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Ariel Molina

¿Confesión de parte?

El viernes pasado, el ejecutivo de los gremiales de El Alto se quitó la polera frente a las cámaras intentando graficar su protesta. Su rechazo al proyecto de Ley 280 señaló que se fundaría en el miedo que tiene a que todos los bienes inmuebles que posee le serían arrebatados si el proyecto normativo dejara de ser un simple proyecto para convertirse en una ley en vigencia. Pero, ¿por qué?

El proyecto de ley pretende modificar el tipo penal denominado “Legitimación de ganancias ilícitas”, estableciendo que esta legitimación proviene de la comisión de otros delitos, como el contrabando o el narcotráfico, por ejemplo; que, tras la comisión de estos delitos, con el beneficio económico obtenido se haya adquirido, transferido, administrado o custodiado, etc., bienes o derechos con la finalidad de ocultar o intentar disimular el origen de los recursos con los que fueron adquiridos, incurriendo de esta manera en el tipo penal cuestionado por el ejecutivo gremial y por algunos otros sectores.

¿Será que estamos ante una confesión de parte y que por eso, justamente, se teme la regulación estatal y posterior investigación de posibles fortunas inmobiliarias de dirigentes que se encuentran, además, privilegiados por un régimen impositivo especial?

Es falso que este proyecto de ley intente generar un régimen tributario diferente, su objeto está relacionado con la modificación al Código Penal, es decir, a la norma que contiene el catálogo de las acciones u omisiones de las personas que se consideran delitos y no de los impuestos que estos deben tributar.

No es verdad que ahora todos debemos acreditar el origen de nuestros bienes y derechos, esta figura solo aplicaría ante la comisión de algún delito, en un proceso investigativo como actualmente ocurre.

Tampoco es cierto que el proyecto de ley afectaría a los comerciantes como algún tipo de persecución por la actividad que realizan; está dirigido principalmente a aquellos grandes contrabandistas que existen y los que seguro son pocos en nuestro país, que impunemente “acomodan” a través de otras personas sus ganancias provenientes de la comisión de delitos.

Inclusive, como anécdotas se cuentan la cantidad de artistas internacionales que arriban a nuestro país y se presentan en fiestas privadas financiadas por fraternidades o familias cuya actividad principal al menos aparentaría ser del mundo del comercio —informal—. La legitimación de ganancias ilícitas sangra al Estado, le impide generar recursos suficientes para reinvertir en el país y en mejorar la calidad de vida de los mismos comerciantes, a quienes sus dirigentes pretenden utilizar nuevamente. Más allá del cumplimiento de los compromisos asumidos como país a nivel internacional, la regulación interna es importante en la consolidación de un Estado fuerte para ejercer de mejor manera el tipo de Estado social de derecho que reconoció ser.


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