La Sentencia 0776/2024-S4 del Tribunal Constitucional Plurinacional marca un momento decisivo al devolver el Movimiento Al Socialismo (MAS) a sus genuinas raíces: las organizaciones sociales.
Este fallo, que reconoce el congreso realizado en El Alto y la presidencia de Grover García, no solo legitima un proceso democrático interno, sino que simboliza el retorno del partido a sus orígenes populares y su desvinculación de personalismos que han intentado secuestrar su esencia.
La decisión del TCP particularmente reafirma la voluntad de las bases sociales que construyeron el MAS desde sus cimientos.
El congreso de El Alto, celebrado en mayo de 2024, representa la verdadera naturaleza del partido: una confluencia de organizaciones sociales, campesinas y sindicales que buscan representación política genuina. La elección de Grover García, junto a Julia Ramos, de las 'Bartolinas', y Fidel Surco, refleja esta diversidad y el auténtico espíritu pluralista del movimiento.
Este momento de transición coincide con la definitiva inhabilitación de Evo Morales para cualquier futura candidatura presidencial, establecida en el Auto Constitucional 0083/2024 ECA.
Esta decisión, que ratifica que la reelección indefinida no es un derecho humano, pone fin a una era de ambigüedades constitucionales y reafirma el principio democrático de alternancia en el poder. La historia ya había hablado en 2016 cuando el pueblo boliviano rechazó en referéndum una nueva reelección de Morales.
Pero más allá de las barreras legales, son los graves procesos judiciales que enfrenta el exmandatario los que han erosionado definitivamente su autoridad moral para liderar cualquier proyecto político.
Las investigaciones en curso por presunto estupro y trata de personas, tanto en Bolivia como en Argentina, que incluyen denuncias sobre una relación con una menor de 15 años en 2015, plantean serias preguntas sobre su idoneidad como referente político y moral.
La respuesta de Morales ante estos reveses legales y políticos —la convocatoria a bloqueos que causaron pérdidas millonarias al país— demuestra una preocupante disposición a anteponer intereses personales al bienestar colectivo. Los 2.200 millones de dólares en pérdidas económicas provocadas por 24 días de bloqueos son un doloroso recordatorio del costo que el país ha pagado por ambiciones personalistas.
El fallo del TCP no solo resuelve una disputa legal, representa una oportunidad para que el MAS recupere su esencia como instrumento político de las organizaciones sociales.
La legitimación del congreso de El Alto, con su nueva directiva arraigada en los movimientos sociales, abre el camino para una renovación genuina del partido, libre de caudillismos y centrado en las necesidades reales de sus bases.
Esta nueva etapa requiere un liderazgo colectivo que entienda que el poder emana de las bases y debe servir a los intereses populares. La presidencia de Grover García, respaldada por organizaciones sociales auténticas, representa esta oportunidad de renovación y retorno a los principios fundamentales del movimiento.
El mensaje es claro: el MAS pertenece a las organizaciones sociales, no a individuos. La era de los liderazgos perpetuos ha terminado, tanto por mandato legal como por imperativo moral.
Ahora se avanza al ámbito donde la alternancia en el poder y el liderazgo colectivo son la norma, no la excepción.
Las organizaciones sociales tienen la responsabilidad de reconstruir un proyecto político que represente genuinamente los intereses populares, libre de las sombras del pasado y los personalismos que han intentado secuestrar su destino.
El fallo del TCP no es solo el fin de una era, es el inicio de una nueva etapa donde el poder retorna adonde siempre debió estar: en las manos del pueblo organizado.