En un contexto marcado por la polarización y la tensión política, Bolivia cerró un ciclo electoral histórico que reafirmó el compromiso del país con la democracia que, a pesar de las amenazas, bloqueos y desafíos que afrontó el presidente Luis Arce en cinco años de gestión, pudo concretar uno de los compromisos más importantes con la democracia, la nación celebró sus primeras elecciones con balotaje presidencial y avanzó hacia una transición pacífica y transparente.
Al respecto, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, destacó el esfuerzo colectivo del pueblo boliviano y del Gobierno para preservar la paz y la institucionalidad.
“Valoro la conciencia y sabiduría del pueblo, valoro el inquebrantable compromiso con la democracia de nuestro presidente Luis Arce y los grandes esfuerzos que hizo para llegar a las elecciones; quizás hoy poco reconocidos, pero estoy segura que más temprano que tarde la historia lo pondrá en su verdadera dimensión”, escribió Prada en sus redes sociales.

El Gobierno del presidente Arce enfrentó una compleja coyuntura política. Desde el inicio de su gestión, sectores afines al expresidente y dirigente cocalero Evo Morales impulsaron movilizaciones y bloqueos, exigiendo su habilitación para la candidatura presidencial pese a no cumplir con los requisitos legales ni contar con partido político. Estas protestas, a menudo violentas, pusieron en riesgo la estabilidad del país.
“No le bastó con el sabotaje económico y político (...), busca que no se realicen las elecciones generales”, afirmó Arce, en referencia a las acciones de Morales, quien en reiteradas ocasiones amenazó con ser candidato “por las buenas o por las malas”.
El Ejecutivo denunció ataques al Tribunal Supremo Electoral (TSE) y agresiones a la Policía Boliviana, a tiempo de reafirmar su compromiso con la celebración de las elecciones generales el 17 de agosto.
“El Gobierno garantiza la realización de las elecciones generales el 17 de agosto, pese al bloqueo de la Asamblea Legislativa”, declaró en ese contexto el entonces ministro de Justicia, César Siles.
Ante los bloqueos de carreteras promovidos por afines a Morales, el Gobierno recurrió a las Fuerzas Armadas y a la Policía Boliviana para garantizar el proceso democrático y liberar a municipios cercados, principalmente en Cochabamba y Potosí.
Durante la intervención, los uniformados fueron atacados con explosivos caseros, piedras y proyectiles, desatando una ola de violencia.
Entre las víctimas fatales se cuenta a Brayam Jorge Barrozo, subteniente de Policía, asesinado por impacto de bala; Carlos Apata Tola, oficial de Policía, capturado y golpeado hasta la muerte en Aguas Calientes; Jesús Mamani Morales, bombero sargento primero, también golpeado hasta perder la vida; y Héctor Moreli, dirigente universitario de 38 años, arrojado desde un barranco de aproximadamente 50 metros que permaneció en terapia intensiva por casi cuatro meses hasta su fallecimiento.

La violencia también incluyó saqueos a instituciones públicas, dejando varios policías heridos y daños materiales considerables. Sin embargo, tras un operativo conjunto se logró la habilitación de las vías.
Días antes de los comicios de agosto, el presidente Arce recibió a misiones de observación electoral de la OEA y de la Unión Europea, que desplegaron más de 80 observadores en todo el país y en ciudades con alta concentración de bolivianos en el exterior.
La convocatoria a las urnas fue histórica: más de 7,9 millones de bolivianos habilitados participaron en las elecciones generales, donde se eligieron a 130 diputados, 36 senadores y 9 representantes supraestatales. Sin embargo, los resultados no arrojaron un ganador definitivo para la Presidencia, llevando al país a una segunda vuelta.

Los candidatos Rodrigo Paz Pereira (PDC) y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (Libre) fueron los más votados el 17 de agosto, preparando a Bolivia para su primer balotaje presidencial, previsto para el 19 de octubre.
El presidente Arce ratificó entonces su compromiso con una transición pacífica y democrática. En un gesto inédito, el oficialismo se reunió con Paz Pereira para mostrar disposición al diálogo y a una transición ordenada.
El Gobierno implementó medidas para garantizar transparencia y seguridad en el proceso, incluyendo un convenio con las Fuerzas Armadas para custodiar el material electoral y un despliegue histórico de más de 27.000 efectivos de seguridad.

BALOTAJE HISTÓRICO
El 19 de octubre, Rodrigo Paz Pereira fue electo presidente en una jornada sin incidentes graves, con reconocimiento inmediato de los resultados por parte del presidente Arce.
Arce destacó que la segunda vuelta electoral se desarrolló con tranquilidad, evidenciando la vocación democrática de la población boliviana.
Además, señaló que la victoria de Rodrigo Paz "ha contado con aportes tanto de la izquierda como de la derecha" y que "predominó un voto por el mal menor. Como dije tras la primera votación: Bolivia no eligió a un Milei ni a la ultraderecha como opción".
Las comisiones de transición entre ambos gobiernos comenzaron al día siguiente del balotaje para asegurar la continuidad administrativa y política sin interrupciones.
La comisión de transición del presidente electo Rodrigo Paz valoró la voluntad y agilidad de las autoridades salientes en la entrega de información de gestión, garantizando un proceso de transición ordenado y transparente.
A través de un comunicado, la Oficina del Presidente Electo resaltó las reuniones de transición con autoridades de los ministerios.
“Los equipos técnicos reportan que los funcionarios salientes han mostrado voluntad y agilidad en la entrega de la información requerida para garantizar una transición ordenada y transparente”, se lee en el documento posteado en su cuenta en X.
Por su parte, el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) concluyó el 22 de octubre el cómputo oficial del primer balotaje presidencial y confirmó la victoria de Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quien asumirá la presidencia el 8 de noviembre.
El exalcalde de Tarija y actual senador logró el respaldo del 54,96% de los electores, equivalente a 3.519.534 votos de los 6.404.195 válidos de más de 7.936.515 electores habilitados.
TRANSIMISIÓN DE MANDO
Ahora, la transmisión de mando marcará un hito importante para Bolivia, después de 28 años por primera vez el poder pasará pacíficamente entre dos gobiernos elegidos en las urnas.
El 8 de noviembre se realizará la ceremonia de posesión en el nuevo hemiciclo de la Asamblea Legislativa Plurinacional, con estrictos protocolos de seguridad y la presencia de invitados diplomáticos de todo el mundo.

La Policía Boliviana activó un plan integral de seguridad con tres anillos de control, tecnología de vigilancia y unidades especializadas. La zona estéril abarcará la plaza Murillo, el hemiciclo y accesos inmediatos; la zona amarilla, hoteles de delegaciones y corredores viales; y la zona verde, destinada al público.
El operativo será dirigido desde un centro de comando y control instalado en el Bol-110, permitiendo un monitoreo en tiempo real mediante cámaras y sistemas de videovigilancia de la Alcaldía de La Paz.
“Contamos con mapas de georreferenciación de eventos para una respuesta inmediata”, informó el viceministro de Régimen Interior y Policía, Jhonny Aguilera.
Se empleará tecnología de punta, incluyendo drones, escáneres y sistemas de comunicación encriptada, para garantizar el control de accesos y la seguridad de dignatarios nacionales e internacionales.
Entre los invitados confirmados figuran los presidentes Javier Milei (Argentina), Gabriel Boric (Chile), y el expresidente alemán Christian Wulff, entre otros.
En coordinación con la Cancillería, se desarrollan reuniones logísticas para la llegada de las delegaciones y la definición del horario oficial del relevo de mando, que marcará el inicio de la gestión del presidente electo Rodrigo Paz.
En un país donde la estabilidad democrática fue frágil y la memoria del quiebre institucional de 2019 aún sigue presente, este proceso electoral marcó un punto de inflexión. Contra todo pronóstico, los bolivianos demostraron que es posible construir un camino democrático pese a los embates de la polarización.
Con dos jornadas electorales bajo observación internacional, participación masiva y resultados aceptados por todos los sectores, el gobierno de Arce puso fin a un capítulo tenso de la historia reciente de Bolivia, marcada por intentos de desestabilización, bloqueos y crisis política.
ABI



