XX, el Lambe Lambe fue creado por Denise dos Santos e Ismine Lima. Ellas querían contar historias íntimas, personales, y lo hicieron a través de pequeñas cajas-escenario inspiradas en las antiguas cámaras fotográficas, aquellas en las que el fotógrafo se cubría con un paño negro y lamía la placa para activar los químicos: de allí el nombre Lambe Lambe (“lamer, lamer”).
TEATRO EN UNA CAJA
Por lo general, el escenario del teatro Lambe Lambe es una caja especialmente diseñada o adaptada para este fin. A menudo se la llama “caja misteriosa”, porque encierra en su interior un mundo secreto que se revela solo a quien se asoma por el visor. Con el tiempo, la imaginación de los titiriteros ha transformado estas cajas en verdaderas piezas de arte: pueden tomar la forma de una concha marina, un telescopio, una vieja cámara fotográfica, una casa en miniatura, un platillo volador o incluso un panel de abejas. Cada estructura exterior es ya una antesala del universo narrativo que guarda dentro.
En el interior, se desarrollan pequeñas obras teatrales con muñecos diminutos, objetos animados o juegos de sombras. El titiritero, ubicado al otro lado de la caja, da vida a la escena manipulando luces, sonidos, personajes y escenografía en tiempo real. Muchas veces, los personajes han sido elaborados artesanalmente por el propio artista. Pero también existen propuestas con sombras chinescas o simplemente con el uso expresivo de los dedos. En este teatro no hay límites: el tema, la estética, el guion y hasta el diseño de la caja son completamente libres. Todo vale si logra emocionar, sorprender o conmover al espectador solitario que, por unos minutos, se asoma a otro mundo.
LA LLEGADA DEL LAMBE LAMBE A BOLIVIA
El teatro Lambe Lambe es relativamente joven: tiene menos de cuarenta años de historia. Sus creadoras, las brasileñas Denise dos Santos e Ismine Lima, aún viven, lo que hace posible trazar una suerte de árbol genealógico de esta técnica, identificando las rutas y ramificaciones que han permitido que los títeres en miniatura se expandan por todo el mundo. Bolivia no ha sido la excepción, y hoy cuenta con interesantes experiencias en distintas ciudades, cuyas raíces pueden seguirse hasta sus fuentes de inspiración.
En Cochabamba, Títeres Elwaky tuvo su primer contacto con el Lambe Lambe en 2009, en el marco del Taller Internacional de Títeres de Sevilla (España). El impulso definitivo llegó años después, de la mano de Bayardo Loredo, al cabo de su estadía en Buenos Aires (2012-2014). Allí, junto a estudiantes de la carrera de Títeres de la Universidad Nacional San Martín, comenzó a explorar de forma sistemática el Lambe Lambe y realizó los primeros bocetos de lo que luego sería la obra La mujer del molino. Ese proceso marcó el inicio de una línea de trabajo sostenida que consolidó un repertorio propio y estable para el elenco.
En Oruro, el colectivo Urus Delirium tuvo su momento de revelación en 2017, cuando Gus- tavo Callisaya acompañó a Tabla Roja Teatro en una gira por Chile. En el hall de una sala, una escena captó su atención: una fila de personas esperaba turno para asomarse a una pequeña caja animada por un titiritero solitario. La experiencia dejó una profunda impresión. A su regreso, Urus Delirium se propuso investigar y construir su propia propuesta en teatro Lambe Lambe.
En La Paz, el grupo Caléndula Títeres se sumó al movimiento en 2019, a partir de un taller impartido por Elwaky sobre concepción y producción de obras en miniatura. Como parte de la experiencia, recibieron una obra inactiva —incluida la caja, el audio y los títeres— que fue adaptada a sus intereses artísticos, convirtiéndose en el punto de partida para su incursión en esta poética forma de teatro.
¿DÓNDE SE PRESENTAN?
Dado que no invaden el espacio acústico ni reúnen a grandes cantidades de espectadores en un mismo momento, son el complemento ideal de las ferias nacionales e internacionales del libro. En ocasiones especiales, es posible apreciar su arte en establecimientos educativos, acompañando exposiciones de libros de autores.
No es raro encontrarnos con las cajas misteriosas en los días del peatón, las largas noches de museos o cualquier tarde en la plaza 14 de Septiembre (Cochabamba), la calle Bolívar (Oruro) o El Prado (La Paz). Con mayor frecuencia, se las suele apreciar en ferias artesanales y gastronómicas.
Grober Loredo Olivares