La actual coyuntura política ha dejado en evidencia dos formas diametralmente opuestas de afrontar las diferencias en el interior del MAS-IPSP. Por un lado, está el presidente Luis Arce junto a las organizaciones sociales matrices y los fundadores del Instrumento Político, que en innumerables ocasiones han insistido en el llamado a la unidad para continuar con en el proceso de reactivación económica y avanzar en la añorada industrialización de los recursos naturales, pensando en un mejor futuro para las nuevas generaciones; y, por otro lado, está Evo Morales y un puñado de exautoridades cuya única preocupación es volver al poder a cualquier costo, con amenazas de convulsionar el país.
Morales mostró nuevamente su peor cara al volver a amenazar con una convulsión social ante su inhabilitación como candidato a la presidencia en los comicios de 2025. “Si no quieren de a buenas, será a las malas, y es eso es con movilización”, advirtió.
Esta postura radical deja ver claramente que la vía democrática y constitucional no condice con los pensamientos del dirigente cocalero, quien ya ha demostrado que recurrirá a cualquier artimaña para intentar hacerse del poder, pese a que el pueblo ya rechazó anteriormente esa posibilidad.
Evidentemente, el perjuicio económico y social que generan las convulsiones en el país no son algo que le quiten el sueño a quien se considera el único hombre capaz de conducir Bolivia, que ha optado por anular la posibilidad de que emerjan nuevos liderazgos y que solo comulga con aquellos que rinden culto a su persona.
Algo que también está claro es que el lineamiento de convulsionar el país ya fue propagado entre los seguidores de Morales. “Va a haber guerra civil”, ya había advertido con antelación el dirigente afín a Evo, Ponciano Santos, quien sin el menor pudor dijo que “si va a correr sangre, va a correr sangre”.
Lo que parece que Evo y sus seguidores no toman en cuenta es que estas terribles amenazas no hacen más que ahondar el rechazo hacia su figura por parte de la población, del ciudadano que ya está cansado de conflictos, de bloqueos; y que lo único que quiere es trabajar para llevar el sustento a su familia, con la certeza de que desde el Gobierno se están asumiendo las acciones necesarias y se están sentando las bases para heredar a las nuevas generaciones una Bolivia más próspera.