“La modestia no está reñida con el patriotismo ni mucho menos. El verdadero patriota es más modesto que nadie, el verdadero patriota aprende más que nadie, el que quiere a su país, el que quiere a su patria, el que lo quiere beneficiar no subestima la experiencia universal”, decía el comandante Fidel Castro el 12 de noviembre de 1993.
Esta cuota, del comandante Fidel, es muy importante, ya que permite hacer un serio llamado de atención en cuanto a “no subestimar la experiencia universal” sobre los golpes de Estado (en Bolivia), lo sucedido con Salvador Allende o lo que pasó en el Perú cuando Fujimori disolvió el Congreso.
Esa narrativa que debilitó a la izquierda nacional e internacional de denominar a lo que sucedió como “autogolpe” es un mensaje que debe ir y calar en aquellos que se dicen “antiimperialistas” y que terminan ratificando la posición de Evo Morales, quien tuvo que esperar varios días para señalar las diferencias entre Milei y Bolsonaro con su persona. Todo esto ante la presión internacional después de “meter la pata”, a través de sus asambleístas, atacando al compañero Nicolás Maduro por defender la no injerencia y debilitamiento del bloque de izquierda internacional y replicando comunicados como el de Javier Milei.
Parece que persiste la falta de autocrítica, subestimando la historia a corto plazo, olvidando cuando le realizaron un golpe de Estado a él y a García Linera sin derramar una sola gota de sangre (aspecto que tristemente sí sucedió días después de su renuncia).
Ratificar una posición que permite brindar insumos a personas como Bolsonaro y Milei para debilitar a esa izquierda por la que todos están luchando para pasar esta etapa de crisis mundial ocasionada por guerras y pandemia, es necesario; ya que no son pocos los países que, desde 2000 a la fecha, han sufrido golpes de Estado (y todos ellos eran gobiernos de Izquierda: Lugo, Zelaya, Castillo, Lula, Maduro, Chávez, Correa, entre otros).
El patriotismo como falsa bandera para elevar la “popularidad” desgastada, la autocalificación de “líder de los humildes”, la asignación de “poderes sobrenaturales” o “mesiánicos” por llunkus, la victimización en espacios internacionales de izquierda deseando imponer narrativas que únicamente benefician a intereses personales y no colectivos, el decir que no le dejaron abordar aviones privados, el señalar que el salario de 21 mil bolivianos no le alcanza, el firmar agendas con las personas que masacraron al pueblo el 2019, son aspectos que deben llamar seriamente a la crítica sobre la “modestia” y la condición de “patriota”, tan distante de lo que plateaba Fidel Castro.
Seguramente muchos fanáticos me atacarán y dirán, bajo la bandera de “victimización”, ¿por qué tanto odio al indígena? (algo que es falso ya que no tengo ni odio hacia Evo ni a ningún hermano indígena), pero usar esa bandera para ganar adeptos por una posición de “pobrecito” y “atacado” sin ser crítico ante sus acciones poco modestas y poco patriotas, sin cuestionarse lo malo ni sus errores y sin tener el valor de decirlo de frente, es un acto que no corresponde a los revolucionarios.
El llunkerío, el culto a la personalidad, el falso patriotismo, la ausencia de modestia y el subestimar la experiencia universal no deben repetirse en la izquierda, nacional o internacional, ya que es el primer paso para crear una “perestrosika del bloque popular” que se lleva defendiendo varios años y que tristemente es debilitada por compañeros “descarrillados” del objetivo histórico que carecen del sentido del momento histórico, como decía Fidel.