El narcotráfico, hurto de vehículos, la trata de personas y el contrabando de productos y armas son ilícitos que trascienden las barreras culturales, sociales, lingüísticas, geográficas y que no conocen fronteras ni reglas.
Esas actividades, que ejecuta la delincuencia organizada transnacional, son una amenaza mundial, aunque está claro que sus efectos se hacen sentir a nivel local.
Cuando la delincuencia organizada echa raíces puede desestabilizar países y regiones enteras.
Los grupos delictivos organizados también pueden trabajar de forma coordinada con delincuentes locales, lo que agrava fenómenos como la corrupción, la extorsión, la asociación ilícita y la violencia, así como una variedad de delitos más complejos en el ámbito local.
El gobierno del presidente Luis Arce ha sido claro y firme en el combate al delito en la frontera. Se trata de un trabajo colosal y muy complejo porque la amplia geografía nacional, con más de 1.099.000 km2, colinda con cinco países: Perú, Chile, Argentina, Paraguay y Brasil.
La frontera con esas cinco naciones es de 6.918 kilómetros. Más de 70 municipios, de ocho departamentos de los nueve que tiene el país, tienen límites internacionales y el control se ejecuta en selva y llano y en la alta montaña, que supera los 6.000 metros por encima del nivel del mar.
Además de los pasos oficiales, hay cientos ilegales y clandestinos.
Combatir la delincuencia organizada transnacional exige la responsabilidad compartida entre naciones hermanas y el mejor esfuerzo de los gobiernos.
El de Luis Arce ha anunciado que incorporará aeronaves no tripuladas, probablemente de Irán, líder mundial en esa área, para usarlas en el combate al delito transnacional en sus fronteras.
La tecnología iraní, lo ha dicho el Ministro de Defensa boliviano, podría satisfacer el requerimiento nacional.
Irán y Bolivia han tenido cooperaciones en las áreas educativas, científicas y tecnológicas, particularmente en nanotecnología, en la lucha contra narcotráfico, en el área de salud y en defensa, nexos que se congelaron durante el interinato de Jeanine Añez, cuyo gobierno fue resultado de un golpe de Estado.
Es importante el empleo de la alta tecnología para combatir el delito de bandas ilegales internacionales, anónimas y más complejas que nunca.
