Conclusiones
Una de las primeras causas de la corrupción se gesta en el primer núcleo social del individuo: la familia, cuando manipulaciones y engaños transmitidos por los antecesores (padres o abuelos), son transmitidos a los hijos, que forman alianzas con sus hermanos para obtener lo que no les es permitido por los padres, corrompiendo así sus acciones, o bien, quedándose callados ante los hechos de los demás, perpetuando las condiciones culturales para la corrupción.
La mejor arma contra la corrupción es la educación. Hay que preparar a los niños y jóvenes para que no crezcan en un ambiente de ignorancia respecto a la corrupción y así los corruptos no abusen de su poder para engañarlos fácilmente. Si aprendemos bien qué es la corrupción podremos vacunarnos de este mal. Debemos enseñarles a hacer suyos los valores de honestidad, solidaridad, respeto, justicia.
Para su estudio y prevención, la corrupción requiere de un enfoque multidisciplinario, que debería incluir en mayor medida los aportes tecnológicos de la psicología y otras disciplinas —como las ciencias de la comunicación y medios, la informática, la economía, la administración, el derecho, la filosofía y otras ciencias—, ya que se complementarían unas a otras.
Donde hay corrupción política, hay corrupción administrativa. El político corrupto necesita de las habilidades y conocimiento del personal (operativo, mando medio o superior) para acumular una riqueza ilícita. Se precisa combatir permanente y activamente a la corrupción. Existe ineficiencia burocrática, despilfarro y el debilitamiento moral de programas sociales legítimos, cuyos presupuestos no solo se usurpan con habilidad y astucia —con lo que se debilita su efectividad—, sino que también se crean complejos esquemas y procedimientos inadecuados que los perjudican.
La corrupción es un fenómeno complejo. Tiene alcance hacia muchas áreas y niveles dentro de las organizaciones e involucra distintas formas de fraudes no catalogados como delitos. Por ejemplo, en la administración pública se dan fraudes que se ocultan meses o años y cuando son denunciados son solo los actos superfluos, olvidando que tienen un origen a niveles más profundos, en las áreas más diversas que pasan desapercibidas para la auditoría de la gestión pública.
Un instrumento para la lucha contra la corrupción es el sistema judicial (también hay que erradicar la corrupción dentro del Órgano Judicial). Es preciso puntualizar que una adecuada sistematización y actuación de los tipos penales debe tener su correlación en un sistema de administración de justicia penal ágil y eficiente, mediante el cual debe demostrarse que los actos de corrupción no quedan impunes.
La amplia normativa con la que contamos hace esfuerzos por evitar la corrupción; no obstante, debido a que su marco de trabajo es jurídico-administrativo, no se dirige a las condiciones culturales de la corrupción. De estas derivan directrices genéricas que pueden dar lugar a una infinidad de mecanismos pragmáticos para controlar la conducta, pero lo más difícil es ejecutarlos y hacer cumplir sus pretensiones. La psicología estudia cómo se hacen y cómo se inhiben las conductas, pero no establece cuáles son los comportamientos que se deben hacer o los que no se deben hacer.
El proceso de globalización que inundó a nuestros países en el siglo pasado —que incluye aspectos económicos, tecnológicos y políticos— también tiene resultados en lo social y cultural. Dichos aspectos influyen en la actitud microsocial, confluyendo en un fenómeno societal. El proceso de descolonización iniciado en el presente siglo —desde la creación del Estado Plurinacional de Bolivia— puede ser el instrumento que libere a Bolivia de la lacra de la corrupción heredada desde tiempos coloniales, permitiendo deconstruir los saberes desde los conocimientos ancestrales.
*Es economista-investigadora.
Este artículo fue publicado en la Revista de Análisis Político: Pachacuti N° 1/2021 de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, en fecha 18 de noviembre de 2021.