Las poblaciones del oriente del país o del subtrópico de La Paz ya no son las únicas en las que la venta de partes de animales silvestres es moneda corriente, los traficantes llegaron a las capitales de departamento, donde ofrecen sus ilegales productos que obtienen a su vez de campesinos que cazan en las poblaciones.
Entonces, el tráfico de partes de animales silvestres, como colas de cascabel, cola de zorro o dientes de felinos, no cesó y se sigue incrementando con el consecuente deterioro de la fauna silvestre del país, donde el control es escaso o nulo dada la gran extensión de territorio que es imposible de vigilar por los guardaparques.
Los inescrupulosos utilizan incluso las redes sociales para ofrecer esta venta ilegal y la Policía desplegó el ciberpatrullaje para desbaratar las bandas que cada vez avanzan a otras zonas. En las ciudades utilizan las ferias populares para exponer incluso a los animales. Los loros y primates son los más comunes.
Las autoridades ya explicaron que se trata de una cadena que empieza con la deforestación ilegal de los inmensos bosques donde trabajan los grandes aserraderos que depredan las arboledas y provocan la huida despavorida de los animales.
Esos pequeños animales indefensos son arrancados de sus territorios por los propios trabajadores de estas empresas y los llevan con los comerciantes que a su vez tienen contacto con los traficantes que llevan a ciudades del país o pueden lograr vender allende las fronteras.
En el mercado internacional, solo la cola de cascabel puede alcanzar precios siderales y es vendida como un souvenir, ofrecida por las gigantescas empresas de venta por internet sin el menor reparo ni control.
En 2021 se ejecutó, hasta el momento, el operativo más complejo y abarcó una investigación de tres años. La denominada Operación Jaguar logró la aprehensión de 13 personas y el descubrimiento de una vasta red de tráfico de animales silvestres, partes de los animales, prendas elaboradas con cuero de este tipo de animales y animales disecados.
Se conoció además que son los mercados internacionales los más apetecidos por los delincuentes que trafican con estas partes, ya que la venta en el país no deja las ganancias que pueden lograr cuando venden a otros traficantes de terceros países.
Este fue el único operativo del que se tiene memoria, y a partir de entonces se ahondó en la investigación, persecución y castigo de esta actividad desde las provincias hasta las ciudades. En esta semana se ejecutó un operativo en La Paz, donde se sorprendió a traficantes que vendían partes de animales silvestres en pleno centro de la ciudad de La Paz, hasta el momento cinco personas ya fueron aprehendidas.
El problema está en las normas y las sanciones, puesto que la Ley del Medioambiente de 1992 sanciona la caza indiscriminada de animales silvestres o el tráfico de las crías con pena de cárcel de 1 a 3 años de encierro y como también señala el Código Penal boliviano, las penas hasta tres años no reciben presidio y se acogen al denominado perdón judicial, de tal modo que los traficantes no tienen una sanción ejemplarizadora y pueden volver a delinquir sin mayores problemas.
Por eso urge una reforma que sancione con penas mayores el tráfico y la venta de todo lo que esté vinculado con los animales silvestres, de ese modo se podrá actuar con mano dura en los territorios donde la venta de estos animales es indiscriminada.