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Tulio Ribeiro

Cumbre de líderes sudamericanos en Brasilia apunta a una nueva etapa de unidad

La integración nunca ha sido fácil para los sudamericanos. No por nuestras diferencias, que son pocas, sino por los intentos neocoloniales de dividirnos, como Inglaterra en la triple frontera y el desmembramiento de la Gran Colombia/Perú/Bolivia liberada por Simón Bolívar. En la contemporaneidad, la promoción de golpes de Estado de países desarrollados contra gobiernos soberanos e incluyentes, como los sufridos por Evo Morales, Dilma Rousseff, Manuel Zelaya y Fernando Lugo.

Más recientemente las sanciones impuestas por EEUU y la Unión Europea a algunas naciones. Somos un continente de paz entre países, la última guerra fue la del ‘Chaco’, a principios del siglo pasado, que fue un conflicto entre Bolivia y Paraguay en los años 1932 a 1935, donde otros continentes experimentan conflictos recurrentes.

Económicamente, América Latina es la región con más agua dulce del planeta: los sudamericanos Brasil, Colombia y Perú están entre los 10 países con mayor cantidad de recursos hídricos. Nuestra Amazonia es el pulmón del mundo, sobre todo abasteciendo al norte y mitigando el efecto del carbono. Empezando por Argentina y Brasil, alimentamos a la mayoría de las naciones industrializadas. Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del planeta, Bolivia es decisiva en gas. Además de recursos naturales y metales, tenemos más de la mitad de oro blanco, litio, en Bolivia, Argentina y Chile. A pesar de todo esto, nos falta saneamiento, estructura, industrialización y, lo peor, el hambre azota a gran parte de la población. La integración es parte de la solución para transformar un gran potencial en una realidad de recursos, aprovechando nuestra sinergia e interacción en nuestra cadena productiva. Para ello necesitamos unidad para cambiar el sistema de intercambio injusto moldeado por el norte y deconstruir las injusticias internas a través de la distribución del ingreso.

La integración dentro de la difusión de regímenes democráticos y soberanos debe ampliar la ciudadanía y la calidad de vida de la población, alcanzar metas de desarrollo económico, responder a los desequilibrios ambientales, frenar la corrupción y la violencia, impulsar acciones encaminadas a la justicia, a la verdad, a reparar los crímenes de lesa humanidad cometidos por regímenes autoritarios y promovidos por actos de naciones adineradas en la búsqueda de extraer nuestras riquezas de manera vil y degradante. En ese conjunto, el encuentro en Brasilia debe ser periódico e itinerante, no se puede cambiar de continente a través de un solo país.

Le tocó al anfitrión en el discurso de este martes, Lula, recordar que últimamente Brasil “optó por el aislamiento del mundo y su entorno”, en referencia a la agenda diplomática del expresidente Jair Bolsonaro (PL). El mandatario también abordó que no hay tiempo que perder, señalando que, en los próximos años, los países sudamericanos impulsarán eventos como la reunión de los BRICS, la Cumbre del G20 y la COP 30 (Brasil), además del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico, en Perú. En ese contexto, a pesar de que el consenso está detallado en 120 días por los cancilleres para una nueva reunión probablemente en otro país. Asumiendo el modelo de la Unión Europea como parámetro, y la necesidad de que las decisiones sean definidas por los presidentes de los países, sin cambios en el Congreso de cada nación, Lula lanzó 10 propuestas que fueron la base de la carta final.

1) “Moneda común”: creación de una “unidad de referencia común para el comercio, reducción de la dependencia de monedas extrarregionales” y mecanismos de compensación más eficientes.

2) Economía: poner el ahorro regional al servicio del desarrollo económico y social, movilizando bancos de desarrollo como CAF, Fonplata, Banco do Sul y BNDES.

3) Regulación: implementar iniciativas de convergencia regulatoria, facilitando los trámites y reduciendo la burocracia para exportar e importar bienes.

4) Actualización en materia de cooperación: ampliar mecanismos de cooperación de última generación, involucrando servicios, inversiones, comercio electrónico y política de competencia.

5) Infraestructura: actualizar la cartera de proyectos del Consejo Suramericano de Infraestructura y Planificación (Cosiplan), reforzando la multimodalidad y priorizando propuestas de alto impacto para la integración física y digital, especialmente en regiones fronterizas.

6) Medio ambiente: desarrollar acciones coordinadas para enfrentar el cambio climático.

7) Salud: reactivar el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud, a fin de permitir la adopción de medidas para ampliar las coberturas de vacunación, fortalecer el complejo industrial de la salud en la región y ampliar los servicios a las poblaciones necesitadas y pueblos indígenas.

8) Energía: iniciar la discusión sobre la constitución de un mercado energético sudamericano, que asegure el abastecimiento, uso eficiente de los recursos de la región, estabilidad jurídica, precios justos y sostenibilidad social y ambiental.

9) Educación: crear un programa de movilidad regional para estudiantes, investigadores y profesores de educación superior, algo que fue tan importante en la consolidación de la Unión Europea.

10) Defensa: retomar la cooperación en el área de defensa con miras a dotar a la región de mayor capacidad de educación y formación, intercambio de experiencias y conocimientos en materia de industria militar, doctrina y políticas de defensa.

Entre otros mandatarios, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, afirmó que la unidad regional debe ser una política de Estado en cada uno de los países sudamericanos. “Aprendamos de nuestros errores, de nada sirvió estar tan divididos y el mundo nos encontró divididos en su peor momento, y mostrando su peor cara, ante la pandemia. Que no nos vuelva a encontrar desunidos”, subrayó. Durante su intervención, también coincidió con Lula en que es necesario hacer “más ágil” el funcionamiento de la Unasur. “Es claro que el sistema debe variar y que las decisiones se toman más por mayoría que por consenso, lo que a veces lo pone todo muy difícil”, dijo.

El representante boliviano que se perfila como el nuevo liderazgo continental, Luis Arce, defendió un mecanismo de concertación y diálogo que permita “proyectar a la región como una fuerza colectiva y coordinada en un mundo multipolar”. Agregó: “Este mecanismo debe aprender de las experiencias pasadas y a través de la complementariedad de nuestros pueblos, abarcar temas en los campos social, económico, ambiental y cultural”. Sobre la situación de la Unasur, fragmentada tras la salida de varias naciones del foro, Arce hizo una firme defensa de mantener su estructura. “Según la experiencia y el camino recorrido, es más fácil corregir y cambiar lo necesario y acordado en nuestra Unasur, que conformar una nueva institucionalidad que llevaría años y que no garantiza que alcanzará su objetivo, por intereses en nuestros recursos naturales”, señaló.

Otro nuevo líder, Gustavo Petro, de Colombia, defendió la construcción de “una voz unificada” para la región latinoamericana como mecanismo de defensa ante un escenario mundial, que consideró ‘crítico’. “América Latina tiene en sus manos, en su propio territorio, varias de las más importantes soluciones a la crisis integral que hoy vive la humanidad”. También recordó “clarificar este rol (…) buscar una voz unificada para América Latina en el mundo”.

El debilitado ecuatoriano Guillermo Lasso indicó que se trata de una “cumbre importante para el futuro de Sudamérica”. Creemos que la integración debe servirnos para mejorar la vida de los ciudadanos: su salud, su seguridad, su educación, el medio ambiente son fundamentales”. El gobierno ilegítimo del Perú, que autorizó la presencia de tropas estadounidenses en el país, estuvo representado por el jefe del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, debido a que la golpista Dina Boluarte no pudo salir al exterior por normas internas e inestabilidad política, mientras hay violencia contra su población. A Boluarte solo le quedó una intervención sin importancia, un video en el que opinaba que “tiene que haber pragmatismo a la hora de establecer una agenda común”. En su propia causa dijo: “Tenemos que respetar las orientaciones políticas y los procesos internos de los diferentes países miembros”.

Los gobiernos de Uruguay y Chile estaban reñidos con la tranquilidad, cuando atacaron el discurso de Lula en defensa de Venezuela, diciendo que hay una narrativa creada sobre Venezuela de manera propositiva y negativa, y que se le exige a los bolivarianos, no a los sauditas; este es un régimen realmente cerrado. Lacalle Pou se quejó de la creación de un nuevo foro y el chileno Boric trató de desacreditar el argumento de que hay prejuicios contra Venezuela, apoyando a la organización Human Rights Watch, que criticó este miércoles (31) la declaración del presidente Luiz Inácio de que había “narrativas” sobre la situación política en Venezuela.

Nicolás Maduro fue estratégico, diciendo que se sienta con cualquier fuerza política sin importar la posición ideológica. Informó también que creará una comisión para discutir y determinar la deuda con Brasil, y recordó que tienen créditos por recibir de la suspensión de pago en el gobierno de Bolsonaro de energía para la provincia brasileña de Roraima, lo cual es cierto. Lula incluso colaboró diciendo que su enviado Celso Amorim fue a Venezuela y habló con el Gobierno y la oposición, y dio fe de la tranquilidad en el país. “Maduro tiene 19 de los 25 gobernadores, ganó 25 elecciones de 27 y no hay ¿democracia?”. Lula ironizado. “Este año habrá otro”.

Lula también subrayó que “con Evo Morales, Rafael Correa, Kirchner y Chávez hubo una hermandad que facilitó”, y que debe buscar ser reconstruida. En definitiva, el camino de esta unión dio el primer paso, el encuentro sirve para que los líderes progresistas fortalezcan a sus naciones a través de la importancia de utilizar el bloque de un continente decisivo en el mundo globalizado. Pero el objetivo principal es fortalecer la sociedad civil de los pueblos sudamericanos con políticas afirmativas en beneficio de los más necesitados, sin olvidar la igualdad de mujeres, afrodescendientes y pueblos originarios. Construcción que se hace más viable a través de una instancia común, que valora las causas más relevantes y deja de lado las acciones inducidas que pretenden separarnos, como lo ha demostrado la historia en el pasado.


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