Cinco décadas atrás, el lunes 10 de septiembre de 1973 en la fría ciudad de Santiago se vivía el último día de la Unidad Popular (UP).
Desde hacía meses se percibía la enrarecida atmósfera de un golpe inminente. “Eso se palpa”, ya lo hemos vivido en estos últimos tiempos en los que golpes de distintos formatos han derrotado procesos progresistas en nuestra América. Pero, en ese entonces, la ultraderecha chilena amenazaba al proceso, que encabezaba el presidente Allende, con la expresión: “Yakarta ya viene”, en alusión al terrible genocidio ocurrido unos años antes en Indonesia.
El 29 de junio de 1973, Santiago ya había sido testigo del “Tanquetazo”, un primer intento (¿o ensayo?) de golpe de Estado en contra el gobierno socialista. A pesar de la violencia que usaron los insurrectos, las fuerzas leales al comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, lograron sofocar con éxito la sublevación; en esa oportunidad murieron 22 personas entre civiles y militares. Con aquel intento la situación era difícil, la confrontación entre fuerzas populares y el fascismo representado sobre todo en las calles por jóvenes organizados de la clase alta que habían conformado el Frente Nacionalista Patria y Libertad, cuyo símbolo parecido a la esvástica nazi era una araña negra con la que amenazaban de muerte a los llamados “upelientos”.
Las mujeres y hombres, a quienes hacían parte de la UP, beneficiados por un plan de gobierno que consistía en 40 medidas que tomó el Gobierno, entre ellas la nacionalización del cobre; o los notorios avances en la mejoría de la calidad de vida de las grandes mayorías de excluidos. Porque en 1970 un gran porcentaje de chilenos vivían en condiciones de extrema pobreza. Para mencionar solo un indicador: la mortalidad infantil bordeaba el 200 por mil, lo cual ubicaba al país entre los de más alta tasa de mortalidad infantil de Latinoamérica, y los que sobrevivían tenían graves problemas de desnutrición. Allende implementó la medida número 15 de las 40 de su gobierno, que era otorgar medio litro de leche a las y los menores de 15 años, embarazadas y nodrizas, este beneficio estatal ha sido copiado por muchos países de la región y continúa hasta hoy. Aquellas 40 medidas se cumplieron a cabalidad.
La organización popular incorporó a amplios sectores de la sociedad a distintas formas de defensa de su gobierno que representaba la máxima aspiración de justicia social. Una de esas fue el trabajo voluntario de inmensa cantidad de jóvenes organizados, motor de la UP, cuyas vidas fueron exterminadas, torturadas, exiliadas y relegadas a partir del golpe.
El estudiante Enrique Maza Carvajal, de 23 años, venezolano, revolucionario e internacionalista, fue acribillado en el cordón industrial de Vicuña Mackenna, donde aportaba su trabajo como tantos jóvenes extranjeros que asumieron el llamado de Allende y se incorporaron plenamente a la construcción del sueño socialista del pueblo chileno. Los trabajadores habían enviado al Presidente una carta advirtiendo ya no de un golpe que era indetenible, sino de la ferocidad y lo sanguinario que sería, imágenes que seguramente no pasaban por la esperanza y la fe de un hombre honesto y valiente, y en fin de todo un pueblo que defendía en las calles, a puro corazón, su voluntad, desde cuya victoria se empezó a gestar la conspiración para el golpe. El brutal asesinato del general René Schneider, quien murió justo el día que se proclamó presidente, era como el aviso que marcaría el desenlace, la derecha y EEUU no iban a permitir que Allende terminara su mandato.
La revista www.correodelalba.org presenta un especial en homenaje a Salvador Allende y a la UP, la gran apuesta por un Chile distinto, un sueño que se construía día a día, venciendo todas las adversidades. Recomiendo altamente su lectura, ahí están, entre otros temas, los testimonios de bolivianos torturados y reseñas de quienes fueron asesinados durante la larga dictadura de Pinochet, una de las más sangrientas que se recuerden.
La mañana siguiente todo se acabó de golpe y el presidente Allende nos legó el metal de su voz comprometida con los sueños de todo un mundo que hoy le rinde homenaje. Honor y gloria a los que entregaron su vida, a las familias que siguen buscando a sus seres queridos, en la porfía del amor, a quienes sobrevivieron, a pesar de la tortura y el dolor infringido a Chile y a la humanidad.