En los últimos días, el presidente Luis Arce ha dado una clara muestra de que la premisa sobre “gobernar junto al pueblo” no es un simple discurso demagógico; todo lo contrario, es una ideología y una práctica que se hace palpable en el día a día.
El anuncio de convocar a una consulta popular, a través del referendo, para definir acciones que son de interés nacional es una clara muestra de que la administración de Arce no asumirá decisiones arbitrarias y siempre escuchará a la población; y eso es algo que debe dar certezas, más aún cuando existe el firme compromiso de que se cumplirá a cabalidad la decisión que se asuma, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado.
Es claro que este tipo de planteamientos genera malestar en sectores de oposición, principalmente en Evo Morales y sus seguidores, quienes evidentemente no comulgan con las prácticas democráticas. Cuando una persona está acostumbrada a velar por sus propios intereses a cualquier costo, difícilmente tomará de buena manera una iniciativa de estas características.
La única motivación que tiene Morales, al igual que sus seguidores, es prorrogarse en el poder por encima de la voluntad popular. Nunca le importó lo que el pueblo piensa, algo que quedó demostrado en 2016, y esta no es la excepción.
Sumido en la angurria por volver al Gobierno, ha emprendido una campaña de desestabilización constante a la gestión del presidente Luis Arce. Lo más deplorable es el hecho de recurrir a artimañas como la especulación, en el caso de los combustibles, aún a sabiendas de que los problemas por los que ahora se está atravesando se deben a la falta de acciones responsables y oportunas respecto a la exploración hidrocarburífera en gestiones pasadas.
No obstante, Luis Arce, en cumplimiento de su palabra, está dando soluciones estructurales ante la escasez de reservas de hidrocarburos que conlleva una dependencia de la importación de combustibles. Las medidas que se están asumiendo desde el Gobierno nacional no son paliativos, sino que le darán un verdadero giro a la realidad hidrocarburífera actual mediante un agresivo plan de exploración y con la generación de plantas industriales que permitirán la producción de biodiésel.
Se está construyendo una nueva Bolivia y es vital que el pueblo sea un actor activo de este proceso, por el bien de las nuevas generaciones. El oponerse a que la ciudadanía participe en la toma de decisiones trascendentales para el país no hace otra cosa que develar el carácter profundamente antidemocrático de sectores de oposición.