En los salones de la prestigiosa Harvard Kennedy School, mientras Bolivia atraviesa una de sus crisis económicas más profundas, el multimillonario Marcelo Claure ha orquestado lo que bien podría denominarse como la reunión más reveladora sobre los verdaderos intereses que mueven la política nacional.
El evento Bolivia360 Day no es simplemente una conferencia académica; es la materialización visible de cómo el poder económico transnacional pretende rediseñar el futuro político y económico de nuestro país.
Resulta profundamente simbólico que mientras el pueblo boliviano enfrenta escasez de combustibles, incremento descontrolado de precios e incertidumbre económica, los candidatos de la derecha nacional se reúnen en una de las universidades más elitistas del mundo, con todos los gastos pagados por uno de los empresarios más poderosos del continente.
Esta geografía del poder no es casual: desde Boston se pretende diseñar políticas para Bolivia.
La lista de invitados constituye un verdadero mapa de los actores que protagonizaron los momentos más oscuros de la democracia boliviana reciente. Samuel Doria Medina, Manfred Reyes Villa, Jaime Dunn, junto a figuras como Efraín Suárez —hombre de confianza del encarcelado Fernando Camacho— conforman un elenco que evoca inmediatamente los días del golpe de Estado de 2019.
No es coincidencia que estos mismos actores se reúnan bajo el auspicio de Claure para "diseñar el futuro de Bolivia".
Lo más preocupante del encuentro no es solo quiénes participan, sino las propuestas que llevan en sus programas electorales.
Doria Medina, Reyes Villa, Dunn y otros candidatos de derecha han anunciado un retroceso histórico hacia las políticas neoliberales más ortodoxas: la eliminación de subsidios a los hidrocarburos, el cierre de empresas estatales, y la solicitud de créditos externos que oscilan entre los 5.000 y 12.000 millones de dólares.
Estas propuestas no son técnicamente neutras; representan una visión ideológica específica que concibe al Estado como un obstáculo para el desarrollo y al mercado como la solución mágica para todos los problemas nacionales.
La eliminación de subsidios a los hidrocarburos, por ejemplo, significaría un golpe directo al bolsillo de las familias bolivianas más humildes, incrementando inmediatamente los costos de transporte, energía y, por ende, de todos los productos básicos.
El cierre de empresas estatales que proponen estos candidatos no responde a evaluaciones técnicas sobre eficiencia o productividad, sino a un dogma ideológico que considera intrínsecamente malo todo lo que sea público.
La propuesta de cerrar empresas estatales viene acompañada de la promesa implícita de privatizarlas, entregándolas precisamente a grupos empresariales como los que financian eventos como Bolivia360 Day.
Es decir, se trata de crear las condiciones para que el poder económico privado sea apropiado de activos que fueron construidos con recursos de todos los bolivianos.
Cuando un multimillonario puede reunir a candidatos presidenciales, analistas y periodistas en Harvard, pagando todos los gastos, se está configurando un espacio de poder que opera por encima y por fuera de los mecanismos democráticos tradicionales.
Esta dinámica plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la democracia boliviana. ¿Qué legitimidad tienen propuestas diseñadas en eventos financiados por intereses empresariales privados? ¿Cómo pueden los candidatos que participan en estos encuentros pretender representar los intereses del pueblo boliviano cuando sus propuestas son elaboradas bajo el auspicio de quienes se beneficiarían directamente de su implementación?
Que este encuentro se realiza a poco más de 80 días de las elecciones generales no es casual. Se trata de un momento de definición de estrategias finales, de coordinación de discursos y, posiblemente, de distribución de recursos para las campañas electorales. El evento Bolivia360 Day funciona como una especie de "comité electoral de la derecha boliviana", pero operando desde territorio estadounidense y bajo financiamiento empresarial.