En los últimos días ha ido tomando forma una polémica sobre las empresas estatales por la publicación del título “Solo ruido, nada de nueces”, donde se presenta una colección de datos y antecedentes que alimentan el debate e invitan a su análisis y sus contextos.
El autor presenta datos tales como que más del 80% del presupuesto de las empresas evaluadas por él se destinan a actividades extractivas, entre las que destaca YPFB. Esto con el propósito de contrastar el discurso oficial en torno a la industrialización del país.
Al respecto, cabe analizar que el autor basa su argumento en una publicación del Ministerio de Economía de 2017, sobre empresas estatales en el modelo actual, donde agrupa a YPFB, Comibol y la Empresa Siderúrgica del Mutún, las cuales, con fines de exposición, congregó bajo el denominativo de empresas del sector extractivo, que usa el criterio de que los recursos naturales, como hidrocarburos o minerales, y que por ser propiedad de todos los bolivianos, son explotados y/o administrados por esas empresas públicas.
Entonces, se puede advertir una digresión de orden metodológico con relación al análisis del autor. Toda vez que si el objetivo es realizar un análisis claro sobre los recursos destinados a los procesos de industrialización, no resulta correcto comparar el presupuesto registrado en cada gestión de las empresas públicas, puesto que este instrumento fiscal comprende diversas actividades planificadas relacionadas a la naturaleza de la empresa, expresado en términos monetarios.
Por tanto, primero corresponde puntualizar que, en el caso concreto de YPFB, en obediencia a la Ley Safco, su presupuesto de ingresos incluye las entradas a partir de la venta de gas natural a Brasil y Argentina, principalmente, generadores de la renta petrolera. Que son recursos distribuidos a los gobiernos autónomos y universidades públicas, así como ingresos recibidos por transferencias del Tesoro General de la Nación por concepto de subvención a los hidrocarburos, como la gasolina y diésel, empleados en actividades productivas, agrícolas y transporte; créditos destinados a la ejecución de proyectos de inversión de industrialización de hidrocarburos; cuentas por cobrar a corto y largo plazo; y dividendos que percibe YPFB por las utilidades obtenidas en sus filiales y subsidiarias donde posee participación accionaria, entre otros.
Como consecuencia de lo anterior, si se pretende realizar un análisis congruente, que lleve a conclusiones razonables, debe revisarse la cantidad de recursos que se destinan y se ejecutan efectivamente por unidades de negocio establecidas al interior de cada empresa. Especialmente las que poseen una diversidad importante de actividades, como la exploración, perforación y operación de pozos de YPFB; actividades necesarias para el suministro de materia prima para las plantas de transformación e industrialización, así como las tareas relacionadas al abastecimiento de combustibles a la población.
Finalmente, resulta necesario evaluar la naturaleza de las industrias y el grado de desarrollo de las mismas, considerando que las actividades hidrocarburíferas y mineras llevan décadas en funcionamiento en el ámbito nacional, a diferencia de empresas de creación que apenas superan la primera, pudiendo enriquecer más el análisis al considerar elementos como las etapas de construcción, montaje y puesta en marcha de las plantas, que naturalmente demandan periodos de tiempo que varían en función de la complejidad y tamaño del proyecto. Consecuentemente, las comparaciones deberán ser hechas por la evolución histórica del desempeño operativo medido en términos financieros que muestra la empresa, pudiendo ser comparada con otras de su misma industria e indagar el motivo de cualquier observación atípica o bien la identificación de alguna tendencia que puede ser atribuible a la administración de la empresa o al entorno de la misma.
La Época