En un giro político que desafía toda lógica ideológica, el expresidente Evo Morales ha consumado lo que muchos considerarían impensable: una alianza estratégica con sus propios "verdugos".
El pacto de Evo con Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho —arquitectos del golpe de Estado que lo derrocó en 2019— para desestabilizar al gobierno legítimo de Luis Arce constituye una de las más asombrosas contradicciones en la historia política boliviana reciente.
Es verdaderamente insólito que Morales haya decidido estrechar manos con quienes orquestaron su caída, un evento que desencadenó tragedias como las masacres de Sacaba y Senkata, donde decenas de ciudadanos perdieron la vida.
Aquellos enfrentamientos abrieron heridas profundas en el tejido social boliviano que aún no han cicatrizado completamente.
Las declaraciones del presidente Arce exponen la magnitud de esta traición. El mandatario reveló que Morales, desde su regreso al país en 2020, intentó sistemáticamente socavar la gobernabilidad de la administración actual.
Particularmente alarmante resulta la revelación de que el dirigente cocalero habría presionado para colocar en altos mandos militares a personas comprometidas con el mismo golpe que lo expulsó del poder.
La obstrucción de créditos internacionales por más de 1.667 millones de dólares en la Asamblea Legislativa mediante esta coalición antinatural evidencia que el expresidente ha cruzado lo que Arce denomina "océanos de sangre" para satisfacer sus ambiciones personales.
Este sabotaje económico afecta directamente a los ciudadanos bolivianos, principalmente a los más vulnerables que dependen de los programas sociales financiados por estos recursos.
Este viraje ideológico desenmascara una realidad: la aparente causa revolucionaria que Morales abanderó durante años parece haber sido subordinada a su "apetito de estar en el gobierno por las buenas o por las malas".
La maniobra política de asegurar la quinta reelección de Andrónico Rodríguez como presidente del Senado mediante pactos con la derecha tradicional boliviana confirma que los principios del Movimiento Al Socialismo han sido sacrificados en el altar de la ambición personal.
Cuando el presidente Arce afirma que "la gente que pacta con la derecha no puede ser nuestro hermano ni compañero", expone una dolorosa fractura dentro del movimiento popular.
La pregunta que flota en el ambiente político es si esta alianza contranatura representa una estrategia temporal o marca el abandono definitivo de los principios que Morales proclamó defender durante su largo mandato.
Este episodio obliga a reflexionar sobre el verdadero significado de la lealtad política y los principios ideológicos. Cuando un líder que se proclamaba defensor de los oprimidos se une a aquellos que representan intereses diametralmente opuestos, solo para recuperar el poder perdido, debemos cuestionar cuáles fueron sus motivaciones reales durante todo este tiempo.