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Mahmoud Elalwani

Después de 75 años de la Nakbah, la injusticia histórica sigue existiendo insistentemente

Las Naciones Unidas conmemoran la Nakbah del pueblo palestino con un acto oficial en la sede del organismo internacional en Nueva York, por primera vez desde 1948; en dicho acto el presidente palestino, Mahmoud Abbas, pronunció un discurso, “donde extiendo el agradecimiento y el aprecio por la decisión histórica sin precedentes de conmemorar el septuagésimo quinto aniversario de la Nakbah palestina, que cometió Israel contra el pueblo palestino.

La Asamblea General de Naciones Unidas votó una resolución propalestina para conmemorar la Nakbah en las Naciones Unidas con 90 votos a favor y 30 en contra, mientras que 47 países se abstuvieron ante esta iniciativa”.

El mandatario palestino dijo en su discurso: “Esta decisión representa un reconocimiento por parte de las NNUU de la continua injusticia histórica la que le sobrevino al pueblo palestino en 1948, antes y aún lo es, y también constituye la primera refutación de la narrativa sionista-israelí que niega esta Nakbah, y rechaza la decisión legítima que exige el retorno de los refugiados palestinos a sus hogares, ciudades y pueblos de los que fueron expulsados ​​por la fuerza y ​​la intimidación, y que aún ocupa la tierra del Estado de Palestina. La Asamblea General aprobó y aceptó como miembro observador al Estado de Palestina, e Israel continúa confiscando las tierras palestinas y construyendo asentamientos en ellas, además de imponer un régimen de apartheid a los palestinos, ya sea dentro de Israel o en el territorio palestino ocupado desde 1967.

A lo largo de los años, este organismo internacional ha tomado cientos de resoluciones reconociendo los derechos inalienables del pueblo palestino en su patria (casi mil resoluciones) sin cumplir ni una, entre ellas la Resolución 194 y 181 de 1947, que estipula el establecimiento de un Estado palestino sobre el 44% de la superficie de la Palestina histórica junto al Estado de Israel.

Obligar a Israel a implementar estas dos resoluciones fue una condición para aceptar su membresía en las Naciones Unidas. Lamentablemente, ciertos países de esta organización obstruyeron intencionalmente la implementación de sus decisiones, en una práctica que perjudica la justicia, la moral y los valores humanos, y aumenta el sufrimiento del pueblo palestino.

Por lo tanto, hoy le hacemos un llamado formal, y de conformidad con el derecho internacional y las resoluciones de la legitimidad internacional, para que obligue a Israel a respetar estas decisiones suyas, o a suspender su membresía en las Naciones Unidas, especialmente porque no ha cumplido con las obligaciones al aceptar su membresía en su estimada organización. (El mensaje del ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Moshe Sharett, a la Asamblea General el 29 de noviembre de 1948, en el que se comprometió a respetar e implementar las resoluciones 181 y 194) hasta ahora, esto no se ha hecho.

Gran Bretaña y los Estados Unidos en particular tienen una responsabilidad política y moral directa por la difícil situación del pueblo palestino. Ellos son los que participaron en hacer de nuestro pueblo una víctima cuando decidieron establecer y plantar la entidad sionista en nuestra patria histórica, para sus propios fines coloniales. Israel no hubiera persistido en su agresión sin el apoyo que les brindan, pues quien emitió la Declaración Balfour es el Gobierno británico, en plena coordinación con los Estados Unidos”.

La Nakbah palestina lamentablemente sigue vigente y sin resolverse después de 75 años. Nuestro pueblo palestino conmemora hoy los 75 años de la Nakbah, la gran catástrofe ocurrida el 15 de mayo de 1948. El día de la Nakbah palestina coincide con el día que se arrió la bandera británica, la bandera del Estado mandatario sobre Palestina, y que Ben-Gurion denominó “Declaración de Independencia del Estado de Israel”. ¿Independencia de quién? Fue el resultado del cumplimiento de la promesa del ministro de Relaciones Exteriores Británico, Balfour, para establecer una patria nacional para los judíos en Palestina; no se trató de una independencia sino del cumplimiento de una promesa a través de la cual Occidente pretendía, primero, deshacerse del problema judío que aquejaba al continente europeo y, en segundo lugar, impedir el establecimiento de la unidad nacional para los pueblos árabes de la región, culturalmente homogéneos, como se afirma en el documento de Bannerman.

La Nakbah supuso el refugio, desplazamiento y persecución de todo un pueblo sometido a la mayor conspiración de la historia de la humanidad moderna y que, acaecida a plena luz del día, provocó el establecimiento del Estado de Israel en la tierra palestina.

El movimiento sionista y la Agencia Judía tenía todo listo en marzo de 1948, confiando su implementación en directivas minuciosamente redactadas a favor de esas fuerzas, que habían sido construidas por el movimiento sionista en Palestina, con asistencia del gobierno del Mandato Británico. El plan se basaba en la limpieza étnica como objetivo central, con directivas estrictas y detalladas, llamando sin piedad a matar y sembrar el terror, asediar ciudades y pueblos palestinos, quemar casas y propiedades, y sembrar minas entre los escombros para evitar que las personas regresaran a sus hogares. Como resultado de ese plan criminal que ha sido revelado por varios historiadores actuales en Israel, la milicias paramilitares Haganá, cuyo líder fue Menachem Begin, la principal fuerza militar regular y el núcleo del Ejército después del establecimiento del Estado, así como de otras organizaciones terroristas como Stern, cuyo líder fue Yitzhak Shamir, y el grupo Irgun, cometieron 50 masacres; la más horrible de todas fue en Deir Yassin, donde demolieron más de 530 pueblos y aldeas, desplazaron a unos 957 mil palestinos, más del 60% de la población palestina en aquel momento, que se convirtieron en refugiados. Menachem Begin e Yitzhak Shamir posteriormente se convirtieron en jefes de gobiernos israelíes. Menachem Begin dijo que sin Deir Yassin no hubiera sido posible que Israel existiera; Yitzhak Shamir calificó la masacre como un deber humanitario.

La catástrofe del pueblo palestino provocada por la ocupación israelí más prolongada de la historia moderna, sigue vigente hoy y supone el periodo más largo de negación de los derechos nacionales, colectivos e individuales. Ha llegado el momento de ponerle fin.

Israel se transformó de víctima del Holocausto al verdugo del pueblo palestino. El sionismo continúa explotando el Holocausto en beneficio de sus objetivos expansionistas, alimentándose de esta causa y beneficiándose de ella; sigue manipulando la narrativa religiosa judía y la aprovecha a favor de los intereses políticos coloniales del Estado de Israel, equiparando las críticas a las políticas injustas de Israel con el antisemitismo, como si Israel fuera un país puro, transparente y justo adherido al derecho internacional desde su creación, como si careciera de crímenes contra nuestro pueblo palestino y contra otros pueblos.

No hay causa más justa y clara como lo es la causa palestina en cuanto a sus orígenes, en cuanto a la violación de sus derechos y en cuanto a las masacres sufridas como consecuencia de la imposición del Estado de Israel sobre ella y con el apoyo político y militar ilimitado de Occidente. Está claro que hay dos versiones de la Nakbah; la versión verdadera palestina cuyos hechos fueron en realidad ignorados tanto en sus prolegómenos como en sus repercusiones y que estuvieron fuera de las preocupaciones de la opinión pública mundial debido a varias consideraciones, por un lado porque el mundo acababa de salir de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y los crímenes cometidos por el monstruo nazi, y porque la narrativa israelí adoptó la mentira y la falsificación de hechos como método. Israel construyó su narrativa sobre alegaciones históricas bíblicas que se apoyaron en leyendas y dichos de adivinos que supuestamente conferían legitimidad al proyecto sionista cuando se llamaba a regresar a la Tierra Prometida tras una supuesta ausencia forzada que duró miles de años y con la promesa de que el proyecto sionista vino a salvar a los judíos del antisemitismo, de la persecución y del genocidio que tuvo lugar en Europa.

La Nakbah continúa actualmente debido a la política de discriminación racial y a la brutalidad de las prácticas represivas seguidas por el Gobierno de Israel contra el pueblo palestino; prácticas que continúan de manera abierta y peligrosa ante el silencio y la política de doble moral internacional que contribuyen a alentar al ejército de ocupación a escalar sus actos criminales contra el indefenso pueblo palestino, con la consiguiente amenaza para la paz y la seguridad en la región, como así indican los informes de los observadores internacionales de derechos humanos que enfatizaron que Israel implanta la política de apartheid y limpieza étnica con el fin de ampliar sus asentamientos anexionándose el territorio palestino y cometiendo ataques, agresiones, masacres y violaciones contra los palestinos.

Nuestro pueblo ha forjado el mito por su firmeza, constancia, supervivencia y lucha, y ha preservado su sueño de retornar a sus hogares de los que fueron expulsados por la fuerza militar de las bandas sionistas de Israel.

El derecho, la soberanía y la justicia son el origen de nuestra historia y cultura, la ocupación es el origen de la muerte y la catástrofe, la Nakbah.


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