Los opinadores o algunas ONG se dedicaron este último tiempo a destacarse por sus dotes de futurología e intentaron vaticinar una catástrofe económica para el país, haciendo énfasis en las dificultades económicas del Estado; pero se olvidaron mencionar las facilidades que tiene este para conseguir préstamos internacionales.
Los créditos internacionales en tiempos de los gobiernos neoliberales, como el de 2003 y 2004, siempre eran condicionados. Está fresca en la memoria las frases de entonces, cuando los organismos internacionales nos advertían de que iban a prestar dinero pero que los ciudadanos bolivianos debían aprender a tributar.
O después que nos dijeran que estiraban la mano afuera para pedir dinero y pagar salarios de los maestros. Eran días en los que la comunidad internacional no confiaba en las autoridades nacionales ni en su capacidad de administrar el dinero que recibían.
Eran tiempos en los que aplicar las recetas de organismos internacionales era más fácil como también dejar en la pobreza a millones de bolivianos a costa de devaluar la moneda. Así se recordará también, cuando se decía de forma trágica que cuando EEUU tenía gripe Bolivia tendría pulmonía, ese era el nivel de dependencia de las arcas bolivianas al dinero extranjero.
Este periodo difícil que estamos atravesando no es ni por asomo lo que se veía hace dos decenios. Los organismos aprueban los préstamos sin mayor trámite porque el país tiene capacidad para endeudarse y responder por los préstamos, pues está en la senda del crecimiento e impulsa la reconstrucción económica, y están listos para ser aprobados en la Asamblea Plurinacional.
Precisamente ahí pareciera que hay candados que impiden acceder a recursos frescos. Los préstamos que se adquieren ahora no son para pagar salarios, o aguinaldos de maestros, son para fomentar el desarrollo y la producción que tarde o temprano retomará el país, tal como fue el periodo 2006-2014, como reconocen los propios opinadores.
Hay que ser pacientes, la pandemia primero y luego la guerra Rusia-Ucrania pusieron al mundo en crisis por varios factores que los propios gobiernos no pueden resolver, porque están absortos en sus propias crisis que deben solucionar.
La ausencia de monedas y la caída de ingresos no es un fenómeno que afecte solo a Bolivia, porque el país no es una isla. Esta falta de recursos es global y se está intentando capear el temporal del mejor modo posible, y los préstamos no son un camino permanente, y más pronto que tarde se verá la recuperación económica que marcará al país en los siguientes 20 años.
El fin de semana se desarrolló un gabinete ampliado que permitió a todas las autoridades escuchar lo que se está haciendo y lo que se debe hacer hacia adelante, la coordinación que debe haber y los pasos que darán en los ocho meses que restan de gestión en 2023. Es necesario desmentir con acciones los malos augurios que lanzan los partidos opositores, principalmente.
La Asamblea debe concientizarse de su papel en momentos como este, que es cuando se requiere más apoyo. El trabajo que realicen en los siguientes meses será fundamental para que el país termine de remontar este problema global. Existen los mecanismos suficientes, pero se deben apoyar en las aplicaciones legales que se requieren para la atracción de capitales y el desarrollo de la industria nacional.