Muchas veces al etiquetarnos como socialistas, y sobre todo como comunistas, nos asusta. Día tras día en el cotidiano vivir los ciudadanos expresamos admiración, que se convierte en cuestionamiento, y muchas veces en rabia, hacia el injusto y ostentoso poder económico de otros pocos ciudadanos.
Según analistas libertarios, estas actitudes son naturales. Ahí vemos familias que celebran el cumpleaños del firulais contratando locales, haciendo comida especial para las mascotas, regalándoles collares de piedras preciosas y otras excentricidades, mientras hay niños que mueren con diarrea. Pero, como se maneja la teoría liberal, eso es natural.
Nuestro ejemplo es extremo. Argumentarán diciendo que dejando de celebrar el cumpleaños del firulais no se resolverá nada, pero lo que no quieren tocar es el origen de sus fortunas. Con ejemplos claros podemos ver cómo en nuestro país ciudadanos que eran considerados grandes empresarios e innovadores hacían gala de su fortuna siendo parte de comparsas prestigiosas, poseyendo estancias, casas, propiedades, vehículos, cuadratracks y otros activos. Eran admirados por los ciudadanos, hasta que por denuncias o errores que cometieron resultaron ser o vendedores de ítems municipales, narcotraficantes o corruptos.
Para estos analistas liberales es una herejía que el Gobierno fiscalice e indague las fortunas malhabidas. Para ellos, mientras no sean pillados aquellos ciudadanos que tienen fortunas de origen dudoso, pueden seguir disfrutando a costa de la sociedad. Ya que estas fortunas —independientemente de su origen— generan empleos, mueven la economía y, sobre todo, expresan el adelanto e iniciativa económica. Según los analistas liberales.
Lo anteriormente descrito no solo es característico de los países en vías de desarrollo, sino también de Estados Unidos. Las excentricidades de los millonarios van desde heredar fortunas a sus mascotas hasta cambiar el color de su piel. Mientras, a dos cuadras del Capitolio, está uno de los 95 campamentos de personas sin techo que viven de la mendicidad; también niñas y mujeres desde los 11 hasta los 50 años que no tienen otra libertad más que vender su cuerpo.
El ser humano, desde que tiene uso de conciencia, es un ser social y comunitario, que tiende a agruparse para conformar sociedades donde no solo interesa el bien individual, sino el bien social, que comparte los beneficios individuales o se preocupa por su semejante.
El ser humano comparte en comunidad valores, patriotismo y solidaridad. Aunque, con el transcurrir de los años, mediante la legitimización de lo ilegal (en cuanto a la acumulación de fortunas), estos principios sociales y comunitarios se fueron deformando.
Esta indignación que tenemos muchos ciudadanos del mundo respecto a las desigualdades económicas que provocan unos cuantos millonarios (el 1% de la población mundial acumula el 82% del dinero que genera el mundo), se manifiesta en un ascenso de las corrientes más humanas en contra de un liberalismo que tiene más cosas negativas que positivas.
El querer encasillar a los ciudadanos que estamos contra este extremo liberalismo como socialistas o comunistas militantes no debe atemorizarnos. Toda desigualdad provoca protestas, violencia, indignación y pobreza.