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Armando Aquino Huerta

¿Código de comportamiento ético de los curas? Incitación a encubrir

Como consecuencia de las revelaciones del diario El País, de España, sobre los abusos sexuales a 85 niños, niñas y adolescentes en Bolivia, cometidos por el cura jesuita Alfonso Pedrajas (Q.E.P.D.) —y otros—, confirmadas valientemente por el exjesuita Pedro Lima expulsado en 2001 por denunciar hechos pedófilos cometidos por curas.

Cuyos autores, encubridores y cómplices no estuvieron ni un día en la cárcel, el Arzobispo de la Iglesia Católica de Santa Cruz presentó un CÓDIGO DE COMPORTAMIENTO ÉTICO para prevenir e investigar denuncias de abuso sexual de menores cometidos en las escuelas, colegios e internados de dicha Iglesia —donde adoctrina con mentiras de día y de noche—; ese código sin respaldo legal, sin doctrina penal, sin moral ni ética, no mereció respaldo alguno en el mundo entero —fue censurado— por ser un código que INCITA AL ENCUBRIMIENTO y a la impunidad, por ello no hay duda de que fue hecho porque siguen creyéndose ser representantes de Dios en la Tierra, porque desde siglos han adoctrinado a la humanidad en general, inventándose el pecado, la idolatría, el paraíso, el purgatorio, el infierno, al diablo y la resurrección. Al respecto conviene leer al Teólogo N.T. Wrigth.

No habiendo ni un cura en la cárcel por ser autor y/o partícipe de pedofilia, que en el Código Penal está tipificado en sus Arts. 308 y 308 bis con el nombre jurídico de VIOLACIÓN y VIOLACIÓN DE INFANTE, NIÑA, NIÑO O ADOLESCENTE, se ha vuelto normal que muchos curas no hayan respondido por sus delitos y queden impunes, burlándose de sus víctimas; por si fuera poco, aunque los curas sean sentenciados por el delito de encubrimiento, tipificado en el Art. 171 del Código Penal, estos no entrarán nunca a la cárcel, porque su pena es de reclusión de seis (6) meses a dos (2) años, por el PERDÓN JUDICIAL legislado en el Art. 368 del CPP. Pese a ello, los curas redactan su referido código. ¿Qué tal?

Con ese encubrimiento a ultranza, no parece exagerado que algunos consideran organización criminal relacionada con la delincuencia habitual —intolerable—, entendiendo que los curas quieren que se cometan más pedofilias y nadie sea sancionado ni responda por ellos. Al respecto conviene leer En nombre de Dios, de David Yallop —entre otros prohibidos por el Vaticano; Delincuencia habitual, psicopatía y responsabilidad penal, de Francisco José Sánchez Garrido, que tienen relación con el delincuente profesional y el delincuente nato.

Y surge la pregunta: ¿Qué “capellán” dio la “extremaunción” a los detenidos —desaparecidos— lanzados al mar de aviones sobrevolando durante la dictadura de Jorge Rafael Videla en Argentina?

Los curas de la Iglesia Católica, inculcando tradicionalmente su doctrina, teología y enseñanzas basados en los siete sacramentos, su catecismo —que dicen fue revelada por Dios—, han hecho creer que tienen la misión de limpiar a hombres y mujeres del pecado que arrastran desde Adán y Eva para llevarlos a la vida eterna, y no vayan al infierno; para lo cual enseñan, inculcan incluso obligan a cumplir sus creencias y rituales en escuelas, colegios y universidades, hasta que declaren ser católicos, asistan a misa con regularidad y se confiesen, hecho que dio lugar a que la Iglesia Católica sea la que más fieles tuviera en el mundo; pero con la “laicización” o el “laicismo”, los bautizados católicos en el mundo alcanzan apenas al 18% de la población mundial, según los datos del anuario pontificio; al respecto conviene leer los logros del expresidente de México Benito Juárez García, que dio origen al Estado mexicano laico, independiente y soberano.

La soberbia de los curas viene desde la Edad Media, por la creencia de que Dios le había dado poder terrenal al Rey —Monarca— y poder espiritual al Papa —cabeza de la Iglesia Católica—; hecho que dio origen al pacto entre los reyes y la Iglesia Católica, para apoyarse entre sí con la finalidad de conservar sus intereses —riqueza, dominio y control de la sociedad—, y someter a la mayoría de la humanidad, con la espada y la Biblia, creyendo en la fe, como lo prueban Las Cruzadas y la Santa Inquisición para que todos piensen igual que los curas y crean todo lo que decían —dicen— los curas, sometiendo inhumanamente así al 99% de la humanidad.

La realidad actual felizmente muestra que la mayoría del pueblo boliviano compuesto por aymaras, quechuas, guaraníes, indígenas, originarios y campesinos ya no creen las mentiras de los curas y rechazan sus mentiras, sus actitudes golpistas y desestabilizadoras; en consecuencia, surge la necesidad urgente de revisar las relaciones del Estado Boliviano con la Iglesia Católica.


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