La poesía ha fascinado a la humanidad a lo largo de los siglos, a mí en particular desde niña me permitió interpretar el pequeño mundo que me rodeaba y a través de ella pude sortear los misterios de la adultez.
La inspiración es un concepto que nos adentra en un proceso tal que transforma pensamientos, emociones y experiencias en palabras, despierta la imaginación, conecta con lo más íntimo y se convierte en poesía que, a su vez, es reflejo de lo cotidiano de las ocultas vivencias, de la ensoñación, de las nostalgias y sentires que la palabra dicha no alcanza a transmitir. Es un fenómeno tan versátil como la vida misma, capaz de nacer de la belleza y del espanto, de la algarabía y la tristeza por igual. Neruda se paseó por toda una gama de emociones y nos legó una poesía pura y compleja.
Poetas de todas las nacionalidades, que no alcanzo a nombrar, desde perspectivas distintas nos dejaron una vasta obra como alimento, los testimonios de sus vidas y de su tiempo están ahí para ser devorados por generaciones ávidas de lectura. La guatemalteca Ana María Rodas, con sus poemas de la izquierda erótica, incursionó temprano en temas tabúes para su época. Los venezolanos Andrés Eloy Blanco, Aquiles Nazoa o Salmerón Acosta son necesarios para entender la magia de la letra caribeña. Los poetas malditos y los bendecidos por la industria cultural, los atormentados y los libres de toda culpa, tantos y tantas que nos han llegado al alma y han repercutido en la forma que vemos la vida. Vallejo o Roque Dalton, Martí y su poesía liberadora, Guillén con la mulatez de unos versos que contaron la historia de la Cuba heroica.
Bucólicos, románticos, combativos y hasta contradictorios antipoetas como Nicanor Parra. Las imágenes impresas en la poesía contemporánea, con o sin metáforas o analogías, enriquecen y transforman a la sociedad y son una manifestación de resistencia ante la apabullante aparición de un mundo virtual que se deshace de la vida real y se diluye cuando falla la energía de la modernidad. La conexión entre los y las poetas y su tiempo presente o futuro pueden despertar un vínculo recóndito con el entorno porque capturan la esencia misma de la vida, como Miguel Hernández, el poeta pastor de ovejas, el asesinado por los fascistas García Lorca o el enorme Antonio Machado. Y, cómo no, el grandioso norteamericano Walt Whitman.
La denuncia política y social, lo complejo de la vida urbana o rural, el o la poeta y su carga histórica, simbólica y cultural tiene la capacidad de descubrir los matices más profundos y plasmarlos en palabras que resuenan para quienes buscan en la poesía un refugio, como Adela Zamudio en su poema “Quo Vadis”, que expresa una soledad estremecedora. La poesía nos invita a mirar más allá de la superficie en la búsqueda de trascender lo fatídico y alcanzar lo extraordinario a través de las palabras. La poesía puede ser un acto de exploración interna, una forma de dar voz a lo inefable, lo abstracto y lo espiritual. En este sentido, la inspiración surge de un anhelo profundo, de atadura con algo más grande, inserto en la sociedad que describe su comportamiento y le permite contar una parte de la historia humana. La poesía es un refugio para evadir la realidad de las crisis, pero también una forma de transformar la visión que se tiene de la capacidad de generar consciencia para transformar el orden establecido. La poesía es herramienta de denuncia y debate sobre la violencia contra las mujeres, los ecocidios, la injusticia, es expresión humana que promueve mejores formas de convivencia. La poesía establece lazos que dan significado a los sentimientos a través de un lenguaje sublime.
Pronto presentaré mi cuarto libro Kacharpaya o las distintas formas del adiós, que refleja alegrías y tristezas con las que me despido de lugares, personas e historias, sin formas ni sentidos, detenida o en movimiento, consecuente y errática pero con cierta audacia de quien se atreve a mostrar el alma desnuda de una mujer de este tiempo.