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Deuda de Página Siete

Extrabajadores del periódico Página Siete iniciarán un proceso laboral contra los dueños de ese medio de comunicación. Denuncian que la Empresa Editores Luna Llena no cumplió con el pago de sueldos de siete meses, finiquitos y desahucios después del cierre del periódico el 30 de junio de este año, afectando a 70 extrabajadores y sus familias.

La deuda se aproxima a 1,5 millones de dólares y pese a los intentos de diálogo con Raúl Garafulic, propietario del medio, no se consolidó ninguna reunión.

La situación que describen los extrabajadores es preocupante.

El hecho de que la empresa no hubiera cumplido con el pago de sueldos durante siete meses y tampoco con los pagos de los beneficios sociales luego del cierre del periódico es una violación grave de los derechos laborales de los empleados.

La deuda es significativa y seguro tiene un impacto devastador en la vida de los trabajadores afectados y sus familias.

Es comprensible que se intentara establecer un diálogo con Raúl Garafulic, quien fugó a Brasil, para resolver esta situación, y es preocupante que hasta el momento no se haya logrado ninguna reunión al respecto con algún accionista, como Raúl Peñaranda.

Peñaranda es accionista de Página Siete y presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz y tiene, por doble responsabilidad, la obligación de interponer sus buenos oficios para resolver el problema de sus excolegas de trabajo.

Garafulic, el pretendido paladín de la democracia, empresario y político fracasado, debe también a decenas de canillitas del periódico Página Siete.

Ese sector denunció que son 60 familias afectadas y se le adeuda el sueldo de más de un año.

Los extrabajadores expresaron que fueron engañados por el grupo empresarial que dirige Garafulic, ya que mientras ellos trabajaban con normalidad sin recibir salarios, los empresarios decidieron el cierre del periódico.

Página Siete nunca tuvo objetivos periodísticos, sino políticos. No fue el vocero de la oposición, fue la oposición misma.

Desde que dejó de circular, nadie extraña a ese medio de prensa, triste remedo de periodismo, y la democracia está mejor sin ese tergiversador de información por excelencia.

La situación de extrabajadores y canillitas es, sin embargo, penosa y debe resolverse en el marco de la ley.


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