El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en París la Declaración Universal de Derechos Humanos, hito histórico que marcó el compromiso global de salvaguardar la dignidad y los derechos fundamentales de todas las personas. Su 75 aniversario es una oportunidad para reflexionar sobre los logros alcanzados y los desafíos persistentes en la promoción y protección de estos derechos.
A partir de la Declaración a lo largo de las últimas décadas hemos sido testigos de avances significativos en la ampliación del reconocimiento de los derechos humanos, transitando etapas importantes en la lucha por la igualdad de género, el reconocimiento de los grupos vulnerables como derechos de las personas con discapacidad, derechos de las personas privadas de libertad, derechos de los adultos mayores, derechos de los niños, niñas, adolescentes, derechos de los migrantes y refugiados, derechos de los LGBTI, derecho al medioambiente saludable, por mencionar algunos.
Estos avances son el resultado de años de discusiones entre Estados, entre los abogan por los avances y entre los que oponen reservas argumentando preocupaciones de soberanía nacional, diferencias culturales u otro tipo de interpretaciones que hacen que incluso hoy en día muchos no ratifiquen los derechos reconocidos después de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Hoy por hoy, a diario vemos grupos de la sociedad civil reclamando por casos particulares que muchas veces se mediatizan por la gravedad y no quedan en nada.
Pese al importante avance de los derechos, persisten desafíos críticos que amenazan la vida misma, si no volteamos los ojos de manera seria al derecho humano al agua, que sigue siendo un tema pendiente tanto en términos de su abastecimiento como la protección del mismo en tiempos de tanta contaminación y desenfrenado calentamiento global.
La Declaración Universal de Derechos Humanos, si bien no explicita el derecho humano al agua, establece principios generales sobre derechos humanos para garantizar la vida misma.
Garantizar el agua no solo es esencial para la salud y bienestar de las personas, sino que tiene sus consecuencias significativas para el desarrollo sostenible, la equidad y la prevención de conflictos. La toma de medidas inmediatas es crucial y es por eso que ha sido priorizado entre una de las seis metas de la Agenda de Desarrollo Sostenible.
En Bolivia, la distribución y disponibilidad del agua se ven afectadas por factores como la inequidad social, la falta de infraestructuras adecuadas y la presión ambiental. La población rural y las comunidades marginadas a menudo enfrentan mayores obstáculos para acceder a este recurso vital, lo que subraya la necesidad de abordar no solo la disponibilidad física del agua, sino también las disparidades sociales que afectan su acceso.
En el ámbito internacional, el cumplimiento del derecho humano al agua también plantea desafíos significativos. Las crisis ambientales, el cambio climático y la gestión inadecuada de los recursos hídricos son amenazas que requieren una cooperación global y un enfoque integral para garantizar que este derecho humano fundamental sea respetado y protegido.
Este 10 de diciembre es esencial fortalecer los mecanismos para abordar las brechas persistentes en la realización de los más elementales derechos como el derecho al agua. En este marco, la colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales, la sociedad civil y el sector privado es esencial para superar los desafíos actuales y futuros, así como la colaboración efectiva entre diversos actores es esencial para abordar estos desafíos persistentes.
Los gobiernos desempeñan un papel fundamental al establecer políticas y marcos legales que garanticen el acceso equitativo al agua y promuevan la sostenibilidad de los recursos hídricos. Además deben comprometerse a abordar las desigualdades sociales y económicas que a menudo impiden que ciertos grupos disfruten plenamente de este derecho humano fundamental.
Por otro lado, los movimientos sociales, la sociedad civil, incluyendo organizaciones no gubernamentales, activistas y defensores de los derechos humanos desempeñan un papel vital en la supervisión, sensibilización y defensa de los derechos al agua. Su capacidad para movilizar a la sociedad y destacar problemas específicos contribuye a mantener a los gobiernos y otras instituciones responsables de sus compromisos en materia de derechos humanos.
El sector privado por su parte puede también desempeñar un papel importante, limitando el uso racional del agua y evitando contaminar el agua, adoptando prácticas comerciales responsables que respeten y protejan el derecho al agua. La inversión en tecnologías sostenibles, la gestión eficiente del agua y la responsabilidad social empresarial pueden contribuir significativamente a abordar los desafíos relacionados con este recurso esencial.
Es esencial reconocer que los desafíos en la realización de derechos humanos, incluido el acceso al agua, son interconectados y complejos. Un enfoque integral y colaborativo es necesario para abordar no solo los aspectos físicos y ambientales, sino también las inequidades sociales y económicas que subyacen a estas problemáticas.
En este aniversario, la comunidad internacional debe reafirmar su compromiso con la Declaración Universal de Derechos Humanos, como el ideal común, como el que fue aprobado por el que todos los pueblos deben esforzarse a promover el respeto de los derechos y libertades no solo en el discurso, sino a través de acciones concretas y colaboración efectiva. Al hacerlo, sentamos las bases para un futuro en el que los derechos humanos sean una realidad tangible para todas las personas.