Luis arce. Es un economista pragmático. Aficionado a la guitarra y el charango. Es un hombre que no da cabida a las especulaciones y defiende con vehemencia el valor de la nación. Gran lector de economía, estadística y matemática.
La Paz, 18 de octubre de 2023 (AEP). – Todas las encuestas le daban ventaja al candidato del MAS Luis Arce, pero ninguna predijo que ganaría por más del 50%.
El triunfo de él y su acompañante de fórmula, David Choquehuanca, en primera vuelta, con el 55,11% de los votos, acabó abruptamente con muchos de los “análisis” que se expusieron durante toda la campaña.
Bolivia fue a las urnas por primera vez en casi dos décadas sin Evo Morales como candidato presidencial.
Las elecciones para elegir a su sucesor debían desarrollarse a principios de mayo, luego fueron aplazadas para agosto y finalmente se celebraron el 18 de octubre de 2020.
Con policías amotinados en las calles y las Fuerzas Armadas “sugiriendo” la renuncia de Evo Morales concluyó en 2019 el gobierno del primer presidente indígena de la historia del país.
A un año de esos sucesos, Luis Arce, como presidente, retomó las riendas del país.
Mientras Carlos Mesa y Fernando Camacho apostaban como eje de su propuesta al voto anti MAS para seducir a un electorado indeciso, Arce, un economista de gran prestigio mundial, desarrollaba una campaña explicando un modelo económico con estabilidad económica y crecimiento.
El candidato del MAS fue a los márgenes de las ciudades, con caminatas y concentraciones, combinando reuniones sindicales con conferencias académicas.
Visitó barrios alejados empobrecidos por el coronavirus y el confinamiento impuesto por el régimen ilegal de Jeanine Añez.
Estuvo en mercados populares desafiando el contagio del nuevo coronavirus y almorzó en los puestos de venta denominados los ‘agachaditos’. Sus oponentes, en otro frente, apenas se movieron de sus sillas frente a un ordenador y su contacto con el ciudadano fue virtual, impersonal.
Arce nació en una familia de clase media, prefiere el básquetbol antes que el fútbol e hizo campaña en medio del temor por la propagación del Covid-19. Usó tapabocas en sus eventos de promoción política, pero no dudó en retirársela cuando sentía que sus posibles electores no lo escuchaban y, finalmente, arrasó en las elecciones y ganó en primera vuelta.
Es pragmático. Toca guitarra y charango. Se niega a dar cabida a las especulaciones. Defiende con vehemencia el valor de la nación.
De hecho, se describe como un “estadista puro”, uno que alzó su vuelo desde el Banco Central, donde trabajó desde 1987 hasta 2005, luego en 2006 fue nombrado por el nuevo gobierno como Ministro de Economía.
Ocupó el cargo entre 2006 y 2019, con un paréntesis de un año, en los que aplicó el modelo económico de su creación que le dio un nuevo rumbo a las finanzas nacionales.
Habla inglés y portugués, y español. Es antiliberal y se muestra abiertamente como tal. Hasta el propio Morales aseguró que fue elegido como el candidato de su partido por sus destrezas económicas, claves para enfrentar los retos que le esperan a Bolivia por la emergencia sanitaria y el golpe de Estado.
Antes de que los votos a favor se convirtieran en su pase a la victoria, prometió reconstruir las finanzas de la nación y devolverle la estabilidad.
Aquel niño que creció en una familia de profesores en La Paz se convertía en el presidente número 67 de la historia.
El discreto economista y militante de las causas sociales ahora tenía la misión de unir el país.
