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“El líder de los humildes” perdido y alejado del pueblo

En los últimos tiempos, la trayectoria política de Evo Morales parece haberse extraviado en un laberinto de desencuentros y contradicciones, marcando lo que muchos consideran como su peor momento.

El expresidente boliviano, alguna vez de cuna humilde, se encuentra ahora inmerso en un enfrentamiento con antiguos aliados y una creciente lista de enemigos, entre ellos quien fuera su vicepresidente, casi su confidente durante los 14 años de su mandato, Álvaro García Linera.

Morales, en un giro sorprendente, ha acusado a García Linera de alinearse con el imperio y la derecha boliviana, señalando un quiebre en la relación que alguna vez fue estrecha. Este distanciamiento se suma a la disputa sostenida contra el gobierno del socialista Luis Arce y David Choquehuanca, una contienda por sus ansias de poder desmedidas que parece haber dejado a Morales políticamente aislado y distanciado del pueblo al que ha golpeado con un bloqueo de caminos sinsentido.

La Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia ha expulsado a Morales, y sus intentos por lograr la renuncia de los magistrados del Órgano Judicial han resultado infructuosos. El reconocimiento del controvertido congreso del MAS en Lauca Ñ también se le ha escapado de las manos, demostrando que el expresidente ya no cuenta con el respaldo que alguna vez tuvo.

A ello se suma la incapacidad del dirigente cocalero para revocar la Sentencia Constitucional 1010/2023, que lo inhabilita como candidato a la presidencia en el futuro. Álvaro García Linera no ha dudado en afirmar que Morales actúa como un hombre acorralado y perdido políticamente.

La desconexión del expresidente con sectores sociales se hace más evidente con la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia expulsándolo de sus filas. Morales, quien alguna vez se presentó como el político del pueblo, ha perdido esa conexión con quienes solían respaldarlo.

En un acontecimiento revelador, Evo Morales no pudo asistir a un encuentro internacional en Foz de Iguazú, organizado por Pepe Mujica. ¿La razón? Sorprendentemente, un hombre que se autodefine como “líder de los humildes” no pudo despegar el jet privado que contrató desde el trópico de Cochabamba, lo que plantea la pregunta sobre la procedencia de los fondos para financiar vuelos privados y la verdadera percepción que tiene el pueblo hacia él.

Evo Morales, a quien le agrada que le amarren los cordones de sus calzados y viaja en carísimos vuelos privados, ya no es aquel pastor de llamas de cuna humilde.

Su incapacidad para tomar un vuelo comercial como cualquier ciudadano, sumado al distanciamiento de antiguos aliados y su angurria de poder a cualquier precio,  señala un rumbo político perdido y una clara separación con la población boliviana que alguna vez lo respaldó.


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