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La ciudad inconclusa

Un reportaje sobre las características de la ciudad sede de gobierno describe perfectamente la fisonomía externa de la urbe paceña de la siguiente forma: “A medida que se desciende de la ciudad de El Alto rumbo a la hoyada paceña, ya sea por la Autopista o por la avenida Naciones Unidas, conocida ésta como el Camino Viejo, salta a la vista un manto anaranjado que cubre prácticamente a toda la ciudad”.

Si Sucre es considerada como la Ciudad Blanca, La Paz debiera ser considerada la ‘ciudad anaranjada’, porque el color del ladrillo salta a la vista por tierra o por aire. Desde el avión o desde las flotas que llegan del interior del país se puede ver cómo la mayor parte de la mancha urbana es de ese color por el ladrillo que fue utilizado en la edificación.

En 2022, el alcalde paceño cometió la imprudencia de advertir de que aumentaría impuestos a las casas que no hayan terminado la obra fina de su propiedad. Su propuesta no duró 48 horas y casi de inmediato dijo que más bien el municipio daría algunos incentivos a aquellos propietarios que decidieran concluir la obra fina de la parte externa de sus casas.

Por eso desde el Colegio de Ingenieros bautizaron a la urbe paceña como ‘una ciudad inconclusa’, poque no alcanzaron los recursos económicos para terminar una casa, como ocurre en la zona Sur o en el centro de la ciudad.

Así La Paz está rodeada por un gigantesco cinturón anaranjado que está conformado por los suburbios. Aquellos cientos de barrios que se edificaron al compás de las necesidades de sus habitantes que decidieron arrancarles a los cerros del municipio sus propiedades.

Según el Instituto Nacional de Estadística, el municipio paceño está cerca de tener un millón de habitantes y el espacio de la ciudad ya es insuficiente para extender la mancha urbana y por eso empezó a crecer hacia arriba. La propiedad de una persona se convirtió en el hogar de varias familias porque los padres repartieron propiedades horizontales a sus hijos, ante la imposibilidad de comprar un nuevo terreno en la misma ciudad.

El Alto y municipios vecinos son requeridos por los ciudadanos que tienen las posibilidades de adquirir un terreno; la mayoría de los jóvenes piensan más en un departamento, que es lo más accesible a sus posibilidades y sus necesidades; ellos ya no hablan de comodidad, hablan de funcionalidad.

De esa necesidad nacen los proyectos inmobiliarios que crecen en los barrios de forma legal e ilegal. Recientemente se descubrió una manipulación abierta en el municipio paceño que autorizó la edificación de varios condominos de una sola empresa y que retrocedió al ser denunciado públicamente.

La residencial zona Sur fue invadida por edificios que hace 20 años eran imposibles de existir; pero la necesidad de vivienda llevó a que poco a poco se construyan más edificios de departamentos y condominios enteros que albergan a familias que no lograron encontrar una propiedad en el centro de la ciudad.

De a poco, la zona Sur está adquiriendo su propio centro comercial, muchas empresas que tenían sus oficinas en el centro se están trasladando a la zona Sur por la accesibilidad o por la distancia con el centro de la urbe, donde ya no hay espacio para nuevos terrenos, solo edificios.


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