Hace 73 años, el matemático inglés Alan Turing lanzó una pregunta: ¿Pueden las máquinas pensar? Desde entonces ha empezado una carrera por hacer cada vez más y mejores máquinas que puedan simular la realidad, progresión que llamó la atención en el Viejo Continente, y los países integrantes de la Unión Europea ya aprobaron la regulación de la inteligencia artificial o IA, como se conoce universalmente.
La regulación de herramientas digitales no es nueva en Europa, donde existe legislación sobre el control del internet, mientras en esta parte del mundo aún nos encontramos en la fase de intentar incursionar en el problema, porque en cuanto se menciona el tema de regulación, actores vinculados o improvisados saltan a oponerse, aunque no sepan a qué se están oponiendo.
Los europeos están planteando “reforzar la regulación” ya existente, proceso que entraría en vigencia el próximo año para los países miembros de la UE. Pero ¿qué regulará la ley? Ciertamente no es la vida de los ciudadanos, como muchos piensan en Bolivia. Lo que están viendo los europeos es fortalecer las reglas sobre la calidad de los datos, la transparencia, la supervisión humana y la responsabilidad sobre esta tecnología. Abordan cuestiones éticas y desafíos de implementación en varios sectores, que van desde la atención médica y la educación hasta las finanzas y la energía.
Entonces, la tendencia hacia la legislación es innegable. El reporte del Índice de la Inteligencia Artificial 2023, elaborado por la Universidad de Stanford y publicado el 3 de abril, muestra que Occidente y algunos países asiáticos están creando cada vez más normas. El documento revela que, según los registros legislativos de 127 países analizados, 31 Estados ya han aprobado por lo menos una ley relacionada con esta tecnología. En total se han decretado más de 125 normas de manera global, y 37 de estas se aprobaron tan solo en 2022. En esta parte del continente, Argentina y Brasil ya incursionaron en aprobar leyes sobre inteligencia artificial. En la lista también figura Panamá.
En Bolivia, el uso de la IA es incipiente, casi inexistente y todos ven desde la ventana lo que está ocurriendo afuera, en los países industrializados, principalmente, cuyas autoridades ya vieron los peligros de este sistema, de las serias complicaciones en el futuro, de ahí la necesidad de regular el uso. Pero no solamente es el uso, también es el costo de implementar un sistema de IA, lo que debe llamar la atención. Las empresas privadas del país del norte invirtieron 47.400 millones de dólares, seguidas de China con 13.400 millones, en la gestión 2022, cifras inalcanzables para los países de Latinoamérica.
Si bien en Bolivia es casi inexistente el trabajo en IA, se debe ir pensando en lo que se hará cuando irrumpa. Hay que mirar a los vecinos como Argentina y Brasil, que ya experimentaron con la IA y también desarrollaron legislación sobre este tema, el principal problema será conocer gente especializada en IA que pueda hablar de regulación y pueda justificar los conceptos jurídicos, ese es un tema pendiente para los actuales legisladores o para los parlamentarios que serán electos en 2025, lo cierto es que hasta finales de esta década Bolivia también transitará por la IA y tendrá que tener todo preparado para no ser sorprendida.