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Armando Aquino Huerta

Discriminados y discriminadores en las elecciones generales

Por imperio de Art. 43 de la Ley 026 del Régimen Electoral, el voto es individual, secreto, libre y obligatorio; en consecuencia los electores y las electoras, evaluando los antecedentes de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, así como lo malo y lo bueno de los candidatos y candidatas a  senadores y diputados para la Asamblea Legislativa Plurinacional, antes de sufragar meditarán concienzuda, patriótica y secretamente, para luego votar en beneficio del pueblo boliviano y del futuro de Bolivia, porque los elegidos gobernaran cinco años conforme dispone el Art. 168 y 156 de la Constitución Política del Estado (CPE).

Considerando que las elecciones generales programadas para el 17 de agosto de 2025 se desarrollan con normalidad con la participación de 10 organizaciones políticas, y teniendo presente que las huellas de la discriminación no cicatrizan —sino que están gravadas en el corazón y la mente—, no cabe duda de que en dichas elecciones se sabrá si ganan los DISCRIMINADOS o los DISCRIMINADORES. Lo que se hace se paga.

La DISCRIMINACIÓN es un delito que está tipificado y sancionado en el Art. 281 sexies del Código Penal, pero no obstante a que se comete permanentemente por los políticos de la derecha fascista y neoliberal, inexplicablemente ninguno de ellos tiene sentencia condenatoria ejecutoriada con la pena de cinco años de privación de libertad y están impunes hasta el presente. En consecuencia, esa discriminación e impunidad no cabe duda que pesará mucho en dichas elecciones, porque el pueblo discriminado soportó calladamente las humillaciones de sus discriminadores, sabiendo que la mejor respuesta es callar hasta el momento de votar, y sabe también que con su voto impondrá que se los respete a los aymaras, quechuas y tupiguaraníes, porque la discriminación hace rebeldes en silencio.  Ese es el poder que tiene el silencio; así, los discriminadores sabrán que no se debe discriminar; lo saben todos, menos los imbéciles y los discriminadores porque parece que se sienten felices cuando discriminan, y por eso quieren que la sociedad los vea como a ciudadanos de bien y salvadores de Bolivia.

Esa rebeldía del pueblo discriminado hará que los discriminadores sean derrotados nuevamente en las elecciones para saborear su veneno; porque los elegidos para gobernar Bolivia nunca podrán ser discriminadores, porque es imposible conquistar el voto del pueblo discriminando. Lo cual demuestra que los discriminados tienen más poder que los discriminadores. Hacer política cometiendo el delito y discriminación es delincuencial; por eso el pueblo no puede estar a favor de los delincuentes. Los hechos discriminatorios de impedir que los “collas” hagan su entrada en el CAMBÓDROMO para festejar el aniversario del departamento de La Paz, impedir izar la wiphala en los actos festivos departamentales y nacionales, gritar ¡Santa Cruz jamás de los jamases va a ser masista! ¡Los collas deben irse de Santa Cruz! ¡Haremos desaparecer al Estado Plurinacional de Bolivia! —y otros gritos— seguramente hará que los “INDIOS-COLLAS” —como ellos dicen— no den su voto a los candidatos de la derecha fascista que no están en las cárceles y quieren gobernar por el hambre del poder, los intereses personales y de grupo; a esa clase de políticos fascistas no les preocupa en lo más mínimo cometer el delito de discriminación, porque les gusta humillar a las personas. Y salta la pregunta: ¿pueden ganar los discriminadores adictos a la discriminación, que ofenden, hieren y humillan el sentimiento del pueblo boliviano?

La discriminación definirá democrática y definitivamente que los discriminadores nunca ganarán y seguirán perdiendo, como en las elecciones generales de 2005, 2009, 2014, 2019 y 18 de octubre de 2020. Más fácil es que un elefante pase por la cabeza de una aguja a que los políticos de la derecha fascista y neoliberal ganen en dichas elecciones, discriminando al 90% de los bolivianos y las bolivianas, porque no se puede tolerar que los que cometen discriminación ganen a sus víctimas, sería como admitir que la delincuencia sea premiada, eso no es aceptable ni razonando absurdamente. La lógica dice que ganarán los discriminados.

Puede haber pobres que admiren a los de la derecha fascista y a los ricos que hablan y mienten bonito, pero es imposible que voten por ellos, peor si se acuerdan que esos políticos a sus antepasados, abuelos y padres los esclavizaron, los explotaron, los mataron cruelmente como a TÚPAC KATARI, con el propósito de exterminarlos.

Por esa realidad, los discriminados no pueden dar su voto nunca a sus discriminadores —enemigos de Bolivia— para que ganen las elecciones generales, se apropien de los recursos naturales de Bolivia, regalen las industrias a los capitalistas extranjeros y hagan desaparecer el Estado Plurinacional de Bolivia. Los discriminadores atacaron con su boca y sus hechos, pero los discriminados guardan silencio sabiamente para responderles con el voto castigo. En ese sentido conviene leer El amo y el esclavo, de Alexandre Kojève, el filósofo ruso-francés.

Por: Armando Aquino Huerta/


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