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Martín Moreira

El desafío de la inflación en Bolivia 2024: contexto y causas

El año 2024 ha sido crucial para entender los desafíos económicos y políticos de Bolivia. La aceleración inflacionaria, que alcanzó el 8,82% en noviembre, refleja un escenario complejo donde convergen factores internos como la inestabilidad política y retrasos en la ejecución presupuestaria, junto con elementos externos como la inflación importada y las fluctuaciones en el comercio global.

Este panorama, agravado por bloqueos prolongados y un entorno político hostil, demanda un análisis profundo para comprender las raíces del problema y trazar un camino hacia la estabilidad económica.

Para comprender de manera integral lo ocurrido en Bolivia durante 2024, es fundamental analizar el proceso inflacionario y cómo factores externos e internos han impactado los indicadores económicos del país.

Desde 2021, Bolivia ha experimentado un aumento sostenido en su tasa de inflación. En 2021, esta se ubicó en un bajo 0,74%, pero el panorama comenzó a cambiar en los años siguientes. En 2022, la inflación ascendió a 1,75%, y en 2023 alcanzó el 3,2%. Finalmente, en noviembre de 2024, la tasa de inflación registró un incremento significativo, llegando al 8,82%.

Este aumento acelerado plantea interrogantes sobre las causas que lo impulsaron, las cuales parecen combinar factores internos, como la política fiscal y monetaria, y externos, como las fluctuaciones en los precios internacionales de materias primas y la desaceleración económica global.

Un análisis profundo de estas dinámicas es esencial para comprender los retos que enfrenta Bolivia en su búsqueda de estabilidad económica en los próximos años.

Podemos observar que nuestros índices inflacionarios se mantuvieron reducidos hasta 2023, posicionándonos como una de las economías con menor inflación en la región. Cabe destacar también que las exportaciones tuvieron años muy favorables, con un crecimiento constante. Además, el Producto Interno Bruto (PIB) mostró una tendencia positiva, proporcionando la estabilidad que el pueblo requería, con tasas de crecimiento de 6.1% en 2021, 3.6% en 2022, y 3.1% en 2023. Durante el primer semestre de este año, el crecimiento alcanzó un notable 12.58%. Esto refleja que el modelo económico ha respondido de manera constante al desarrollo durante los últimos cuatro años.

Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué pasó en 2024 con la inflación?

En primer lugar, este 2024 comenzó con un retraso significativo en la ejecución presupuestaria. En términos simples, no hubo inversión pública durante el mes de enero debido a los constantes ataques de la Asamblea Plurinacional por parte de sectores opositores al gobierno. Estos ataques buscaron generar una crisis económica mediante una estrategia política que derivó en una notable inestabilidad de precios. A lo largo del año, se registraron bloqueos que, en conjunto, sumaron 64 días y provocaron pérdidas económicas estimadas en alrededor de 4.500 millones de dólares.

Para entender cómo se desarrolló la inflación en el país y desde cuándo comenzó a incrementarse el índice inflacionario, es útil analizar los indicadores. Entre enero y julio, se registró una inflación acumulada de 2,98%, lo cual era moderado y estaba dentro de los márgenes previstos. Sin embargo, en agosto, se sumaron diversos factores internos y externos, como la inflación importada, el incremento del contrabando, los bloqueos y una crisis política que se profundizaba cada vez más. Esto generó una subida de precios, alcanzando una inflación mensual de 1,51%. Si este indicador hubiera escalado al 2%, la situación habría sido crítica. Afortunadamente, el gobierno implementó medidas que ayudaron a contener el impacto, y en septiembre la inflación descendió a 0,88%. Se pronosticaba para octubre una inflación moderada de 0,2%, pero los problemas persistieron y, además, se produjo un bloqueo de 23 días que dejó como resultado una inflación de 1,64%.

Este prolongado bloqueo afectó gravemente los procesos productivos debido a la falta de insumos, mientras que el contrabando y la especulación agravaron la situación, lesionando el aparato productivo y golpeando aún más la economía. En noviembre, el gobierno tomó medidas para contener la inflación, como el control de precios, la eliminación del agio y la especulación, y una lucha frontal contra el contrabando mediante la militarización de las fronteras. Estas acciones permitieron reducir el índice inflacionario a 1,42%, con la expectativa de que en diciembre se cierre el año con una inflación acumulada del 9,8%.

Como podemos observar, el país estuvo sometido a fuertes presiones políticas durante todo el año. Los procesos político-partidarios, adelantados con miras a las próximas elecciones, generaron un malestar económico considerable, agravando una situación ya de por sí frágil.

La respuesta del Estado este año para fomentar el crecimiento económico fue un apoyo decidido a la producción, liberando plenamente las exportaciones y reduciendo la tramitología de 100 días a solo 5. Además, se implementó el Certificado de Devolución Impositiva (Cedeim), que hasta el momento ha beneficiado a una empresa con un depósito de 75 millones de dólares en el sistema financiero.

Gracias a la Ley del Oro (Ley 1503), se logró estabilizar las Reservas Internacionales Netas, que aumentaron a 2.066 millones de dólares. Asimismo, se cumplió con el pago de la deuda externa y se generaron divisas por más de 2.300 millones de dólares para subsidios. Además, se inyectaron 700 millones de dólares al sistema financiero.

Estos avances habrían tenido un impacto aún mayor si no se hubiera producido un ataque político tan irracional. Este contexto adverso contribuyó a los índices inflacionarios registrados en 2024. Por tanto, resulta poco ético comparar a nuestro país con otros que presentaron indicadores más bajos, ya que ninguno de ellos enfrentó ataques a su gestión económica como ocurrió en Bolivia.

La Paz/AEP


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