El gobierno de Luis Arce, fiel a los compromisos asumidos y su estricto apego a la Constitución Política del Estado, las leyes en vigencia y la voluntad del pueblo expresada en las urnas, ya puso en marcha una transición ordenada para entregar el mando a Rodrigo Paz, ganador de la segunda vuelta electoral del pasado domingo.
Se emitirá un decreto supremo con el fin de establecer mecanismos para el traspaso del Gobierno Constitucional al Gobierno electo, lo que incluye la organización de comisiones y equipos de trabajo para la entrega de información en las diferentes carteras de Estado, como economía, hidrocarburos, industrialización y otros.
Después de conocer los primeros resultados electorales mediante el Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (Sirepre), Arce felicitó al electo mandatario, le deseó éxitos en su futuro gobierno y reconoció la vocación democrática del pueblo porque es un valioso instrumento para construir el futuro de Bolivia.
Destacó el gran trabajo del Tribunal Supremo Electoral por la entrega de resultados oportunos que dieron certidumbre a la población. El Sirepre dio como ganador a Rodrigo Paz, aunque estos resultados deben consolidarse a través del Sistema de Consolidación Oficial de Resultados de Cómputo, mecanismo válido para consolidar los resultados y proclamar a los ganadores, pero los resultados preliminares del Sirepre son irreversibles.
El Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares es “confiable, transparente y seguro”, por lo que las movilizaciones de algunos tutistas son pataletas de ahogado porque no conciben la derrota de su candidato pese a la campaña millonaria y la contratación de un asesor estrella, que se limitó a generar una guerra sucia y mostró su desconocimiento de los valores e idiosincrasia del pueblo boliviano que le dijo no a la derecha recalcitrante.
Además, quedan atrás las infundadas acusaciones de sectores opositores e interesados en convulsionar el país al afirmar que el Gobierno nacional estaba gestando un fraude electoral o que pretendía prorrogarse en su cargo a través de la conformación de comisiones, o que buscaría suspender el mandato de los vocales del TSE y dilatar la gestión de las autoridades electas.
Arce no se apartó ni un milímetro de la Constitución Política del Estado que señala que el periodo de mandato del presidente es de cinco años. Esta decisión fue invariable en el tiempo, en todos los encuentros con periodistas y en actos públicos, donde remarcó que uno de los grandes legados de su gobierno será el fortalecimiento de la democracia porque recibió el poder de un régimen de facto, se enfrentó a boicots y bloqueos e incluso a un intento de golpe de Estado, pero aun así garantizó las elecciones y ahora vela por una transición pacífica.
Hay un largo legado de certezas económicas, junto con la preservación y estabilidad de la democracia, que son el faro de certidumbre en un horizonte que, en un poco más de un par de semanas, quedará en manos del futuro mandatario y sus colaboradores.