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Guerra híbrida

En la XXIV Cumbre del ALBA-TCP, en Caracas, Bolivia advirtió los desafíos internos que amenazan la estabilidad del proceso democrático.

El presidente Luis Arce denunció en la cita de gobiernos progresistas una guerra híbrida sin precedentes en casi dos décadas, un concepto que va más allá de la retórica política y toca la médula de la gobernabilidad nacional.

La guerra híbrida implica un asedio multifacético: político, económico, legislativo y mediático.

El gobierno de Arce enfrenta una asfixia sistemática desde múltiples frentes: la Asamblea Legislativa obstaculiza la aprobación de créditos externos, existe un deliberado ocultamiento de alimentos básicos, y las presiones políticas buscan desestabilizar el proyecto de gobierno.

Sin embargo, la realidad más profunda y dolorosa es el sabotaje interno protagonizado por quien fuera su aliado político: Evo Morales.

Desde el inicio del mandato de Arce, el expresidente ha orquestado una estrategia desafiante de permanente desestabilización, intentando deslegitimar las acciones del presidente y perpetuando una narrativa de confrontación.

El ALBA-TCP se constituye así en un espacio de solidaridad fundamental. Los países del bloque no solo ofrecen respaldo político, sino que comprenden la complejidad de los ataques híbridos que buscan desmantelar proyectos progresistas en América Latina.

La denuncia de Arce sobre la "guerra política, económica, legislativa y mediática" revela un panorama donde los tradicionales mecanismos de confrontación se han transformado. Ya no se trata de golpes militares clásicos, sino de una desestabilización multidimensional que ataca simultáneamente instituciones, economía y tejido social.

Frente a este escenario, el gobierno ha optado por una estrategia de transparencia internacional y fortalecimiento de la industrialización nacional. El plan para enfrentar el desabastecimiento de alimentos no es reactivo, sino parte de una política estructural de soberanía alimentaria.

La reunión del ALBA-TCP no es un mero ejercicio protocolar. Representa un espacio de construcción colectiva donde los países del Sur Global intercambian estrategias para enfrentar agresiones sistemáticas contra proyectos políticos transformadores.

Bolivia transita una de sus etapas políticas más complejas. La división interna del movimiento que alguna vez representó la esperanza de transformación ahora amenaza con erosionar los avances conseguidos. Evo Morales, lejos de ser un aliado, se ha convertido en el principal elemento desestabilizador.

Sin embargo, la resistencia de Arce y su capacidad de articulación internacional demuestran que el proyecto político no está derrotado.

En estos momentos complejos el respaldo de los líderes latinoamericanos del ALBA-TCP a Bolivia reafirma la continuación del proceso democrático.


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