El reciente fallo de la justicia del estado de Florida, Estados Unidos, en contra del exministro Arturo Murillo y su colaborador Sergio Méndez marca un hito en la lucha contra la impunidad y la corrupción en Bolivia.
La condena a pagar $us 6,2 millones por el daño causado debido a la compra con sobreprecio de gases lacrimógenos en 2019 no solo representa un acto de reparación económica, sino también un contundente mensaje de que la justicia no se detendrá ante actos de corrupción.
Es importante destacar que este caso no quedará en la impunidad. Murillo y Méndez, quienes ostentaron cargos de alta responsabilidad en el gobierno de facto de Jeanine Añez, fueron detenidos y sentenciados en Estados Unidos por delitos de corrupción relacionados con sobornos y lavado de dinero vinculados al sobreprecio en la compra de material antidisturbios.
Murillo, quien actualmente cumple una condena penal, y Méndez, deportado a Bolivia y encarcelado de inmediato, están siendo procesados ante la justicia por sus acciones.
Ha sido fundamental el paso que dio la Procuraduría General del Estado al contratar el consorcio jurídico Greenberg Traurig PA en Estados Unidos para obtener las sentencias contra el hombre fuerte del régimen golpista y su más cercano colaborador, y asegurar que rindan cuentas por sus actos.
Además del pago por el daño económico, es esencial que los costos legales del proceso sean cubiertos por los condenados.
También es alentador saber que se llevan a cabo gestiones diplomáticas para la devolución de los dineros con‑scados durante las aprehensiones. Esto enviará un claro mensaje de que el crimen no compensa y de que los fondos malversados deben ser devueltos al pueblo boliviano.
Este caso no solo resalta la importancia de la cooperación internacional en la lucha contra la corrupción, sino que también demuestra que nadie, sin importar su posición política o poder, está por encima de la ley.
La condena de Murillo y Méndez es un paso adelante en el camino hacia una sociedad más justa y transparente, donde los corruptos no encuentren refugio ni impunidad. La justicia ha hablado, y su voz resonará en todas partes, recordándonos que la corrupción nunca quedará sin castigo.