La historia de Bolivia está escrita con sangre de minero.
Sin su heroica lucha no sería posible comprender cómo el país es hoy la democracia que es y cómo se transformó en una sociedad más digna, más justa e incluyente.
Fueron los trabajadores de la bocamina quienes desde tiempos antiguos combatieron primero al opresor sistema colonial, luego a las sanguinarias dictaduras y después al salvaje capitalismo neoliberal.
En la memoria del pueblo boliviano está vivo el dolor por la Masacre de San Juan, uno de los episodios más cruentos de nuestra historia.
El recuerdo por los valerosos mineros caídos el 23 de junio de 1967 en Siglo XX y Catavi nunca quedará en el olvido y a ellos, a sus familias, y a las nuevas generaciones de hermanos mineros el más profundo homenaje y reconocimiento.
La masacre de San Juan, recordó recientemente el presidente Luis Arce, dejó decenas de muertos y heridos en un episodio trágico contra quienes apoyaban al Che Guevara.
Hoy los mineros, gente de cuna humilde, encarnan un gran movimiento de cambio que nos ha llenado de esperanza.
El movimiento minero es considerado en el país como la vanguardia y columna vertebral del sindicalismo y en esa condición sufrió los años de hierro de las dictaduras militares y 11 masacres en su historia.
Los mineros siempre tomaron las calles en defensa de la democracia y se quedaron allí, desparramando la brasa, como dice una emblemática canción.
Esa es parte de la letra, casi un himno, del tema Los mineros volveremos, de Savia Nueva, que es infaltable en las concentraciones de los trabajadores de la bocamina.
“No volverán a sangrar las calles del campamento, ni se escucharán lamentos en las noches de San Juan, y si nos quitan el pan a fuerza de dictaduras, nuestra lucha será dura por pan y por libertad”.
Hasta el Día del Minero, que se conmemora cada 21 de diciembre, guarda relación con una masacre.
Desde que ocurrió la dolorosa y violenta masacre en el Campo de María Barzola, en 1942, en Catavi, se recuerda esta fecha como Día del Trabajador Minero.
Y es que la historia de Bolivia está escrita con sangre de nuestros hermanos mineros.