Introducción
La mayoría de los países de América Latina fueron colonia de algún país europeo. La dominación política y militar ejercida por el régimen colonial sobre el país al que avasalló se erradicó con los procesos emancipatorios; sin embargo, las huellas que dejó el colonialismo cultural e ideológico son más difíciles de desaparecer.
Las prácticas que vinieron de los pueblos colonizadores se quedan en las nuevas naciones independizadas, y son difíciles de cambiar.
El concepto de corrupción no tiene un significado único, sino que su definición es multidimensional; se construye según el país y el momento histórico. De ahí que es importante tener en cuenta, cuando se habla de corrupción, quiénes son los que esbozan una definición y desde dónde se está emitiendo el discurso. En esa línea de pensamiento, es necesario enunciar los rasgos generales comunes que hacen al contexto de la definición de corrupción. Estos son elementos que permiten esclarecer el análisis y romper con ciertos conceptos que están presentes en la literatura internacional.
Durante las últimas décadas, el problema de la corrupción ha tomado relevancia mundial; numerosas investigaciones periodísticas, académicas y de organismos internacionales han abordado el fenómeno desde diferentes ópticas, tratando de medirlo o desentrañar sus características principales, así como sus consecuencias sobre el funcionamiento de la economía y el sistema democrático. La corrupción es uno de los más graves problemas a nivel mundial, implica la omisión de una vía legal o moralmente correcta por otra más fácil, por lo que se la considera como un obstáculo para el desarrollo de los países.
El debate en América Latina sobre el tema de la corrupción adquirió particular relevancia durante la década de los 90 —en el contexto de democracias recientes—, haciendo que su estudio y el de sus conclusiones cobraran importancia. Con el retorno de las democracias la prensa experimentó una mayor libertad, centrando su mirada en el Estado y en el poder político.
En Bolivia, la corrupción —en la administración— tiene sus raíces en la colonialidad y se reprodujo desde la República. Emerge como uno de los principales problemas y siempre se ha instalado en los medios de información y en el debate político, adquiriendo mayor fuerza desde la recuperación de la democracia en 1982 —interrumpida en 2019, y recuperada en 2020—.
A partir de la difusión de los hechos de corrupción en los medios de comunicación que, en el último tiempo, incluyen a las redes sociales, existe un contexto de crítica al funcionamiento de las instituciones democráticas, lo que se instaura en los discursos cotidianos de las personas. Hace falta que emerjan investigaciones académicas sobre esta temática.
La mayor parte de la bibliografía académica ubica el problema de la corrupción y sus efectos sobre el funcionamiento de la democracia y la economía en un plano institucional, centrando sus consecuencias en los aspectos microsociales de la corrupción, en contraposición a la necesidad de un análisis de la corrupción a nivel societal.
La corrupción es una pandemia neutral, no discrimina: país, etnia, clase social, género, religión, generación, ideología política, etcétera. Existe corrupción en los ámbitos público y privado. En el presente artículo nos referiremos con mayor énfasis a la corrupción en el sector público, su relación directa con la política y su incidencia en la consolidación de la democracia.
*Es economista y auditora financiera.
El artículo completo fue publicado en la revista de análisis político Pachacuti N° 1/2021, de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.