Javier Escalier hizo otra inspección a ese mirador tradicional y afirmó que muchas entidades ediles tienen tuición, pero ninguna hace nada.
El parque Laikacota es jurisdicción administrativa de varias instancias municipales, situación que provoca desorden y la decadencia en la que actualmente se encuentra este espacio de esparcimiento paceño, denunció el concejal Javier Escalier.
“El parque Laikacota es tierra de nadie, porque ahí tendría que hacerse cargo el administrador del parque urbano central, Emaverde (Empresa Municipal de Áreas Verdes, Parques y Forestación), así como la Subalcaldía Centro. Muchas instancias tienen tuición y nadie se hace cargo del problema”, aseveró el concejal luego de una nueva inspección al lugar.
La autoridad informó que se puso en contacto con las juntas vecinales aledañas y que junto a ellas se coordinarán acciones para presionar al municipio a solucionar este problema que se dio a conocer recientemente.
Reveló además planes para fiscalizar los recursos que emanan de este sitio, ya que se cobra entrada a niños, Bs 1, y adultos, Bs 3,5, así como a quienes quieren sesiones fotográficas profesionales y comerciales, por Bs 125.
“Vamos a proponer un proyecto para que este lugar vuelva a surgir y vuelva a ser un espacio para la niñez, pero también se pueda habilitar espacios para eventos al aire libre, presentar espectáculos musicales y exposiciones y ferias artesanales de todo tipo; así también se le dará un impulso económico importante al sector”, declaró.
El parque está establecido en la punta del cerro que lleva el nombre de Laikacota. El lugar es considerado como un espacio sagrado y además es un importante escenario histórico. Emma Sánchez recuerda que, por su ubicación, además de lugar ritual, fue testigo de enfrentamientos durante revoluciones y tomas de poder en los años 1952, 1964 y 1971.
Escalier señaló que ninguna de estas razones pareciera importarle al alcalde, que dejó que el lugar cayera en la completa decadencia. Actualmente las estructuras que alguna vez fueron juegos para niños o bien para esparcimiento, como el anfiteatro, no son más que ruinas, en algún caso utilizados como baño público, en las que los escombros —compuestos sobre todo por cemento y fierros oxidados— incrementan la inseguridad del lugar.
La Paz/AEP